«Nunca consiguen derrumbar Lavapiés»
La gentrificación, ese urbanismo de los expulsados, unió este fin de semana a Santander y Madrid. El equipo de EL FARADIO se desplazó a la capital para presentar allí su proyecto ‘Expulsados. La transición urbanística pendiente’ –libro que se lanza mediante campaña de crowdfunding en la que se puede participar desde este enlace— y contactar con activistas de movimientos vecinales que luchan contra sus efectos.
Algunos puntos de encuentro: en la plataforma Parque Lavapiés uno de sus miembros, Toni, es santanderino, de Puerto Chico de siempre, y un recorrido por el barrio nos permite ver en su callejero la calle Argumosa, como el solar de Torrelavega y único espacio autogestionado en Cantabria, o la calle del Amparo, que nos recuerda a la lucha de la santanderina Amparo Pérez a sus 86 años de edad contra la expropiación de su finca para construir un vial.
En Malasaña o Chueca la gentrificación ya vino, vio y venció. En el Barrio de Las Letras, en Huertas, está empezando a avanzar, sutilmente. Pero Lavapiés se ha convertido en un gran hermano en el que podemos ver este proceso en directo, en tiempo real, ante nuestros ojos.
Los vecinos de Lavapiés se han rebelado contra la construcción de un hotel Ibiss en el barrio, un equipamiento que no será para los vecinos sino para los turistas, a costa de privarles de espacios verdes que demandaban para niños y mayores, y de un solar que autogestionaban.
Un Carrefour que abre 24 horas o el rumor de la apertura de un MacDonalds son las manifestaciones de un fenómeno que tiene muchas aristas, y que tiene como cara más silenciosa la marcha de los vecinos del barrio, incapaces de afrontar las subidas de los alquileres o del precio de los pisos, o los bloques enteros que ahora son AirBNB.
Activistas que luchan contra este proceso se citaban en Traficantes de Sueños, librería que se encuentra en Lavapiés y que es un referente para el espíritu crítico y los movimientos sociales (al estilo de La Vorágine santanderina), convocados por EL FARADIO: Lavapiés, Vallekas, el Campo de la Cebada o el distrito centro fueron algunos de los casos abordados.
LAVAPIÉS, EL BARRIO QUE TUMBÓ UN PLAN
Bernardo Gutiérrez, de Parque Lavpaiés, la plataforma que aprovecha la lucha contra el Ibbis para reivindicar más espacios verdes y abrir debate sobre la gentrificación, explicaba la tradición reivindicativa de un barrio que ya en el pasado consiguió tumbar un polémico plan urbanístico.
“Es un milagro que Lavapiés siga teniendo vida comunitaria. Nunca consiguen derrumbar a Lavapiés”, reivindicaba este activista, que contaba como hace nada se consiguió, tras un intenso boicot, que Mahou retirara un gigantesco cartel en el barrio, o como Ibiss ha tratado de desvincularse del proyecto.
VALLEKAS, LA PAH REINVENTA EL MOVIMIENTO VECINAL
Desde Vallekas hablaba Diego Sanz, de la PAH de este barrio madrileño, y periodista en Diagonal, poniendo el acento en cómo activismos como el mundo antidesahucios están canalizando luchas ciudadanas frente a los movimientos asociativos más tradicionales, lo que implica sumar a su lucha la reivindicación de que se les reconozca lo que ya son, “un actor representativo” con el que hablar y al que tener en cuenta..
En Vallekas se están detectando fenómenos que exceden la lucha antidesahucios pero que tienen que ver con la vivienda, el urbanismo y la gentrificación, como los problemas en el mundo del alquiler, los inquilinos que se quedan tirados por los problemas del dueño de la vivienda con sus hipotecas, los bloques enteros vacíos y propiedad de Bankia…
En otros lugares, como en Parla, la lucha es por las viviendas protegidas que acabaron en manos de fondos buitre, cuyos habitantes sufren un acoso diario con la complicidad de las eléctricas que les amenazan a diario con cortes de luz, uniendo al desahucio habitacional el desahucio energético.
LOS RETROCESOS EN EL DISTRITO CENTRO
Gonzalo Maestro, de la PAH Centro Madrid, exponía otros fenómenos y hacia la autocrítica de haber prestado menos atención de la que quizás se mereciera al tema de los alquileres de las viviendas, cuyos precios han expulsado a muchos vecinos –y a muchos activistas—de sus barrios.
Y también hablaba de ciertos retrocesos, como la “invisibilización” mediática e institucional del tema desahucios, que habían pasado a ser un problema colectivo y “estructural” y que vuelven a verse como un asunto individual que hace sentirse mal a sus perjudicados, al existir oficinas de mediación o haberse declarado institucionalmente Madrid como ciudad sin desahucios.
LOS MATICES DEL CAMPO DE LA CEBADA
En el barrio de La Latina está la experiencia del Campo de la Cebada, un espacio con un largo historial de abandono previo, de conflicto entre los usos empresariales y públicos, cuyos usos deciden los propios vecinos.
Uno de ellos, Jacobo García Foz, ponía algunos matices de discurso: es un espacio que puede ser “muy abierto” y a la vez “muy cerrado”, en el que puede costar conciliar sensibilidades, la de la gente mayor y la de la gente joven, y también incidía en que hay comerciantes tradicionales “encantados” de ser sustituidos por nuevos negocios más modernos a los que les han vendido el local.
MOVIMIENTOS E INSTITUCIONES
Desde el público –un centenar de personas escuchando y debatiendo sobre urbanismo durante dos horas de un lluvioso sábado y en el que se encontraban históricos miembros de movimientos de lucha vecinal–, el arquitecto Luis Moya recordaba como en su momento los movimientos vecinales “quedaron disueltos con la llegada de la democracia” al pasar muchos de ellos al plano institucional, un temor que algunos atisbaban en el nuevo escenario político madrileño.
Desde EL FARADIO, Oscar Allende y Guillem Ruisánchez explicaba como en su proyecto ‘Expulsados’ quieren llamar la atención sobre el modelo urbanístico que expulsa a los vecinos de sus barrios y la demanda de una mayor participación ciudadana porque “no hay nada más público que nuestras ciudades”.
Es un proyecto que se encuentra en la recta final de su campaña de crowdfunding, en la que se puede participar desde este enlace.