El trazado elegido para la senda costera diseñada por el Ministerio de Medio Ambiente con la supervisión del Ayuntamiento de Santander no se corresponde exactamente con el trazado de la senda que, con el paso de los años, habían construido los propios vecinos de Monte y Cueto.

Nos lo explicaban sobre el terreno los vecinos que alertaron de los excesos de ese proyecto, finalmente paralizado, en una ruta organizada por EL FARADIO y la Asamblea en Defensa de la Senda Costera para hablar del libro ‘Expulsados’, el proyecto editorial que cuenta la historia reciente del urbanismo en Santander y sus víctimas, que puede comprarse desde este enlace y en el que habrá un protagonismo especial para este espacio.

Ruta por la senda costera

Durante el trayecto, en el que han participado más de un centenar de personas, los vecinos convertían uno de los pocos reductos de naturaleza en la ciudad en un mapa sobre el que dibujaban, ante nuestros ojos, el mapa de la senda costera más natural –la de toda la vida–, el mapa de la senda costera creada sobre ella por las instituciones y el espacio que este nueva senda deja para el campo de golf previsto en el Parque Litoral Norte al permitir agrupar los terrenos al ‘expulsar’ la senda de su trazado original.

Ese trazado lleva a algunas zonas de más difícil accesibilidad o exposición a la costa, y temen que en el nuevo proyecto, el que ha presentado el Ministerio (y del que ellos no tienen conocimiento alguno) reproduzca, limitándose a eliminar las agresivas estructuras de madera que todavía pueden diseminarse por el camino, un conjunto de puentes que no salvan vacías, altas vallas que tapan vistas y que no impiden caerse más que al césped porque están a metros de distancia del acantilado, entre otros atentados similares a la lógica más elemental.

Poca broma con esto, porque el aviso nos lo hacen varios conocedores del proyecto cuestionado, entre ellos una vecina que se plantó ante las excavadoras para parar las obras que las instituciones no habían conseguido detener pese a sus reiterados anuncios de que iban a pararse. Sólo les vale la opción de reversión total y contar con ellos en todo el proceso, y eso incluye el trazado.

LA MEMORIA DE UN PAISAJE

Durante el paseo hemos charlado con vecinos de la zona, que se han convertido en depositarios de la memoria oral de sus pueblos, ese Cueto adonde llegaron muchos de los expulsados del centro de la ciudad cuando tras el incendio de 1941 se decidió que allí debía vivir otra gente.

Una memoria que incluye el recuerdo de cuando antes del faro sólo había hogueras o lámparas de gas para guiar el camino, los restos de un cuartel de la Guardia Civil en el que se vigilaba a los furtivos, y las menciones a un sitio que es un pueblo en el que los vecinos se identifican por familias (los ‘Bichos’), en el que cada piedra o recodo tiene un nombre creado por los propios vecinos, con su particular historia detrás.

La iniciativa fue organizada por EL FARADIO y la Asamblea en Defensa de la Senda Costera

Es zona de mar, y lo fue de naufragios, muchos, que hicieron que allí acabaran quedándose gentes de otros países. Y así, el irlandés Flanagan pasó a convertirse en el muy santanderino Falagán, y un apellido tan francés o inglés como Camus acabaría usando el condicional de aquí hasta hacerse un apellido histórico local.

En lo de los nombres hay de todo, como ese Puente del Diablo que se inventó un comerciante y que otros prefieren llamar Puente Jorao (de horadado, agujereado), hasta los nombres que nos cuentan la historia de amistad del Panteón del Inglés, erigido por el telegrafista José Jackson en memoria de su amigo William Rowland, fallecido cuando montaba a caballo en la zona,

Es una zona que es de todos, y que han vivido mucho: hoy siguen paseando de mayores por los sitios por los que de críos pasaban el día paseando y cada grupo se iba a su playa. Se conocían entre sí todos los chavales y camino a casa, si no cenaban en su propia casa, lo hacían en la de vecinos o amigos de la familia, porque era de esos pueblos en los que todos los críos son hijos de todo y mil ojos vigilan y cuidan por lo de todos.

LA DEFENSA DE LO COLECTIVO

Por eso, por esa conciencia de lo común, de lo colectivo, existía un poso que hizo que se rebelaran contra lo que vieron primero como una agresión a algo que era de todos y luego un ninguneo a sus reivindicaciones.

Porque para hablar del proyecto, el Ayuntamiento contaba con las asociaciones más oficiales/oficialistas en lugar de con los más críticos, que demandaban una participación en procesos urbanísticos que crece en cada barrio, entre los vecinos afectados, colectivos sociales y los profesionales de la arquitectura, que reclaman una participación real en el próximo Plan General (que sustituya al recientemente anulado por el Tribunal Supremo y que tantas páginas dedicaba a este privilegiado espacio).

Ese modelo participativo en algo, el urbanismo, que despierta un interés que está convirtiendo el asunto en algo colectivo (porque al fin y al cabo nada hay más público que el espacio en el que nos movemos) es el hilo conductor de ‘Expulsados. Santander, la transición urbanística pendiente’, el proyecto de investigación premiado por Libros.com y Ctxt que se apoya en los propios lectores, a través de este enlace (se hace el pago online y el libro llegará directamente a tu vcasa).

GENTRIFICARTE

Tras este acto, con un marcado carácter medioambiental, la próxima cita de Expulsados será con el mundo de los creadores, en un acto que será el viernes, 9 de diciembre, de 19 a 21 horas, en el Centro Cultural Eureka, con la presencia de varios creadores que expondrán trabajos sobre Santander, el urbanismo, la crisis o la gentrificación. Estarán la videoartista Majo García Polanco, el cantante Daniel Flaman, la poeta Patricia Martínes y la agruación escénica Unos cuantos.