Encantadores de serpientes
||por MARIANO DE MIGUEL, historiador, experto en el mundo árabe, que en esta serie recopila conflictos olvidados que también están generando refugiados humanitarios||
Días atrás, Amnistía Internacional, presentó un informe abrumador acerca de la brutalidad y ejecuciones extrajudiciales en Siria, bajo el régimen de Bashar Al Assad. Principalmente, la información se centraba en la cárcel de Sednaya, conocida como “el sitio del que nadie regresa”.
Con todo ello y a pesar de que numerosas ONG’s, desde enero de 2015 llevan tratando el tema, no se hace eco en ningún medio occidental de otra guerra olvidada. Esta es la de Yemen, un país que bien puede representar una dura herencia de las guerras de implosión yugoslavas de los años 90 del pasado siglo. El país bicontinental, a caballo entre la Península Arábiga y África, es un claro ejemplo de lo que hoy -a pesar de intentar eliminarse dicho término por “corrección política”-, es un Estado Fallido. El Yemen moderno, no tiene más de 55 años, tras surgir de una partición envenenada en el espacio post-Imperio Otomano.
Por una parte estaba el Protectorado de Aden, controlado por una administración británica y la Federación de Arabia del Sur. En 1963, acaecía la “Emergencia de Aden” donde el nacionalismo árabe, imbuido por los discursos del presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, llegaba a las clases más desfavorecidas y al ejército de la región.
En 1967, las últimas tropas británicas, tras un acuerdo de Harold Wilson con lo nativos, abandonaba la zona. El país, no obstante, se dividió en dos partes irreconciliables. El norte, apoyado por las monarquías conservadoras del Golfo Arábigo, principalmente Arabia Saudí y con un ex coronel del ejército, Ali Abdullah Saleh, como hombre fuerte desde 1979. El sur, renombrado República Democrática Popular del Yemen y ayudado por la Unión Soviética, la República Popular China, Cuba, la República Democrática Alemana , junto al partido palestino Al Fatah.
En 1990 tras la desaparición del bloque soviético, ambas partes se unificaron, siendo una vez más jefe de estado, A. A. Saleh. Pero los problemas tras la reunificación fueron (y son) constantes. La autocracia de Saleh, apoyó a Saddam Hussein durante la Guerra del Golfo, lo que redundó en la expulsión de cerca de 1 millón de trabajadores yemeníes de Kuwait y Egipto principalmente. En 1994, un choque de Saleh con el vicepresidente Ali Salim al-Beidh (otrora secretario general del Partido Socialista de Yemen del Sur).
La “mini guerra” de ese año, obligó al vicepresidente a exiliarse en Etiopía y Saleh estableció una red autoritaria y clientelar por toda la geografía del estado. El 11-S, aumentó la brutalidad del dictador. Saleh, al cual se le conoce como el “encantador de serpientes” supo apoyar a EEUU en su guerra contra Al Qaeda, usó a Al Qaeda frente a la tribu houthi (árabes de credo chiíta) y del mismo modo, sobornó a los jeques tribales para destruir a la oposición laica del sur.
Pero la ola de protestas que comenzaron en Túnez en 2010, llegaron a Yemen en abril de 2011, más aún desde que se vio que el hijo de Saleh, podía heredar el cargo de su padre -algo muy clásico entre las autocracias árabes-. En 2012, el propio Saleh, sobrevivió a un atentado con misiles GRAD que acabaron con la vida de su viceprimer ministro.
Mientras se recuperaba de las heridas en Riyadh, el hombre fuerte, aceptó dimitir y aupar en el cargo a su vicepresidente, Mansour Hadi. En unas elecciones en las cuales el segundo líder del país, era el único candidato. Nada de ello cambió el esquema de caos dentro del antiguo reino de Saba. Hadi no podía hacer frente al paro y corrupción endémica por una parte, tampoco al auge de Al Qaeda en el centro del país, ni menos aún a la insurgencia houthi que estaba presente en sus fronteras internas desde Agosto de 2004.
Unido a ello, estaba a campaña de asesinatos selectivos de la fuerza aérea de EEUU, a través de drones y cuyo caso más claro fue el asesinato del clérigo Anwar Al Awlaki -supuesto portavoz en la península arábiga de Al Qaeda- y su hijo de 16 años, en Septiembre de 2011. Añadiendo a todo ellos, que ambos eran ciudadanos estadounidenses. El punto límite llegó con la ofensiva houthi en wnero de 2015, que hizo caer del poder a Hadi, el cual se exilió en Arabia Saudí.
País que desde hace dos años, lidera una “Fuerza Internacional Árabe”, que ha reducido el país del Mashkreq a cenizas . Mientras que Saleh, esta vez, usa a los houthis como avanzadilla contra Hadi y así aupar al poder a su hijo Ahmad Saleh, jefe de una fuerza paramilitar, a su antiguo “trono”. Nada hablan los medios como “Al Arabiya” de las masacres contra la población civil, el caos, las hambrunas y muertes por enfermedades supuestamente erradicadas. Menos aún, Occidente y sus mass media, lo mencionan.
Dado que se lucha contra “el terror” y los supuestos tejemanejes de Irán, apoyando a las milicias houthis. Mientras, el país de la ruta del incienso, se ilumina día y noche. Por bombas que han acabado con no menos de 120.000 vidas inocentes en 2 años de guerra e invasión. Nada se dice por parte de la prensa, think tanks y un largo etcétera.