Banderas republicanas en los balcones

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El 14 de abril de 1931 se instauró la Segunda República Española, régimen democrático advenido por los apoyos que los republicanos obtuvieron en las elecciones del 12 de abril, dejando atrás la dictadura de Primo de Rivera, la cual tenía el beneplácito del monarca Alfonso XIII.

Hasta 1936, durante la II República se sucedieron gobiernos progresistas y conservadores hasta que, tras la victoria electoral del Frente Popular en el 36, las élites económicas y políticas dieron un golpe de Estado contra el gobierno legítimamente elegido, desencadenando una guerra civil hasta el 39. Acabada la guerra, tras la victoria del bando golpista, se asentó una dictadura militar que duraría hasta la muerte de Franco, la cual persiguió hasta sus últimos días la disidencia política e ideológica con torturas, condenas de cárcel, expropiación de los bienes, provocando el exilio y asesinando.

Miguel Saro hizo ondenar la tricolor el año pasado desde el despacho del Ayuntamiento de Santander

Miguel Saro hizo ondear la tricolor el año pasado desde el despacho del Ayuntamiento de Santander

Los dos párrafos anteriores, un resumen breve de los hechos acontecidos, son todavía hoy, puestos en cuestión por aquellos sectores que, de alguna manera, de forma voluntaria o no, se sienten o son herederos ideológicos de quienes atentaron aquel 18 de julio del 36 contra la democracia y la libertad.

Los mismos sectores que durante cuarenta años se esforzaron, con bastante éxito, en eliminar todo rastro de progreso y de historia pasada, reformulando la realidad y dejando un poso que dura en nuestros días.

Los mismos sectores que mataron y condenaron la cultura, la literatura, el arte y la ciencia en Cantabria y todo el país, que acabaron con la vida de Luciano Malumbres o Matilde Zapata, que encarcelaron a José Hierro o que condenaron al exilio a Consuelo Berges o Matilde de la Torre.

Cada año, en las vísperas del 14 de abril, se sucede el mismo debate absurdo, cerrado para quien se ha molestado en informarse, acerca de la bandera republicana y su validez. Quienes cuestionan su uso, confunden (pretendo achacar este hábito a un síntoma de ignorancia puntual que a una mala fe, aunque podría darse el caso) los conceptos constitucional/inconstitucional, legal/ilegal y oficial/no-oficial.

La bandera republicana es constitucional, legal y no oficial. Ya está. No hay más debate. La propia Constitución en sus artículos 16.1 («Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades sin más limitación, en sus manifestaciones, que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley») y 20.1a (Se reconocen y protegen los derechos: A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción) o en sentencia judicial permiten el uso de la misma.

Así que, si el 14 de abril un concejal decide exhibir la bandera republicana en el balcón de su despacho en el ayuntamiento, los sectores reacios a este tipo de actuaciones no pueden ni deberían «montar el pollo.» Es un gesto de conmemoración y de recuerdo hacia una época democrática. Es un acto (el de exhibir la bandera republicana) tan legal (o ilegal) como colgar la bandera arcoiris el día del Orgullo, el lazo rosa el día Internacional del Cáncer o el emblema de la peña de bolos del pueblo que acaba de ganar el campeonato de Liga.

El lector que haya llegado hasta estas líneas, habrá podido observar que no he nombrado la bandera franquista en ningún momento.

¿Por qué? Porque no necesito al enemigo para defender mi postura. No necesito equiparar las dos banderas porque no son equiparables. Porque una representa una democracia legítimamente elegida en las urnas y la otra una dictadura advenida tras un golpe de Estado.

Sólo espero que aquellos sectores que portan o defienden la validez de la bandera franquista sean conscientes de que lo que representa dicha bandera es totalmente contrario al artículo 1.1 de la Constitución Española: «España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.»

Sólo espero que, al día siguiente, no vengan a defender la Constitución Española. Se verían en un buen aprieto dialéctico.

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