La represión en Reinosa se usó para evitar un frente obrero en el norte de España
“Era como Beirut, pero sin fuego real”.
Hubo un tiempo en que en Reinosa hubo protestas obreras a las que se respondió con una fuerte represión policial y militar, incluso una víctima mortal.
Y no, no hablamos de la época franquista, ni siquiera de los primeros años de la Transición. Fue hace, justo este año, 30 años.
Es decir, era 1987: se daba la Transición por superada no ya sólo porque se hubiera dado relevo de partidos e incluso gobernara un partido como el socialista, sino porque incluso había revalidado el Gobierno y España se podía permitir mirar de cerca al sueño europeo. Por eso sorprendió todavía más la virulencia de la represión en un tranquilo pueblo del norte de España.
Y aunque el tiempo ha pasado, “todo lo que se ha escrito es verdad”, advierte desde el otro lado del teléfono el tono clásico de la voz de Marosa Montañés, la locutora de Radio Nacional de España a la que estar empotrada en Reinosa le costó acusaciones de ser una periodista “vietnamizada” y años de pasillos en una empresa pública que no dejaba de depender del poder, del mismo Gobierno al que perjudicaron las crónicas que, durante esos días de Semana Santa, metieron el conflicto en nuestro salón.
EL CONFLICTO
El contexto era el de “una población tan estupenda como Reinosa, con 13.000 habitantes, vivía de tres empresas. La reconversión industrial no se ponía en duda, lo que se criticaba fue la forma de hacerlo, el ver cómo la gente se quedaba en la calle, sin ton ni son, sin diálogo, sin una propuesta de reconversión inteligente, fue el detonante de la protesta”.
Antes ya se habían dado protestas como manifestaciones, cortes de tren o caceroladas, “pero les habíamos dado poco margen o visibilidad”.
Pero ese día, festivo, le tocaba trabajar, y junto al técnico de sonido –Juan Antonio–, se desplazó allí, entrando en el boletín ya desde las 8 de la mañana.
“Sólo conté lo que vi, y lo que vi me pareció trágico”: presencia policial, barricadas y un pueblo en el que todo estaba cerrado.
“Asistí a la tragedia más gorda: la entrada del bote de humo en la funeraria. Empezó a arder, antes de llegar los bomberos estábamos allí los periodistas. Y al dueño de la funeraria el humo le llevó, días después, a la tumba”.
LA REPRESIÓN
“Me encontré con 350 guardias civiles por las calles y 16 tanquetas”, hasta el punto de que los agentes entraron en un ambulatorio a cachear señoras al notar que desde allí se les tiraban piedras, o esa tanqueta que irrumpió en ese modesto campo de fútbol “tan pequeñito”.
Y había una situación política y social que iba más allá de Reinosa: “en la época de Franco no se promovieron empresas en Cantabria, para evitar que junto al puerto del País Vasco y la minería asturiana se creara un frente popular”.
PARA EVITAR UN FRENTE UNIDO DE TRABAJADORES, DECIDIERON DAR LEÑA AL MONO
“Y eso es lo que ocurrió, porque el PSOE en España tuvo un miedo de que hubiera un frente, y que los trabajadores, con todo el derecho del mundo a protestar, se convirtieran en un enemigo imponente. Para que eso no cundiera, decidieron dar leña al mono”.
“Pudo ser un síntoma de lo que vino después, aunque yo lo traslado al momento presente. España necesita un partido fuerte en la oposición, ahora que no gobierna me preocupa que estén dando esas bandadas que dan, porque el PSOE siempre ha sido la socialdemocracia, y en Europa está en crisis la socialdemocracia, que es un sistema de gobierno que no quiere la violencia para nada y apuesta por el diálogo y el consenso. Se estaban tirando piedras contra su propio tejado, ese día, la O de obrero la tiraron al mar”.
LAS REPERCUSIONES
“Se me ha tachado de muchas cosas, en mi vida he tenido que pedir perdón por muchas tonterías que he hecho. Pero de lo que no me avergüenzo para nada es de lo que viví desde las 8 de la mañana hasta las 4 de la madrugada que volví a mi casa de aquel 16 de abril”.
Y pese a ello, sufrió las consecuencias de ese colarse en cada salón para llevarles las voces de Reinosa.
Es cierto que tuvo “muchas adhesiones” de compañeros de “la profesión”, sindicatos o gente de Campoo.
Pero también recibió críticas, como la de su compañero de profesión (a la vez que cargo del PSOE, Juan González Bedoya), compañero, además, de la directiva de la Asociación de la Prensa, él como presidente y ella como secretaria: “ese día se le debieron cruzar los cables, se olvidó de que era periodista y actuó más como político en ese periódico (Alerta) que apoyaba al Gobierno. Escribió que yo era una periodista vietnamizada y mentirosa”. Ella se defendió desde El Diario Montañés con un “Yo conté lo que vi” que tuvo gran acogida entre los compañeros de profesión. Bedoya no fue el único en criticarla –y otros de los que la atacaron siguen en activo-, pero Marosa opta por la elegancia: “Creo que (Bedoya) se habrá arrepentido y desde aquí le perdono”. “La verdad padece, pero no fenece, y 30 años después está saliendo todo”.
Y esas no fueron las únicas consecuencias de contar una noticia perjudicial para el Gobierno en una televisión que dependía del Gobierno: “llegaron las elecciones y no cubrí ningún partido, cuando siempre lo había hecho”. En ‘el ente’ saben lo que significa la palabra “pasillos”. Vas a tu puesto de trabajo, porque la plaza es tuya y no te la pueden quitar. Pero no haces nada. “Leí 25 novelas” en unos pocos meses. “Reflexioné y vi que era mi momento de despedirme de Cantabria”.
NOS ENGAÑARON
“Conseguí reconstruir mi vida profesional en Valencia, en TVE, que era mi sueño”.
“Puse en marcha una asociación de mujeres periodistas, porque en la vida hay que defender lo que crees, y yo creo en el periodismo y creo en la mujer, en su fuerza, y en la necesidad de buscar alternativas para mejorar la posición de las mujeres en los medios. Organizamos congresos, jornadas… Me he jubilado hace tres años, ahora me dedico a eso”.
«EL LIDERAZGO DEBE ESTAR BASADO EN VALORES COMO LA HUMILDAD. LOS PEDESTALES HAN CAÍDO POR LA CORRUPCIÓN Y LA SOBERBIA»
“Me siento engañada, porque no me di cuenta de muchas cosas que estaban pasando en los gobiernos valencianos, el Ayuntamiento o las diputaciones. En política el prestigio está bajo mínimos”.
“Me preocupa mucho la falta de liderazgo: el liderazgo es moral, interno, está basado en valores, entre otros, la humildad, y creo que los pedestales han caído por la corrupción y la soberbia”.
“Creo en la profesión periodística, en la dignidad, y no creo en que nos pleguemos al poder, sea el que sea, porque si se te cruza el cable y te pliegas al poder, dejas de ser periodista y de ahí viene mucha de la crisis de los medios”.