El Centro Botín nace con el reto de lograr la conexión emocional con la ciudad
Si algo ha puesto de manifiesto todo lo relacionado con el Centro Botín, promovido por la Fundación Botín y diseñado por Renzo Piano, que se inaugura este viernes, es la distancia que existe entre los discursos públicos sobre la cultura y las necesidades de los principales implicados en ellas, los propios creadores y programadores.
El Centro tendrá una gran proyección externa, pero no es, como se ha dicho, ni la gran solución para la cultura en la ciudad ni el gran puntal de la transformación urbana de Santander. Ni siquiera ha sido nunca perfecto, como han admitido sus propios impulsores, ni, desde luego, la cesión del mejor suelo de la ciudad hace que este proyecto nos haya salido gratis. Por eso, uno de sus principales retos será conectar con la ciudad que le ha dado tanto.
Repasamos algunas claves ante la apertura del Centro:
EL PODERÍO AYUDA
-El poderío institucional y mediático: ser la fundación del principal banco nacional y uno de los grandes del mundo tiene muchas ventajas. Los políticos apoyan sin vacilar, los trámites se aceleran, hay dinero para personal y medios de comunicación, y los Reyes vienen a la inauguración.
-Será masivo y extenderá la cultura: la ventaja que da el poderío institucional y económico de una Fundación con apoyos políticos y mediáticos es un efecto arrastre masivo. Han sido noticia las colas para hacerse con el carné por parte de mucha gente que posiblemente no hubiera sabido los nombres de los artistas que van a venir. Así que la cultura sumará nuevos públicos, y eso es positivo.
-Dará proyección exterior: otra de las ventajas del poderío, no sólo a nivel promocional en la relación con medios nacionales o especializados, sino de la propia programación de citas que despierten interés. Cabe preguntarse qué ha pasado, si nos hemos perdido algo, a tenor de lo que nos han dicho siempre todos los que nos habían dicho que ya estábamos en el mapa por el FIS, la UIMP o el Mundial de Vela.
LA IMPORTANCIA DE LA CONEXIÓN EMOCIONAL
-La falta de conexión emocional: Pero el poderío de una institución tiene un efecto indirecto, máxime en estos tiempos de recelo a todo lo que huela a institución –a los trámites del Centro Botín les pilló el post 15M–, y es la desconfianza.
La cultura (y la ciudad) necesitan una conexión emocional, y eso resulta más difícil desde un elemento elevado, que puede parecer ajeno e impuesto y que encima venga de la mano de la banca y la política.
Por eso en el PGOU se observaron cientos de alegaciones a la instalación del Centro Botín, y por eso la Fundación ha optado por intentar reforzar la conexión con la ciudad con la que tiene que convivir: carné de amigos, visitas guiadas previas a referentes sociales, esa cinta de inauguración realizada de forma colectiva…. pueden interpretarse como formas de estrechar lazos. Un diálogo previo hubiera evitado muchos problemas. Pero eso hubiera pasado por convertir la relación en un encuentro entre iguales.
Porque, por mucho poderío y presencia nacional e incluso internacional que logre, sus vecinos seguirán siendo los santanderinos, a los que hay que agradecer el esfuerzo en la cesión del espacio. Y si la estrategia es ser un símbolo, los símbolos tienen que ser cercanos. Nadie se enamora de una estatua gigante de oro.
-De hecho, no es la primera vez que vemos un viraje en el proyecto: dijeran lo que dijeran las instituciones a la hora de vendérnoslo, que el Centro no era perfecto lo expresaron muchos ciudadanos, tanto de colectivos sociales o a pie de calle, como colectivos profesionales como el mundo de la arquitectura. El propio arquitecto se reunió con ellos, escuchó sus críticas y el resultado fue que el proyecto varió: el edificio que vemos ahora no es igual que la primera maqueta. Por tanto, no era perfecto, como admitieron tanto quienes lo pagaban como quien lo diseñaba. Si la cultura vale porque aporta pensamiento crítico, aprendamos del centro a desconfiar de los mensajes institucionales entusiastas.
LOS PROBLEMAS DE LA CULTURA
-El Centro Botín también tiene que seducir a los creadores: los creadores de Santander son los principales interesados en la cultura. Son quienes más información tienen de lo que se mueve y seguramente los que sí conozcan los nombres de las exposiciones que vengan, a las que acudirán con frecuencia. Pero se nos ha dicho que el Centro supondrá la panacea para la cultura en la ciudad –demasiada responsabilidad para un ente privado–, y si escuchas a creadores y programadores de referencia, asentados y con experiencia, te dirán que sus problemas no pasan por ahí, que pasan por la estabilidad, por buscar algo que integre a todos en un único discurso….
– Y esa distancia no es por un exceso de provincianismo o una excesiva mirada hacia adentro: sólo hay que ver las programaciones de este mismo fin de semana, con la calle del Sol hablando de la cultura rusa , por poner un ejemplo,para ver que quienes programan aquí miran, y mucho, al exterior. Por eso hace falta que el Centro les mire a ellos.
-El problema nunca ha sido el tener edificios: el Palacio de Festivales, el CASYC, con su CASYC UP, otros espacios públicos como los auditorios de El Sardinero, los espacios escénicos desconocidos como el del Centro Cultural Doctor Madrazo, la sala de teatro de la Facultad de Medicina, el Paraninfo de la UC… Eso desde lo público, en lo privado tenemos salas de conciertos (BlackBird, Summun, Niagara), de teatro (Miriñaque, Sala de Tres, el Principal…) librerías como Gil, La Libre o La Vorágine, centros culturales como Eureka…, y una cultura subterránea que se mueve en bares y garajes. Espacios hay. Y espacios de referencia por su valor arquitectónico y su ubicación puede haberlo sido el (cuestionado estéticamente) Palacio de Festivales. Hay otros problemas como las normativas, que la ciudad sea atractiva o, si acaso, la creación de espacios que sean comunes, colectivos.
ALGUNAS IMPRESIONES EQUIVOCADAS
-El Centro Botín no ha sido gratis: la Fundación ha asumido los costes del edificio y el personal, la reforma de los Jardines de Pereda y el soterramiento del tráfico a partir del túnel.
Pero eso no quiere decir que no haya supuesto coste para la ciudad y la comunidad: sin entrar a lo imposible que resulta cuantificar el suelo sobre el que se asienta o el coste de los recursos públicos destinados a mejorar su tramitación exprés, así como el coste en promoción en las ferias turísticas, el Ayuntamiento de Santander tuvo que pagar las obras para solucionar el fondo de saco en la calle Cádiz y esa plataforma redonda para que pudieran dar la vuelta a los autobuses.
El contrato municipal de mantenimiento de los túneles se encareció porque de repente había más metros de túnel, y además hay un coste difícil de cuantificar, pero ya en los veranos pasados efectivos municipales (policía, bomberos, y servicios como la electricidad) han sido puestos a disposición de las actividades en los Jardines (indultadas del cumplimiento de las normas de ruido, por cierto).
-El efecto verano: el Centro Botín se abre al público en las cercanías del verano, y eso va a dar una imagen distinta de lo que será más adelante. No sólo porque veremos a los turistas llegar y visitarlo, sino porque veremos más actividad de calle y con un tono más lúdico: conciertos, proyecciones…, como ya se han producido durante los últimos veranos, además de crearse una sensación mayor en toda la ciudad por la acumulación de programación cultural en estos meses: la UIMP, el FIS, las Fiestas…. Pero a partir de septiembre bajará la llegada de turistas y también las actividades culturales. Dicho de otra forma, en Santander no es siempre agosto.
-No ha sido hasta esta semana en que alguien (el PP) ha lanzado la idea de desarrollar un plan de acción cultural aprovechando el tirón del Centro, después de cinco años hablando del edificio gobiernos del PSOE-PRC y el PP en Cantabria, y del sempiterno PP en Santander. Los políticos sólo han pensado en el edificio y en el día de hoy.
EL CENTRO BOTÍN NO ES EL GUGGENHEIM
-Porque el museo bilbaíno no interesó tanto por su contenido, sino por su valor de símbolo del cambio de una ciudad en la que se implicaron todas las instituciones y que le dieron la vuelta, de una urbe gris, industrial y tosca a un sitio con actividades, luminoso y al que apetece ir a pasar el día.
-Su ubicación no ha sido en un sitio marginal (como llegó a decir el diario EL PAÍS), sino en un enclave privilegiado de la ciudad: en el centro, frente al mar. El Guggenheim se ubicó en una zona importante de la ciudad, pero deteriorada, en una ría sucia y contaminada que no llamaba a ser visitada.
-Y el Guggenheim se enmarcó en una propuesta de actuaciones integral para la mejora de la Ría, en la que se implicaron el Ayuntamiento, el Gobierno vasco, los comerciantes y otros referentes de la ciudad, con más actuaciones. En Santander, la reordenación del Frente Marítimo se ha hecho a golpe de eventos (esto, el Mundial), sin una visión integral.
En un Santander con el Plan General anulado y sin que se conozcan los planes de futuro, es evidente que un único edificio no va cambiar la ciudad, entre otras cosas, porque eso depende de las instituciones.
angel
No quiero ser aguafiestas muchos millones gastados ..en tres llamados ..palacios…infrautilizados ..terminar el argumento ..Vds.periodistas …
angel
Cuanto nos costaron los tres palacios ?