Los creadores apuestan por una cultura cercana y conectada
Los creadores y programadores que trabajan en el día a día sienten como principales necesidades la de lograr una estabilidad en sus actividades que les permita consolidar y renovar público.
Pero, sobre todo, piensan en la importancia de una mayor conexión entre las actividades que realizan unos y otros, en la necesidad de romper la dinámica que a veces hace generar líneas paralelas que no terminan de confluir y que lleva el síndrome de las caras de siempre.
Porque actividad, programación y público hay, rompiendo el tópico de hace años en la capital cántabra de que en Santander no había nada.
Así se puso de manifiesto esta semana en una mesa redonda organizada en el restaurante Días de Sur (que ha empezado a organizar este tipo de actividades) en la que se trataba de pulsar la opinión de los creadores locales en una semana marcada por la apertura del Centro Botín.
En ella intervinieron la historia del arte Marta Mantecón –que acaba de coordinar las conferencias del ciclo Desvelarte–; Daniel Pérez y Rico, del Centro Cultural Eureka; Javier Cultural, de Sol cultural –que este fin de semana celebra las fiestas del Solsticio de Verano; María Soler, de la asociación de amantes del cine La Llave Azul; Toñi de la Iglesia, de la asociación cultural y de pensamiento crítico La Ortiga; Paz Gil, de la Librería Gil; Marcos Díez Manrique, director de la Fundación Santander Creativa; moderados por el periodista Oscar Allende, director de EL FARADIO.
LA CONEXIÓN EMOCIONAL
El director de la Fundación Santander Creativa, Marcos Díez Manrique, subrayaba la importancia de este equipamiento cultural, aunque recalcaba que desde la fundación se prioriza el apoyo a proyectos “que nacen de los ciudadanos”.
Y añadía que, pese a la potencia de instituciones políticas o fundaciones como la Botín, estos entes no siempre consiguen la “conexión” emocional con el público, con el que generan una “distancia” que hay que reducir (Javier Vila, de Sol Cultural, lo comparaba con un “OVNI que se mete en Santander”, y Rico, de Eureka, con un “Titanic”.
Una conexión emocional de la que saben mucho en La Llave Azul, un proyecto “muy romántico” que nació para “salvar el cine” (en un primer momento, un cine concreto en el centro, en un proyecto que luego evolucionó hacia la proyección mensual de películas sin estrenar en Santander, de calidad y en versión original).
María Soler, de la asociación, explicaba que en su caso lograron construir el público fiel a raíz de la preocupación desatada por el cierre del cine.
Pero luego han desarrollado una “conexión” gracias a que recogen para programar ideas de sus propios socios, plasmadas luego en proyecciones a las que suelen acudir un centenar de personas y en sesiones con tanta asistencia que en las últimas proyecciones han duplicado.
En Sol Cultural ponen el acento en “sacar la cultura a la calle”, dentro de un modelo impulsado por hosteleros y creadores de un espacio concreto, la calle del Sol, que moviliza periódicamente a varias disciplinas en torno a un tema (en esta ocasión, la cultura rusa).
CULTURA ESPECTÁCULO Y CULTURA CON PARTICIPACIÓN
Desde el Centro Cultural Eureka creen que en estos momentos existe un modelo “dominante” de cultura “capitalista”. En La Ortiga, en la misma línea, apuntan que, aunque ellos prefieren otro modelo, “la cultura que triunfa es la que da espectáculo”.
La Ortiga es una veterana asociación cultural “ética, estética y cívica”, que apuesta por una cultura “crítica y transformada”, por hacer pensar, dudar y darle la vuelta a las cosas que vemos en el día a día, pero desde una perspectiva muy participativa.
Entre los asistentes, que intervenían también y propiciaban el avance del debate, hubo quien apuntó a la falta de un “tejido social”, un mundo de asociaciones vecinales, que reivindicaban, creaban y descentralizaban la cultura, pero en los últimos años “la red se ha roto”.
Todos coincidían en la importancia de algo “transversal” e “integrador” entre todos aquellos que programen y creen cultural, para evitar que siempre sean los mismos.
La receta la apuntaba Toñi de la Iglesia, de La Ortiga: “o somos cooperativos o seguiremos hablando de lo mismo”.
Veterana es también Paz Gil, de la Librería Gil, reconocido en los últimos tiempos como Mejor Librería Cultural de España y que acaba de celebrar su 50 cumpleaños recibiendo muchas muestras de cariño.
Ella se muestra consciente de la “oportunidad” que supone tener el espacio que tienen en el corazón de la ciudad (en la Librería Pombo), por lo que conciben su actividad como una oportunidad de “devolver a la ciudad” lo que han recibido de ella.
NUEVOS PÚBLICOS
Otra de las preocupaciones es la llegada a los nuevos públicos, los famosos milennials, que cuentan con sus propios canales de comunicación e intereses.
En este sentido, se destacó la importancia de que los contenidos culturales para este público encajen con sus intereses, y también que tengan ellos la iniciativa generen sus propios espacios y referentes.
Así, desde Eureka llamaban la atención sobre la asistencia de jóvenes en mayor medida a sus actividades cuando están les dan la palabra o la posibilidad de participar, y en La Llave Azul habla de la fuerte afluencia de jóvenes a sus últimas proyecciones, de anime, y también se observó la necesidad de un mayor esfuerzo desde el mundo educativo, donde ahora mismo las inquietudes culturales dependen del esfuerzo que ponen los maestros o directores por su propio empeño y voluntad.
La falta de presencia en los medios masivos, la importancia de las redes sociales o el papel de la agenda de la Fundación Santander Creativa como fuente para consultar la programación, el riesgo de que prime el criterio de asistencia o mercantilismo a la hora de valorar una propuesta cultural.
Marta Mantecón, historiadora del arte, señalaba una de las carencias, las performances, “desaparecidas” de la ciudad.
Venga ya
Está muy claro. Asociaciones privadas en busca de subvenciones y el jefe de una fundación del PP. A ver si hay suerte y reciben pasta para mirarse al ombligo.
Gema
Hay que ser absolutamente desconocedor/a de las asociaciones relacionadas en el artículo para hacer un comentario como este. Y por otro lado, acceder a subvenciones para la financiación de actividades culturales, sociales, educativas e incluso lúdicas, no tiene nada de malo. Al contrario, yo deseo que una parte de mis impuestos se dirija a este ámbito, sin duda alguna.