Revilla en el debate sobre el estado de la región 2017, confronta con Buruaga, por primera vez como número 1 del PP || Foto: Guillem Ruisánchez

La sesión de tarde del debate de orientación política de Cantabria ha servido para escuchar las visiones críticas de los partidos de la oposición, aunque no han logrado sacar a Revilla del marco con el que ha planteado el ecuador de la legislatura: el victimismo con respecto al Gobierno de España («no paga») y la polarización del debate con el Partido Popular y con presidenta, María José Sáenz de Buruaga, a la que Revilla ha convertido en «el enemigo». «El enemigo en casa».

Se esperaba la intervención de Buruaga, como nueva líder del PP, aunque tan cuestionada que ha subido a la tribuna de oradores como no-portavoz, dado que la crisis interna tras el XII Congreso Regional sigue tan abierta que ha sido incapaz por el momento de que el Grupo Parlamentario acepte el cambio en la Portavocía.

En un tono más comedido que otras veces en la misma cámara, porque Buruaga tiene experiencia de oposición y de Gobierno, ha lamentado que el Ejecutivo PRC-PSOE «nunca ha buscado el consenso con el PP», incluso ha ligado el retraso en la recuperación económica con la asociación de Revilla «con la izquierda de Cantabria» para ocupar de nuevo la Presidencia.

Frente a la confrontación del PRC-PSOE con el Gobierno de España, ha ofrecido un «gran acuerdo entre las fuerzas políticas» porque «Cantabria necesita más consenso político y social», y con ello ha tendido la mano del PP «en una actitud exigente pero constructiva».

El presidente de Cantabria no ha querido saber nada del tono de acercamiento que proponía la presidenta del PP: «El PRC no pactará con ustedes mientras encubra la corrupción a nivel nacional«.

Y Revilla ha sido duro, muy duro con Buruaga. Ha bordeado la humillación política y ha atacado donde más duele, al cuestionado liderazgo en el Partido Popular de Cantabria: «Lo que usted está haciendo es impresentable, ¿De verdad necesita justificar lo injustificable para mantener el puesto?». «En usted no confían ni los suyos«, ha rematado.

La propia Buruaga ha encajado el golpe: «Es fácil ser hiriente con la situación interna del Partido Popular», una actitud que en su opinión no requiere de demasiada «capacidad intelectual» y que «no demuestra talla política ni personal».

Y ha advertido que «la legitimidad en democracia la dan las urnas y usted (Revilla) no ha ganado nunca», al tiempo que ha pedido cautela, porque «torres más altas han caído«.

«Cantabria necesita un presidente; no un gabinete de abogados«, ha contrarreplicado a las intenciones del Gobierno PRC-PSOE de presentar una demanda contra el Gobierno de España por las deudas pendientes (Valdecilla, Comillas e infrafinanciación de la LOMCE o la Dependencia). Y ha criticado a Revilla por no obtener resultados tras coger a Cantabria en ciclo de recuperación.

En el último turno de Revilla, ha admitido que ha podido ser «duro» con Buruaga y le ha ofrecido hablar bien de ella, de Rajoy y del PP, «ser un pelota», si consigue el dinero que España no paga, frente a, de nuevo, la actitud «patética, obediente y sumisa» de la presidenta del PP de Cantabria, «fiel escudero de lo que diga Madrid», en un papel «impresentable» y «que da vergüenza».

La buena noticia para Buruaga es que Revilla también tiene el poder de situar en el tablero a sus adversarios. Y con los ataques, el presidente cántabro eleva un poco una figura de la oposición, decaída y en horas bajas.

Al menos no la ha tratado con la condescendencia con la que ha despachado al portavoz de Ciudadanos, Rubén Gómez -comprensivo con su situación en el Grupo Mixto, como Revilla en el 83-.

O la discplicencia con Verónica Ordóñez, de Podemos, a quien ha felicitado por el inicio de su discurso, que ha evocado a Gerardo Diego o Jesús Cancio, según Revilla. Incluso le ha hecho un guiño: «Le tengo más que aprecio, a usted y a su grupo»; aunque ha rechazado el reto de la portavoz de Podemos de ir a debatir sobre Cantabria a La Sexta: «Me tendrá que aguantar más, sólo una vez al mes. Y un Hormiguero al año».

«Se ha cumplido el guión que había previsto«, ha sentenciado.

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