El Barrio Pesquero se prepara para las fiestas de El Carmen
Este jueves comienzan las fiestas de El Carmen, que se celebran de un modo muy especial en todas las villas marineras, para honrar a la patrona de los pescadores y de todos los que viven del mar.
En el Barrio Pesquero de Santander ya están todos los preparativos a punto para celebrar estos días de fiesta, de sentimiento y de devoción.
Uno de los sectores más activos en esta festividad son los pescadores. La Cofradía de Pescadores de Santander participa cediendo sus barcos para transportar a la Virgen en la procesión y para que la mayor parte de los asistentes puedan acudir a todo el trayecto.
Emilio Corona, patrón mayor de la Cofradía, cuenta a EL FARADIO DE LA MAÑANA que hay una gran devoción en el barrio. “Por desgracia no tenemos muchos medios económicos, pero colaboramos lo que podemos. Ponemos nuestros barcos y los vecinos reúnen dinero. Sin embargo, no tenemos apoyo de las administraciones”, se lamenta, aunque matiza que “no pido dinero” sino más bien “cosas medias, como ayudar a adornar los barcos o algo así”.
A pesar de que la afluencia sigue siendo masiva, todos recuerdan el trágico accidente que hubo en 1988, cuando explotaron los cohetes en un barco, reventando medio puente y matando a dos personas, un hombre de 28 años y su hija, de 4 meses.
“Aun así, creo que la Virgen del Carmen nos protegió porque iban más de 100 personas en el barco y pudo haber explotado entero”, recuerda Corona, que asegura que aunque hubo quien cogió miedo a los barcos, la mayoría ha continuado con la tradición.
El día grande será el domingo cuando, después de la diana a las 7 de la mañana y la misa, se sacará a la Virgen del Carmen de la iglesia des Barrio Pesquero, la pasearán por las calles, parando en la comandancia marítima, donde cantarán la Salve Marinera y, “si el tiempo lo permite” se irá hasta la Isla de Mouro.
Allí, es tradición parar por la parte norte de la isla “para tirar unas flores para recordar a los compañeros que se han quedado en el camino”. Corona siempre cede su barco e invita a aquellos que deseen participar a subir a él. Cada año suele llevar a unas 100 personas, aunque el barco estaría capacitado para llevar hasta 500.
“No es una carrera, es una procesión”, defiende, y por ello llama a la responsabilidad y la seguridad. “Hay que ir despacio para que todo el mundo, incluso barcos pequeños, puedan seguir la procesión”.
FIESTAS POPULARES
A estas fiestas cada año vienen más turistas, incluso procedente del sur de España, donde también se realizan emotivas celebraciones.
Este jueves ya comenzarán a abrirse los primeros puestos y, hasta el domingo, habrá verbenas todas las noches. El viernes y el sábado han programado un mercado medieval con más atracciones y diversiones.
Por supuesto, no faltarán los atractivos gastronómicos, como la tradicional marmitada. En el restaurante El Muelle la hacen de langostinos, con un gran éxito entre el público. Su dueño, Valentín González, cuenta que estos días entre los platos más requeridos también está el arroz meloso y todo tipo de pescados y mariscos, en un año que ha sido bastante bueno para la pesca, especialmente para el bonito y el bocarte.
“No hay nada mejor que la cocina tradicional”, defiende Valen que, como todos los años en los restaurante de la zona, ha tenido que reforzar personal para estos días. Además, este año se ha dado la circunstancia de que los turistas han llegado antes.
Aunque sabe que en algún momento va a ser una afluencia casi inabarcable, defiende que “lo importante es que el barrio se divierta” y por ello cree que todos “tenemos que aportar”.
En cuanto al día grande a nivel popular, este año el sábado vendrá animado por un concierto del cantante David Civera, que será el plato fuerte de las fiestas antes del colofón con la celebración religiosa.
LA MEMORIA DEL BARRIO PESQUERO: ALBERTO PICO
Es hablar del Barrio Pesquero e inmediatamente la memoria colectiva evoca a Alberto, quien fuera durante décadas el párroco que tanto ayudó a sus habitantes.
Un hombre progresista que, como le recuerda el antiguo director del Instituto del Barrio Pesquero, Tomás López, “siempre defendía el acogimiento a todos, sin ninguna distinción de género y clase”.
En los años 50, cuando los pescadores sufrieron una gran expulsión de la zona del Paseo Pereda y Puerto Chico, el párroco les acogió, les ayudó y juntos consiguieron convertir el Barrio Pesquero en uno en igualdad de derechos y “con un corazón muy nuevo”.
Alberto, que durante décadas fue director en el instituto que ahora lleva su nombre, ayudó a muchos jóvenes, incluso en la dura época de los 80, cuando tantos de ellos perecieron víctimas de las drogas. “Alberto fue un consolador y un protector de toda esa juventud y niñez de los años 70 y 80”, recuerda Tomás López.
En su faceta educativa, “pensó en la educación como motor para transformar la vida de esos muchachos y niños que estaban en la mar”, y consiguió que muchos de ellos se integraran en la escuela.
Su labor se extendió por todo Santander, iniciando una ruta por las parroquias en los años duros de la dictadura. “Él estaba por encima de la política y los grupos religiosos cerrados”, asegura su amigo que alaba que usara la imagen que tenía y el cariño que le profesaba todo el mundo “para abrir una brecha”.
De hecho, pese a no ser un hombre de partido, López recuerda que “todas las fuerzas políticas de poder trataron de utilizarle en un momento determinado”. En una entrevista recuerda cuando una anécdota cuando Esperanza Aguirre, entonces ministra de Educación, inauguró el IES de La Marga. “Alberto tuvo que escapar, por así decirlo, para no ser utilizado en el acto de poner la primera piedra”.
Si en algo está todo el mundo de acuerdo es que, cuando desapareció, “desapareció un motor vital” en la ciudad de Santander, y en el Barrio Pesquero de forma especial.