El Jinete Celeste cabalgará en la Galería Siboney
La exposición El jinete celeste de Emilio González Sainz (Torrelavega, 1961) se inaugura este jueves, 17 de agosto, a las 20 horas en la galería Siboney de Santander, a la que ha estado vinculado desde sus inicios y que ha seguido sus pasos y su crecimiento como artista. Estará hasta el 30 de septiembre.
Supone, en parte, una muestra complementaria a la inaugurada el pasado día 4 en la Torre Don Borja de Santillana del Mar, que organizada por la Consejería de Cultura del Gobierno de Cantabria, bajo el título de Un mundo más amable, es la exposición más importante realizada hasta la fecha, que sin ánimo de ser una retrospectiva, recorre la producción de sus últimos ocho años.
En paralelo, esta exposición en la galería de la calle Santa Lucía, presenta obras inéditas y recientes, y su complementariedad alude a que posiblemente sean sus obras más extremas, aquellas que abren nuevas sendas para su pintura.
El Jinete Celeste supone un paseo sutil y delicado por obras de pequeño y mediano formato, gabinetes íntimos, turbadores paisajes, habitados por pequeñas figuras, realizados con una paleta sin estridencias, en unas obras en las que el pintor asume su papel de testigo cómplice del ciclo de la vida, y aporta su delicado universo que apela a reconciliarse con la naturaleza. Son pinturas, -siempre al óleo-, sobre tela, cartón, madera, plancha de latón o de cobre, y junto a ellas, se cuelgan una selección de acuarelas.
Emilio González Sainz es un artista que ha forjado con paciencia, silencio y minuciosa caligrafía una personalidad pictórica que invita a redescubrir el entorno.
Sus paisajes son iconos poéticos que forman parte de la pintura cántabra más reconocible de los últimos años, posiblemente junto a los de Mazarío, y los amantes de la pintura están de enhorabuena, porque al día siguiente esta inauguración, el viernes 18 se inaugurará la exposición de Jose Luis Mazarío titulada “Caer en la Cuenta”, en el Centro de Arte Cabo Mayor, que supone una nueva entrega del artista de “pintura del natural”, ya que se trata de una serie de pinturas que recorren la geografía de los paisajes del entorno del Faro, pinturas diurnas y nocturnas.
Ha habido un cierto esfuerzo por parte de la galería Siboney, en que estos dos artistas coincidan en el tiempo, y de alguna manera está relacionado con sus propias biografías, ya que se cumplen 20 de la exposición que realizaron juntos en jerezana la Galería Carmen de la Calle. (Pinturas para el invierno, 1997 Galería Carmen de la Calle, Jerez de la Frontera, Cádiz. (Emilio González Sainz y José Luis Mazarío). Dos artistas que, como diría Francisco Javier San Martín, su «afán enciclopédico no proviene del pánico de ignorar, sino del ansia de conocer”.
En 2010, volvieron a plantear una exposición juntos, en el antiguo espacio de la galería Siboney en la calle Castelar, que se tituló Correspondencias, y con el comisariado de Vladimir Tupolev, fue una exposición que se estructuró por temas clave en su producción, y mostrando la diferente manera de abordarlos.
En el catálogo de esta exposición, figuraba este breve texto de Tupolev.
Dos artistas, José Luis Mazarío (Castel de Cabra, Teruel. 1963) y Emilio González Sainz (Torrelavega, Cantabria. 1961) absolutamente ligados a la trayectoria de la galería Siboney, y ligados entre sí, con biografías paralelas y con campos de interés cultural, artístico y vital comunes. Dos artistas que ya expusieron juntos en 1997 (Pinturas para el invierno) en la Galería Carmen de la Calle, Jerez de la Frontera. Dos artistas que compartieron Facultad –Escuela de Bellas Artes del País Vasco-, compartieron estudio en Santander -junto a Raúl Reyes-, y compartieron multitud de acontecimientos y vivencias en común.
Muchos años, y muchas cosas han pasado desde que Mazarío presentó su memorable Paisaje inglés (Homenaje a Stubbs), 1993. Casi los mismos desde que Emilio González Sainz pintó los prodigiosos cuadros de caballos “sin sombra”, seductores y enigmáticos como si de un pintor belga se tratase, y esta exposición: Correspondencias, es una buena ocasión, para tomarle el pulso a dos artistas de un recorrido notable y que de alguna manera evidencian como muy pocos, que la actitud ante el arte no discurre en paralelo a los cambios sociales, culturales y materiales, tendentes a la homologación, y que los discursos personales, sin estar excesivamente pendientes de la corriente dominante, siempre tendrán su lugar en el panorama artístico, y este ha sido, es y será siempre, uno de los objetivos de la galería Siboney.
Se podría decir que es la exposición de una amistad, pero esto sería simplificar en exceso las cosas, ya que se trata de una exposición de Pintura, -sí, con mayúscula- plena de sensibilidad y de matices, que deja traslucir un bagaje artístico y vital, que reinterpreta miradas, las miradas mas inquietas y fascinantes del arte del Siglo XX.