Es la hegemonía, estúpidos

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||por JOSÉ CARLOS CEBALLOS, cooperante en Oriente Medio, representante en Cantabria de Asamblea de Cooperación por la Paz||

A principios del siglo pasado Antonio Gramsci elaboró su famosa teoría de la “hegemonía cultural”. A grandes rasgos lo que planteaba era que las normas de una sociedad habían sido establecidas por un grupo minoritario, una oligarquía cuyas ideas, valores e intereses particulares eran de manera antinatural asumidos como los de la mayoría social de tal modo que eran buenos y debían ser mantenidos así.

Un pensamiento único que justificaba que millones de personas de las clases medias y bajas fueran a morir en guerras apelando a su sentimiento de patriotismo y abrazadas a una bandera cuando en realidad estaban dejándose matar por los intereses de las clases dirigentes, que no tenían la más mínima intención de compartir sus privilegios con la carne de cañón que echaban a la picadora de las trincheras.

Planteaba Gramsci (que sí, que era marxista, por lo que alguno diría que “llevaba dentro de sí una carga inmensa de odio y crueldad”) que esta hegemonía de una clase alta sobre la mayoría de la ciudadanía se sostenía por la acción de la economía, el control de la política y los medios de comunicación, y que usaba la religión como un elemento de transmisión y aceptación eficacísimo. No sé si encuentran ustedes algún paralelismo más moderno…

En un artículo de opinión, Enrique Álvarez ha afirmado que el Islam es «malo y perverso» porque no reconoce la divinidad de Jesucristo.

La hegemonía cultural de este pensamiento único lleva a algunos a decir que el Islam es “una religión mala y perversa” porque no reconoce la divinidad de Jesucristo. Argumento de peso y empírico, ya ven, canela fina. Y es que las personas “biempensantes” tienden a creer que sus valores y creencias personales deben ser inmediatamente aplicables al resto de sus conciudadanos, a que son los mayoritarios además de los buenos y verdaderos. Y desde ese púlpito de moralidad juzgan sin miedo a ser juzgados.

Y aunque lo hagan con pinceladas de bagaje cultural que parecen afirmar que los musulmanes de antes sí que molaban, con perlitas que buscan distraernos de la gravedad de su afirmación principal, no siempre tienen éxito en disimular la intolerancia y el mesianismo que los anima. Su ignorancia, vamos.

Malo y perverso es el asesino que comete un acto de terror y barbarie como el que ocurrió en Barcelona, o siquiera lo intenta, no per se el que reza a uno u otro dios. ¿O es que acaso los supremacistas blancos de Charlotte representan a todos los cristianos de Estados Unidos? Porque esos bestias van a misa los domingos casi todos, créanme… No sé, permítanme que vaya a lo fácil: ¿practicaba Hitler el Islam? ¿lo hacía Franco cuando firmaba sentencias de muerte mientras merendaba en mesas presididas por crucifijos? O Stalin cuando purgaba a opositores a base de bien, por no darles a ustedes el argumento fácil de que sólo me meto con fascistas…

Permítanme señores y señoras biempensantes el atrevimiento: no tienen ustedes ni puñetera idea de cómo funciona el mundo, pese a lo que se crean. Pensar que aquí estamos hablando de religión es sencillamente o muy ingenuo o muy limitado, es confundir las causas con las excusas que las justifican. ¿Cómo explican ustedes que casi el 90% de los atentados llamados yihadistas cometidos desde el 2000 lo hayan sido en países de mayoría musulmana? No me hablen de chiíes y suníes, es el intento de dominancia de un grupo humano sobre otro, da igual la máscara de propaganda que se ponga.

Estos lodos vienen de polvos antiguos, de sistemas coloniales que impusieron los intereses económicos de los privilegiados de las distintas metrópolis sobre la vida y el futuro de las poblaciones colonizadas. De dictaduras y estados fallidos que a cambio de garantizar los intereses económicos de una minoría podían quedarse con una parte del pastel, aunque fuera estrujando a su pueblo. O de una Guerra Fría que en realidad en muchos sitios fue bien caliente. Y de algo antiguo como la Humanidad: la injusticia y el odio.

Las religiones son en ocasiones un refugio, un consuelo para personas desesperadas por su situación personal, económica o social. Identitaria incluso. Y algunas personas que llevan su desesperación al extremo abrazan esta religión de manera extrema, lo que les hace susceptibles de ser manipulados y utilizados por otros, para defender otra “hegemonía”. El axioma que siguen es simple: si canalizo mi rabia matando infieles (vale simplemente con que piensen de manera diferente) que me han dicho que oprimen a mi pueblo soy un guerrero santo o, si muero en el intento, un mártir. Y de estos a lo largo de la historia los hemos tenido en todas las creencias.

No me malinterpreten, por mucho que uno actúe habiendo sido manipulado eso no le justifica un ápice: los autores de estos atentados en cualquier lugar son terroristas y asesinos, no son víctimas. Eso no tiene vuelta de hoja. Pero las manos que mueven estos peones por encima del tablero son aún más culpables si cabe, y usan la religión como una zanahoria que agitar delante de estos burros. Una propaganda útil porque a fin de cuentas qué mejor publicidad que decir que Dios, Allah o Yahvé están de tu lado.

Y esto se combate con más democracia, que a su vez lleva a que exista la posibilidad de un desarrollo más equitativo. ¿Saben cuál es otra arma de destrucción masiva de radicalismos? La educación. En ella tendríamos que centrarnos, aquí y allá.

En suma: “es la hegemonía, estúpidos”, adaptando el famoso eslogan de la campaña de Clinton en el 92. Creo que algo les puedo contar al respecto porque me he tirado casi tres años viviendo en la zona cero de las religiones monoteístas y, por mucho que se lancen soflamas acerca de derechos divinos y lugares sagrados como Jerusalén y demás, allí de lo que se trata es del control del agua, de la tierra y de la riqueza. De la hegemonía.

Dejen ustedes de hacer el juego precisamente a Daesh y a asesinos similares con afirmaciones como las que podemos leer estos días, que no hacen sino facilitarles el intentar justificarse ante sus propias comunidades diciendo que les odiamos y que consideramos que son “malos y perversos”.

Soy un defensor de la libertad de conciencia y, por tanto, desde mi opción personal de no creer en ninguna deidad ni celestial ni terrenal, respeto el derecho de cada cual de orar a quien más le convenza, satisfaga o consuele. Recen ustedes a quien les parezca y consideren que tiene la llave de su salvación.

Eso sí, una “opinión personal” les transmito: que su religión, y la de cualquiera, mantenga las garras fuera de mi gobierno y de mi Estado, ya que una opción de elección individual no debe convertirse nunca en una imposición al colectivo. Y ya de paso, fuera de mis impuestos.

Que sea más y mejor democracia lo que garantice nuestra libertad. De los asesinos y los terroristas que se ocupe la justicia y toda la fuerza de nuestro estado de derecho, no las plegarias de nadie.

 

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1 Comentario

  • Sergey
    24 de agosto de 2017

    El Sr Alvarez en el artículo aludido y el Sr Ceballos, como cualquier español al que le asisten unos derechos constitucionales entre los cuales está la libertad de expresión, han expresado sendas opiniones personales. Nadie (nadie…absolutamente nadie) tiene derecho a pedirle a ninguno de ellos «dimitir» (entiéndase el modo ironía…los funcionarios no pueden dimitir ni «ser» dimitidos ni, entiendo, un cooperante, pues ambos están ahí por sus deseos y/o méritos individuales ganados/desarrollados en un determinado ámbito) de sus quehaceres profesionales por haber expresado opiniones, opiniones muy respetables y produndamente discutibles como todas.

    Estamos en un país, o estado como gusta llamarse ahora, en el que gracias al esfuerzo y trabajo de todos (y no gracias a Dios, Alá o a Yhavé) se goza de una libertad muy amplia, y yo lucharía hasta el final por defender ese estado de cosas y así conseguir que ambos, los Sres. Álvarez y Ceballos, puedan seguir expresando libremente sus opiniones….y del mismo modo lucharía, tambien hasta el final, contra cualquiera que quisiera limitar la libertad de ambos señores, pues ello significaría que se reducidirían mi libertad y mis derechos así como los de mi familia, los de mi hijo y los de mi hija pequeña.

    Hoy por hoy, me preocupa (en términos de libertad) muy poco…poquísimo…nada…lo que opina el Sr. Álvarez y sin embargo me preocupa bastante la actitud de aquellos (seguramente) bienintencionados que defienden, o pretenden poner al mismo nivel que los pesamientos e ideales de (todos) los individuos libres de nuestra sociedad, a las organizaciones o grupos que amparados en una religión (la que sea) buscan reducir esa libertad a imagen y semejanza de las sociedades en dónde impera dicha religión (la que sea y me da igual el grado mayor o menor de ese imperio) sea esta reducción de derechos en términos de reunión, de culto, de las mujeres, de los homosexuales o de cualquiera de los que (repito) disfrutamos ahora y, dicho esto, me sorprende que alguien considere las opiniones del Sr. Alvarez como una amenaza para nuestra convivencia.

    No conozco al Sr. Ceballos (ni al Sr. Alvarez…hasta esta polémica, no había oido hablar de él) pero me infunde mucho respeto alguien que haya deseado pasar tres años de su vida ayudando a otros desinteresadamente en un lugar como (entiendo) Oriente Medio. Comparto al 100% lo que dice el Sr. Ceballos de que el conflicto allí no es por la religión (la religión es una bandera como cualquier otra) y en el fondo lo que subyace es la hegemonía (la supremacía del uno sobre el otro) al no poder convivir. Seguro que nos podría ilustrar mucho de toda clase de barbarie, sufrimiento e intransigencia hasta unos niveles que pocos de nosotros conocemos o nos podemos imaginar, pero me gustaría hacerle una pregunta: de todos los paises en conflicto en la zona, ¿cual es el único que es una democracia parlamentaria y en cuyo sistema tienen presencia partidos de derecha, de izquierda, comunistas, laicos, judios y musulmanes?. Cuando conteste a ello, le preguntaré ¿considera que ello (el ser una democracia) es un obstáculo para La Paz en la región o debería mutar su sistema de gobierno a cualquiera del de los paises con los que limita para ayudar?. Gracias de antemano.

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