Ana Patricia Loot reina en el FITUR más botinesco
La vida es eso que pasa entre cena y cena previa a Fitur, la Feria Internacional del Turismo, en la Casa de Cantabria en Madrid donde, año tras año, podemos comprobar la evolución de la vida de presentadores de La Sexta -«mi segunda casa» (esta vez con un bebé, según repasó el presidente cántabro Miguel Ángel Revilla a los más de 200 asistentes al acto)
Al acto han asistido miembros habituales de la corte cántabra, como las constructoras Ascan o Siec, empresas como ITM, Lolín Jr. o La Gallofa, entre otros.
Pero también personalidades nacionales del mundo de la empresa, como Benjumea (máximo responsable de Airnostrum), y otros el embajador de Rusia y el de China (ni lo vamos a buscar en Google, lo escribiríamos mal y no creo que sea fácil de leer, venimos del Translatorgate), el Fiscal General del Estado, Julián Sánchez Melgar.
Junto a ellos, figuras más mediáticas cercanas a Revilla, como el ex juez Silva, el Padre Ángel, o el periodista Jesús Cintora. Del mundo de los medios estaban también el cántabro Fernando Jáuregui o Susana Griso. También estaba Iker Jiménez.
Nunca falla César Tolosa, expresidente del TSJC, ahora magistrado del Constitucional, a caballo entre Madrid y Santander, ni el cineasta Rodolfo Montero, afincado en Madrid, autor de un documental sobre el Año Lebaniego, con varios Goyas a sus espaldas. De la política, los diputados nacionales Ana Madrazo (PP) o Félix Álvarez (Ciudadanos), junto al portavoz parlamentario en Cantabria, Rubén Gómez.
Aunque quien ha dominado ha sido Ana Patricia Loot (Botín), en una edición de Fitur más botinesco que nunca: protagonista involuntaria del Translatorgate, y el principal reclamo de Cantabria este año es ese mirador de selfies frente al mar debajo del cual hay obras de arte y a veces conciertos.
La banquera cántabra ha recorrido al llegar los distintos puestos de empresas agroalimentarias que servirían la cena, como la destilería de Ginebra Siderit o la conservera laredana Codesa, guiada en ese recorrido por un Revilla a modo de virrey enseñándole que progresos hacen con las artesanías los indígenas en su ausencia.
La banquera se encontró con el economista televisivo, el liberal no, el otro, el socialista, que le hizo un bancasplaning al explicarle él a la dueña del emporio financiero el grado de liderazgo de su empresa en el mundo. Ella asentía.
No estaban ni Díaz Tezanos (sí la mayoría de consejeros, y Zuloaga, por cierto) ni Gema (ojo por ahí, que mañana movida, movida) ni el ministro (el de Fomento, no hay otro), o la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, que dijo que iba a venir pero que luego se disculpó porque se le alargó un pleno. Cosas que cuenta Revilla en el acto, mientras esgrime como reclamo de la cena a los famosos como Griso, «que seguro que se deja hacer fotos».
Ante todos, Revilla hizo gala de una extraña habilidad -acogida siempre entre risas y aplausos- para el halago imperfecto: por ejemplo, ante el embajador de China dijo que pese a que se habla mucho de sus libertades, no se pone lo suficientemente en valor que pese a ser tantos no se pasa hambre y además no son una amenaza para la paz.
Y ante el embajador ruso valoró que Rusia salvo al mundo de Hitler (gracias, embajador), al alcalde de Valladolid y hombre fuerte del PSOE Óscar Puente le subrayó el mérito que tiene que ser progresista y llegar a alcalde de Valladolid (casi tanto, dijo, como ser regionalista y presidir Cantabria). En el momento estadista, Revilla tachó de «estupidez» o «locura» el proceso catalán.
Revilla ha puesto en valor las 800.000 personas que han visitado Liébana en este Año Santo o el que Cantabria haya sido la comunidad con más aumento de viajeros.
Sobre todo, el papel de los cocineros cántabros, en un año en el que las estrellas Michelín han subido a ocho.
Además de ellos, otras empresas de ese sector pujante estaban por allí, como Siderit, destilería que se ha convertido en agente turístico al abrir su propio Museo del destilado, o Dromedario, habitual en decenas de países, un nombre cafetero asociado siempre a Cantabria.
En general, el presidente confía en que este sea un buen año, aunque no pudo resistirse a recordar el España no paga.
FelicianoPalacios
Revilla,para ser un payaso profesional, tiene poca gracia.