Respeto y necesidad de la diferencia frente al linchamiento digital

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«Hay muchas formas de entender la vida y todas valen. Parece que ahora los demás están siempre equivocados ¡Pero si el principio de la democracia y de la libertad se basa en la diferencia! ¿Por qué no aceptamos la diferencia? El respeto y la necesidad de la diferencia. Si no seríamos Corea del Norte», reflexiona Mar Abad, de Yorokobu («Take a walk on the slow side»), que participará esta semana en el Congreso de Periodismo Cultural que se celebra en Santander.

La cita está organizado por la Fundación Santillana, junto al Ayuntamiento de Santander y el Centro Botín, en sesiones que se desarrollarán estos próximos días 25, 26 y 27 de abril, dedicados a las redes sociales y al efecto perverso que despliega en nuestras democracias la maquinaria anónima de censura, acoso y difamación.

Una jornadas que estarán dedicadas al debate sobre el fenómeno del linchamiento digital, del que hablamos en EL FARADIO DE LA MAÑANA con Mar Abad, cofundadora de Yorokobu y de Brands&Roses, la editorial de contenidos para otras publicaciones o marcas.

Mar Abad detecta «un problema de comunicación grandísimo» que tiene que ver con que «no todos entendemos lo mismo por una palabra y no todos hablamos igual».

Además en redes sociales «es más fácil demostrar la ira» porque «cuando tienes una persona delante puedes no estar de acuerdo pero no se la ladra». «Es como si olvidásemos que detrás de cada cuenta hay personas y mucho más complejas de lo que cabe en un tweet«, subraya.

Mar Abad, cofundadora de Yorokobu

A su juicio «estamos perdiendo la perspectiva» cuando las cosas «son mucho más sencillas y tenemos muchísimas más cosas en común de las que pensamos». Pero, frente a esta idea, parece que miramos «cada línea para ver dónde está la diferencia», en una época marcada además por que «somos tan susceptibles y tan politiquísimamente correctísimos».

MUCHÍSIMA PEREZA

Así, las redes sociales «están empezando a dar muchísima pereza», porque de un primer momento en que había «mucha ingenuidad» o al menos un «postureo ingenuo», hemos pasado a «la lucha, la violencia y la manifestación constante».

«Y eso también satura, casi que te quita la alegría de vivir y el buen humor», critica.

En su opinión, el linchamiento digital «se está convirtiendo en un hábito» y «muchas personas no son conscientes del daño que hacen» con comportamientos que van de la descontextualización a la demonización. «Se nos ha ido de las manos y para mí es una decepción con Internet».

Porque en su análisis de la cuestión, Abad explica que con las redes sociales ha sucedido parecido que con Internet en los años 90, cuando «estábamos esperanzados» en que llegara «una democracia mejor, con más altavoces, en un ágora donde todos podamos hablar», y al final ha sido «un reflejo de la plutocracia y nunca ha habido empresas tan poderosas como hay ahora«.

«Con las redes ha pasado igual: al principio teníamos a muchos conocidos y desconocidos a mano, a los que podíamos recurrir y compartir con ellos», con unos «puntos de vista muchísimo más amplios» a través de otros medios que no conocíamos.

Sin embargo, «con la burbuja de filtros y toda la ira que estamos volcando lo que pasa es que incrementamos la conflictividad social, la rabia, el cabreo y la indignación». «Lo alimentamos en las redes», recalca.

YOROKOBU, «UNA FORMA DE CONTAR LAS COSAS»

Yorokobu es una publicación digital que también tiene una revista, y que se financia a través de contenido de marca y de los contenidos editoriales que elabora en Brands&Roses, basados en la «creatividad» y la «inspiración».

A Abad le cuesta definirlo y considera que es «positivo». «Intentamos cambiar mucho, ser muy flexibles; somos una forma de contar las cosas«, esboza finalmente.

«Nos gusta la sociología y la creatividad. Si te enseñan a ser creativo te defiendes mucho mejor en tu trabajo y disfrutas mucho más de la vida. Es como un entrenamiento del cerebro. Te enseña a mirar de otra manera y a ver otros enfoques».

Una filosofía que se transmite a su agenda. En su elección de temas prima que cuente algo que conecta, ayuda a pensar, enseña o divierte. «Nos centramos en creatividad, inspiración, en cosas que nos hacen pensar a nosotros y que nos pueden ayudar tanto en nuestra profesión como en lo persona. Si vemos que funciona y que puede abrir la mente, adelante».

La cofundadora de Yorokobu explica que el proyecto de comunicación se mantiene (con cerca de 20 empleados), que es «lo más difícil en prensa» en tiempos en que, salvo excepciones como eldiario.es o El Confidencial, nadie da con el modelo.

En su caso, Brand&Roses es una red de seguridad. «Nos permite respirar tranquilos, tener cierta independencia y no caer en vicios tremendos como que sólo te pongo publi si hablas de mí. Tenemos más líneas de negocio que nos permiten que si un mes el contenido patrocinado va flojo puedo permitirme sacar adelante Yorokobu porque tenemos más vías de financiación».

 

 

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