Agur E.T.A, Agur
Tenía 17 años cuando escribí esta poesía. Es una de las primeras que recuerdo con este tipo de contenido. Vivía en Bilbao, en el kasco viejo (donde la “K” tiene su sitio) con mi abuela. En la c/ BarrenKale esa donde los M.C.D decían que tu cabeza va a estallar. Ellos se referían a una calle llena de crestas, remaches e imperdibles, llena de ruido, sueños imposibles mezclados con agujas y cervezas. Recuerdo caminar de la mano de mis abuelos al volver a casa por la noche y llegar al portal. Al hacerlo siempre había alguien sentado. Recuerdo que se apartaba amablemente o se levantaba ante los improperios de mi abuela: tranquila señora, la decían mientras me sonreían. Quizás tenga otros en la memoria, pero ese es el que permanece presente.
Recuerdo el ruido de las detonaciones, de las pelotas de goma, de las carreras por el casco viejo. Buscar refugio en los bares y las persianas bajadas. Recuerdo las pintadas y las dianas apuntando el objetivo. Recuerdo un paisaje de normalización de la barbarie donde ETA repartía los carnets de buenos y malos patriotas, de “txakurras” y “gudaris”. Recuerdo que esa credencial cambiaba según le convenía a su relato. Recuerdo caminar por las calles y ver a las familias pedir el acercamiento de presos a las cárceles del País Vasco reunirse en el Arriga cada Jueves. Recuerdo hablar con ellos, pasar a su lado.
Recuerdo a los primeros grupos de personas que se ponían a condenar los asesinatos de ETA y se concentraban en la plaza Circular. Recuerdo ver cómo les insultaban, les escupían, les intimidaban. Les recuerdo valientes, con esa valentía hecha de la cotidianidad, de personas normales, que no se consideran héroes, pero que sabían que algo había que hacer. Recuerdo reconocerles desde la distancia, acercarme a su lado y pasar a su lado con la sensación de que debía haberme quedado un poco más. Recuerdo sus miradas cercanas que miraban más allá del miedo inoculado. Las que intentan respirar más allá de esa atmósfera irrespirable.
Recuerdo la “Aste Nagusia”, la semana grande de Bilbao. Perderme entre las “txoznas” y las comparsas con todo el imaginario etarra al servicio de la propaganda. Los asesinos convertidos en héroes, en defensores de esa patria oprimida, mientras los “katxis” corrían entre la gente, y la música te rompía los oídos con el ruido de la fiesta. Recuerdo que al final ni siquiera nos fijábamos en los rostros de las fotografías, ni en lo que ponía en ellas. Todo se envolvía en una normalidad hecha a la medida del ruido para silenciar la voz de las víctimas de ETA.
Recuerdo oír en los bares del “kasko” que PP era igual al fascismo que había que derrotar para construir una sociedad mejor, que PSOE eran los mismos perros con diferente collar, que IU, eran unos españolistas que no entendían nada, porque izquierda y español era una herejía para el auténtico revolucionario. Y el PNV otro tanto.
Recuerdo cuando surgió “Aralar”, escuchar voces que decía que eran unos traidores a la lucha armada, ¿Una izquierda abertzale que condenara la violencia de ETA? Era impensable, al igual que los “buenistas” del ElKarri, luego “Lokarri”, “De gesto por la paz” u otros similares, solo recuerdo escuchar que eran el brazo amable del españolismo, cuando “españolismo” era la peor etiqueta que podían colocar, si lo hacían ya estabas marcado, daba igual lo que dijeras, te convertía directamente en un “maketo” al servicio del estado opresor. Daba igual que hablaras de paz, para ellos eras el rostro amable que escondía el yugo opresor, y por eso te odiaban un poco más si cabe. Y así con todos aquellos que de una u otra manera se iban apartando de la línea que ETA marcaba.
Recuerdo a amigos, a gente buena, comprometida con causas humanitarias, hablar de utopía, de un mundo mejor y encajar a ETA en ese relato, como si fuera el mal necesario para conseguir un mundo nuevo, o la liberación de una opresión, para ellos omnipresente en sus imaginario particular.
Recuerdo una realidad difusa, complicada de entender, empeñada en presentarse en un “conmigo o contra mí” donde las víctimas ni existían, su rostro llevaba la marca de la justicia revolucionaria, de la retórica del conflicto que te adjudicaba un papel predeterminado, y una tumba en el cementerio, en la que no había “dantzaris” , ni “euskoguadariak”, sino silencio, anonimato , miedo e incluso pintadas que no se conformaban con la muerte de quien ocupaba esa sepultura, sino que buscaban borrarla de la historia, de su relato, humillarla, que la negaban incluso la dignidad de su memoria.
Recuerdo ir abriendo los ojos a golpe de atentado, de amenaza, de cotidianidad marcada por el odio, por la incomprensible distancia a quien hasta hace poco había sido tu compañero de juegos o trabajo, con quien habías jugado a pelota en el frontón y luego ir a tomar uno txikitos, que acababan siendo bilbainadas, con quien habías compartido partidas de mus en el “txoko” o “putxeras” en la sociedad gastronómica. Recuerdo perder el miedo a romper esa espiral del silencio y decir que ETA era fascismo, recuerdo la distancia, la marca, la mirada de “ostias este no es de los nuestros”.
Recuerdo el ruido de otra bala, de una bomba, de otro atentado. Recuerdo llegar a casa y escribir sobre la lavadora de la cocina “Asesinos de sueños”. Tenía 17 años más o menos. Agur ETA, ojalá ni siquiera fueras parte de mis recuerdos. Si lo eres que sea para que tu sinrazón no se repita. Ojalá nunca hubieras existido.
Poesía “Asesinos de sueños”:
“Vais proclamando la libertad de un pueblo / su lucha por la autodeterminación / afirmáis que sois el hacha de guerra / que lucháis por una nueva nación, / pero vuestras armas son el miedo / y vuestra bandera es el terror, / me decís que la utopía / está al alcance de mis manos / y al mostrarlas tan vacías / con las marcas de la sangre / aún reciente de las vidas / que os llevasteis por delante… / Yo no entiendo que la tierra / pueda regarse con el púrpura / no concibo una quimera / hecha con tiros en la nuca, / Y me decís que no sirven los peros / que si los tengo soy un traidor / pero si vuestras armas, ¿no son el miedo? / Y vuestra bandera, ¿no es el terror? / convertís en esperpento / cada latido soñador / y disparáis a los espejos / donde miró mi corazón…/ Y aquí sentado sobre esta tierra / vivo el destierro de vuestro adiós / tomad mi cuello y apretad con fuerza / y ni aun así se irá mi voz, / ¿pero es que nadie se ha dado cuenta / de como late un corazón / de como mira una mirada / de que la muerte solo es dolor!? / ¿Pero es que no veis llorar a un pueblo / atenazado por las cadenas? / Os convertisteis en carceleros / en los verdugos de su conciencia… / Ninguna patria merece un muerto / ninguna bala mata una idea / no es más que solo el humo negro / sombras oscuras en noches ciegas / miran con odio al mundo entero / que no está dentro de sus fronteras, / dejan el luto de los silencios / a quien no entiende su sinrazón / pero sus armas ¿no son el miedo / y su bandera ¿no es el terror?, / tan solo quedan los cementerios / para llorarte en soledad / ellos no mueren porque están muertos / matan los ecos de libertad, / pero mi boca aún sigue abierta / inhala el aire de vuestro odio / y lo devuelve con una queja / paloma blanca de nuestro pueblo…/ Nunca quisimos falsos profetas / hijos bastardos de un dios menor (Sabino) / dejad en paz a esta tierra / donde enterrasteis nuestra ilusión…/ Y aunque me ahogues con tu bandera / no callarás nunca mi voz / porque tus armas son tu condena / y tu bandera solo el cartón / donde dibujo lágrimas negras / oscurecidas por tu rencor, / Y cuando acabe no serás nada / tan solo olvido en un rincón, / porque tus armas solo es TU miedo / y tu bandera es TU terror… / miedo de verte en un espejo / y solo ver… desolación, / terror de ser tan solo un ruego / en el final de una oración, / si vuestras armas son solo el miedo / y vuestra bandera solo el terror / de la tristeza nacen los versos / palabras hechas con el dolor / de las heridas que habéis abierto / pero no ocultan alzar su voz / y recordaros que aún mas que el miedo / es la esperanza de un soñador, / que no podéis matar los sueños y que este sueño(pueblo) ya despertó. (De vuestra pesadilla).