Racing, ascender como un rayo

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||por Luis Ruiz Aja, sociólogo y ex jugador de fútbol||

Recientemente me vi forzado a realizar un viaje relámpago a la capital de España, por motivos un tanto peculiares: llevar a mi hijo Jorge, santanderino de 9 años, a festejar el éxito futbolístico del club de sus amores.

Pensarán, lectores, que me estoy refiriendo al Real Madrid o al Atlético, pero no acertarán, porque debo confesarles que el niño me ha salido… ¡del Rayo Vallecano! Y no me pregunten por qué es del Rayo, ni se lo pregunten a él, ya que les mirará -entre sorprendido y un tanto hastiado por la falta de originalidad de tan frecuente pregunta- y les responderá aquello de “¿por qué va ser? ¡porque me gusta el Rayo!”.

Y ciertamente, resulta un poco inquietante que vivamos en una sociedad en la que se vean constantemente forzados a dar explicaciones todos aquellos (incluidos los niños) que no apuestan por el “caballo ganador” o muestran unos gustos que no se adaptan a la norma (en este caso ser del Madrid o del Barça)

Felines entregando camisetas del Rayo en un centro ocupacional en Ávila

El caso es que no tuve escapatoria posible ante las insistentes demandas de mi hijo: de nada sirvió mi recurso a la manida exigencia de “tendrás que ganártelo con buenas notas” (pasó de sacar aprobados raspados a sobresalientes, en cuanto le lancé el reto).

Además, en mi mente pervivía el recuerdo de cuando mi padre, siendo yo un niño, me hizo feliz al llevarme al estadio de Sarriá a ver el Mundial 82 en directo, con aquel Brasil mágico que lideraba Zico. De algún modo yo debía corresponder ahora a ese regalo inolvidable, haciendo lo propio con mi hijo. Así que allí nos fuimos: “ a la “república de Vallecas”- como dirían los incansables hinchas “Bucaneros” con quienes mi hijo compartió cánticos durante todo el partido- para ver disputar al Rayo su último partido en casa, el que le supuso el ascenso a Primera.

Y lo hicimos por cortesía del presidente honorífico del club, el mítico Felines, y de su hijo Juan Carlos ( amigo mío desde que jugamos juntos en el filial del Racing). Ambos nos habían invitado al partido tras quedarse gratamente sorprendidos al saber que en Santander había un niño que era un auténtico fan de su club.

Reencontrarme con Felines -entrenador que ascendió en su dia al Rayo Vallecano y también a nuestro Racing- y ver una afición totalmente volcada con su equipo -el cual en apenas un año y medio había pasado del riesgo cierto de bajar a Segunda B a la gloria de subir a Primera- indefectiblemente me retrotrajo a la situación actual de nuestro maltrecho Racing.

Y me acordé de aquella otra caída a los infiernos de la Segunda B de las que nos sacó el propio Felines, allá por la temporada 1990-91. Por entonces yo jugaba en el filial del Racing (otro Rayo, el antiguo Rayo Cantabria) y recuerdo que el primer equipo estaba pasando momentos muy bajos, hasta el punto de que en la temporada anterior le solíamos plantar cara en los amistosos de los jueves, llegándole a empatar o ganar en alguna ocasión.

Hasta que llegó Felines: un entrenador muy bajito pero con mucha personalidad, con aquel carácter y sentido del humor (“retranca”) de quién ha crecido en -y ha llegado a conseguir el respeto y admiración unánimes de- un barrio como Vallecas. De hecho, cuentan que cuando Gómez Solana (“el Boli”) fue presentado como segundo entrenador del Racing (la estatura de ambos entrenadores apenas superaría los 3 metros entre los dos), Felines le espetó delante de toda la plantilla “ ¡ Vaya! Esperaba que me trajeran a un Tip como ayudante, pero veo que me han traído a otro Coll!” ,ante las risas de los jugadores.

Y es que Felines gozaba de esa inteligencia innata, esa listeza y espabilina propios del “canijo que se convierte en el chulo del barrio”. Lo cual también logró trasladar al fútbol: como jugador se convirtió en el líder y capitán del Rayo Vallecano en una época en la que los jugadores bajitos eran rápidamente defenestrados ante el paradigma, por entonces dominante, que buscaba “jugadores-atletas”.

Y también lo plasmó como entrenador: Volviendo a mi experiencia en el filial del Racing, a partir de que Felines llegara a nuestro club e impusiera su sistema de juego, no solamente dejamos de poner en aprietos al Racing en los “partidos-entrenamientos” de los jueves, sino que recuerdo la sensación de tener el balón y no hallar hueco alguno por donde atacar, ante el orden y rigor defensivo que este entrenador imprimió a aquel modesto Racing.

Dicha colocación y orden táctico fue uno de los factores que contribuyeron al ascenso de aquel año. La receta del éxito se completó con otras medidas: Felines fue el responsable de traer unos pocos refuerzos que ya habían jugado con él en equipos anteriores, como el caso de Sanchez Lorenzo, fichajes que no eran muy conocidos pero le aseguraban un buen rendimiento por su experiencia en categorías superiores y por el conocimiento del sistema de juego de Felines , y– a la vez-resultaban asequibles económicamente, dado que ya eran veteranos.

Estos se veían complementados por la restante plantilla, formada íntegramente por jugadores “de la casa”, algunos muy jóvenes y recién ascendidos de las secciones inferiores -como el caso de Solaeta o Pepe Aguilar- y otros ya insignes veteranos “ regresados” al final de su carrera, como Pedraza o Marcos Alonso, pero todos ellos compartiendo una misma ilusión y amor por los colores .

La analogía entre aquella etapa del Racing en Segunda B y la actual, considero que debería hacer reflexionar y tomar nota a nuestro club. Al objeto de que -tras constatar lo fácil que resulta perder la categoría tras una mala temporada y lo dificilísimo que supone recuperarla- tratar de hallar un “ nuevo Felines”: un entrenador que no tenga por qué ser muy conocido o mediático, pero ostente unas cualidades y experiencia adaptadas a clubs que pretendan subir de categoría; con un modelo de juego definido que destaque por su rigor táctico y juego colectivo; y con unas capacidades ( valentía,“ ojo clínico”…) que le permitan apostar por los mejores canteranos, junto con una detección de los 3-4 jugadores que se conviertan en los más destacados de la categoría y pasen a ejercer como “ espina dorsal del equipo” (por ejemplo: un destacado defensa, un gran medio y un delantero goleador) y en cuyos fichajes el club debería concentrar sus principales esfuerzos económicos ( más vale fichar a tres que marquen la diferencia, que traer a quince “medianías”).

Con esta receta es posible que no lográsemos salir del pozo en el primer año, ya que se trata de una apuesta a medio plazo, que parte de la concepción de que el hundirnos hasta tocar fondo supone una oportunidad para impulsarnos, resurgir y volver a hacer las cosas bien … ¿que se trata de una apuesta que no encaja con los cánones y los “ismos” que rigen el fútbol ( “cortoplacismo”, mercantilismo , resultadismo…)? Ya, es posible. Me van a disculpar, pero en mi familia somos un poco raros y románticos en materia futbolística, no sé si les he dicho que mi hijo es del Rayo Vallecano….

 

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1 Comentario

  • Cecilia
    16 de junio de 2018

    Un escrito lleno de sentimiento,de critica a la sociedad que adora a los ganadores que representan todos » ismos», de reconocimiento hacia un buen jugadory entrenador forjado en un barrio como VAllecas y finalizando com un acertado analisis y propuestas a la dificil situacion que vive el Racing de Santander.

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