El día del Carmen del nuevo PSOE
El día del Carmen es el primer aniversario de la victoria de Pablo Zuloaga en las primarias del PSOE y, por tanto, de la caída del antiguo régimen en la calle Bonifaz. Aquella tarde-noche del anterior verano cuando también supimos que Zuloaga, a pesar del incontestable triunfo en las urnas, no lo iba a tener fácil para controlar el partido.
Cuando Eva Díaz Tezanos, la (pen)última de Filipinas, salió en rueda de prensa a afirmar que el PSOE de Cantabria salía “débil” y “fracturado”, no estaba haciendo un análisis ni una “reflexión”, estaba declarando la guerra a los legítimos vencedores del proceso interno en las urnas. Efectivamente, dibujó un campo de batalla y los enfrentamientos han sido constantes en los últimos 12 meses.
Los perdedores del Congreso hicieron de la insumisión a las órdenes de la nueva dirección socialista su nueva manera de no saber estar en política. Fue el exconsejero de Educación, Ramón Ruiz, el que más se enfrentó a Pablo Zuloaga, con una beligerancia en el trato hacia el nuevo secretario general, en forma y fondo, que fue determinante.
Zuloaga reunió a su ejecutiva y diseñó un cambio de caras que fuera representativo de la nueva etapa. Caería Ruiz – sustituido por otro histórico socialista crítico, en un nombramiento que fue precipitado y en el que se priorizó un mensaje de cambio con la rehabilitación política de Francisco Fernández Mañanes.
También se decidió el final de otros dos cargos: la presidenta de MARE, la histórica socialista Rosa Inés García Ortiz y el polémico consejero delegado de SODERCAN, Salvador Blanco, que por aquellas alturas ya tenía tres peticiones de cese del Parlamento de Cantabria.
Tras semanas de desobediencia a las órdenes del partido, García Ortíz y Blanco dimitieron de forma coordinada, con el objetivo de denunciar una campaña de acoso contra la vicepresidenta.
Y aquella guerra todavía tiene consecuencias para el PSOE. No se puede analizar la huelga en Infantil y Primaria del próximo mes de septiembre sin su relación con el cese de Ramón Ruiz. En la Cantabria de taifas de las etapas de Gobierno PRC-PSOE, Educación era su territorio. La irresponsable dimisión de decenas de funcionarios en equipos de dirección, como última muestra de lealtad hacia su figura, puso en riesgo, sin mayores consecuencias finalmente, el inicio del curso escolar 2017-2018.
De la engrasada relación de Ruiz con los sindicatos se pasó al mantra extendido por los colaboradores de Ruiz de que los maestros Mañanes o Isabel Rodríguez (secretaria de política institucional del PSOE) eran perfectos desconocedores del mundillo de la Educación; lo que desconocían, tal vez, es cómo se las gastan los sindicatos docentes. Ahora ya lo saben.
Aquellos cambios en el PSOE llevaron a cambios en el Gobierno. Y ahí empieza la relación de Zuloaga con Revilla.
Sus primeras fotos son en el bar de al lado del Ángel. Es el Ángel el bar de encuentros políticos trascendentes: el del traspaso de poder de Revilla a Nacho Diego o el de la foto de Revilla con Pablo Iglesias desayunando sobaos; fotografiarse en el otro bar de Peñaherbosa que está enfrente del Gobierno no pudo ser casual.
Zuloaga tuvo que pedir la convocatoria de la mesa de seguimiento del pacto para abordar los relevos en el Gobierno de Cantabria.
El nuevo PSOE quería cambiar caras y quitar competencias a la vicepresidenta Díaz Tezanos. Zuloaga consiguió el relevo de Ruiz, pero el PRC blindó a su oponente, a la vicepresidenta, con la que formalmente habían alcanzado el pacto en 2015.
El PRC puso encima de la mesa que si se revisaba el pacto de legislatura querían hablar de competencias y del presupuesto. Lo de SODERCAN de vuelta a Industria – su lugar- era más bien un farol, pero los regionalistas sí consiguieron incrementar el peso relativo de sus consejerías en el presupuesto. Díaz Tezanos conservó toda su estructura en el Gobierno.
La renovación del pacto del PRC con el PSOE de Zuloaga se concretó en una rueda de prensa en el Parlamento en la que Revilla exhibió sus capacidades para regalar toda una galería de caretos contrariados con su nuevo socio de Gobierno. Trató a Zuloaga con condescendencia cuando no con desprecio y le pidió que no revolviera más el gallinero. El nuevo líder socialista empezaba a pagar la novatada.
De su posición de debilidad debería haber aprendido cuando en diciembre se terminaba de negociar el presupuesto regional. El Gobierno PRC-PSOE iba a hacer lo mismo que el equipo de Gobierno del PP en el Ayuntamiento de Santander: negociar y pactar con los tránsfugas de Ciudadanos. Zuloaga hizo un intento de abrir el diálogo a otros partidos para no pasar el bochorno de votar con el diputado Carrancio.
Y le salió a medias. En el mejor de los casos pudo trasladar que es un nuevo político con sanas intenciones democráticas (y con mejor rollo con Podemos). Pero en aquellas horas transmitió su urgencia por separarse de la acción de Gobierno del partido de Revilla. Y sobre todo volvió a asomar su debilidad, cuando finalmente los diputados del PSOE se tuvieron que plegar y votar con el tránsfuga.
Revilla pidió a Zuloaga que garantizara el voto de los cincos diputados del PSOE y de paso tuvo el gesto de tranquilizar al líder socialista: muchos cántabros ni siquiera se enterarían de la aprobación del presupuesto tránsfuga y los que sí estuvieran informados lo habrían olvidado para la cena de Nochebuena.
Tenía razón: en mitad de la crisis de Cataluña había un Madrid-Barça y el gordo de la lotería cayó en Cantabria por primera vez en 50 años. Los cuñados tenían temas de conversación de sobra para los encuentros de la Navidad de 2017.
Tras perder otro pulso con Revilla, Zuloaga se propuso un 2018 con una agenda de posibles. Por una parte todo lo que ponía en bandeja un partido renovado y con ganas de actualizar propuestas. Pasaron por Cantabria desde la estrategia socialista sobre las pensiones hasta talentos recuperados por Pedro Sánchez como una entonces bastante desconocida Teresa Ribera (hoy ministra).
Por otra parte, tenía que atar otro proceso de primarias para ser candidato y seguir visitando a las agrupaciones locales mientras miraba de reojo que el desgaste de un Gobierno de Cantabria heredado no le llevara por delante. Por eso adelantó a finales de mayo las primarias a candidato a la Presidencia del Gobierno. Quería resolver por la vía rápida
Y aquí empieza la buena suerte de Zuloaga. Primero su oponente en las Primarias, el regalo de sus adversarios de poder confrontar con Ricardo Cortés, miembro destacado de la gestora que apartó a Pedro Sánchez y se abstuvo en otoño de 2016 para facilitar la investidura de Mariano Rajoy. Cortés – este sí el último de Filipinas, que salió sólo en rueda de prensa tras ser vapuleado en las primarias, sin nadie del Tezanismo para dar la cara y para una intervención de apenas dos minutos- representaba todo lo contrario que Zuloaga, barón sanchista en Cantabria.
Por otra parte, es paradójico pero no es casual que la única consejería que no tiene líos desde el cambio de poder en el PSOE es la única que generaba escándalos hasta la irrupción de Zuloaga: la macroconsejería de la vicepresidenta.
Zuloaga, además, tenía que afrontar el mal de los recién llegados: la estrategia del “todos son iguales” que impulsan los más viejos del lugar; una burla bastante constante por su lógico afán por tener visibilidad en los medios de comunicación – críticas que no reciben quienes hacen lo mismo desde una situación de poder- y la misma sensación de poder, que es algo poco científico pero se tiene o no se tiene, se transmite o no se transmite.
El caso es que cuando peor se estaban poniendo las cosas y las expectativas electorales del PSOE de Zuloaga amenazaban con los dos grandes posibles fracasos que puede sufrir, los mantras de sus adversarios internos (descender en votos y/o diputados respecto al papel de Díaz Tezanos en 2015 y perder el Gobierno de Cantabria); cuando se sucedían las crisis en áreas del PSOE en el Gobierno (las dimisiones de los altos cargos del Servicio Cántabro de Salud por los contratos fraccionados; el cese del interventor general; los líos de la operación Racing en Economía o la huelga en Educación) llegó la moción de censura a Rajoy y el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, como una luz divina entrando por las ventanas de la sombría sede del PSOE de Cantabria.
Entonces llegó el mes de junio que cambió tantas cosas. Y Borrell y Pedro Duque eran ministros. Y Grande-Marlaska, en un ‘Gobierno de las mejores’ con más ministras que ministros. Y las encuestas se dieron la vuelta. Y el PSOE volvía a ganar. Y en Cantabria podía ser segundo partido, por delante del PP.
Y en junio también, el Gobierno de Pedro Sánchez necesitaba un nuevo delegado del Gobierno, un dulce que Zuloaga no podía rechazar. Días antes no transmitía poder y ahora es el jefe de la Policía y de la Guardia Civil. Y tiene la posibilidad de resignificar una institución muy discreta. Puede desplegar grandes banderas arcoíris por el orgullo LGTBI y dialogar con la PAH o trasladar peticiones de colectivos sociales para salvar La Magdalena.
Es el blanco de las críticas de sus adversarios y eso le pone en el centro. Si, como apuntaba Raúl Gil en su sección Indiepolitik en EL FARADIO DE LA MAÑANA, es verdad que a Revilla no se le combate sino que se le sustituye, entonces Zuloaga detenta el cargo adecuado.
Cumpliendo junto a l@s compañer@s de @PSOECantabria con la #tradición de poner la vela a la Virgen del Carmen en #RevillaDeCamargo, donde miles de personas procedentes de toda #Cantabria acuden en peregrinación nocturna para asistir a la misa de la madrugada #FiestasDelCarmen2018 pic.twitter.com/rbL3pjvzjZ
— Pablo Zuloaga (@Pablo_Zuloaga) 15 de julio de 2018
El día de su aniversario como líder socialista, sin ir más lejos, estará en tres misas: a las 11 en la Iglesia del Pesquero, a las 12 en Comandancia Marina y a las 17 horas en la misa del Carmen y procesión marítima de Suances.
Todo apunta a que la gran carrera en las elecciones de 2019 será por la segunda posición, porque ninguna escudería puede competir hoy con el PRC ni con Revilla: no tienen un coche tan a punto ni un piloto tan experimentado. Pero no será baladí la batalla por el segundo, que de fondo es la primera plaza en el escenario del postrevillismo.
Un año después de su irrupción en la política regional Zuloaga supera la primera curva en posiciones de cabeza pero el circuito está lleno de amenazas.
Aunque ha diluido su responsabilidad en el Gobierno de Cantabria será el responsable en Cantabria de las crisis que pueda tener el Gobierno de España (crisis que no podrá evitar directamente, porque no controla la gestión, como mucho la comunica).
Sus oponentes han empezado a perfilar la lista de agravios de Pedro Sánchez, no ha hecho más que comenzar machacona y exageradamente con los temas de agenda del exministro de Fomento, Iñigo de la Serna (el desaire de Enaire). Pero luego habrá de todo, desde debates ideológicos favorables a Zuloaga como la agenda feminista hasta los económicos desfavorables, como la subida del diesel o de otros impuestos.
Vienen curvas y el joven piloto tendrá que trazarlas con destreza, al tiempo que el PSOE da forma al proyecto electoral, cuando se verá si tiene una maquinaria engrasada como para competir.