De la Serna renuncia a la política tras perder el poder
A Íñigo de la Serna no le quedaban muchas opciones políticas: la pérdida del Ministerio de Fomento tras la moción de censura que aupó a Pedro Sánchez al Gobierno central le dejaba sin la visibilidad, presupuesto y proyección política que brinda esta cartera.
Y la derrota en el Congreso del PP nacional de la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría le alejaba de la corriente que ahora domina el partido. De rebote, los planes de integración del PP no salieron adelante –según las crónicas rechazó un cargo en la dirección de Casado al considerarlo de rango menor–, de modo que tampoco estará en el Comité Ejecutivo del PP a nivel nacional.
Su presencia en la dirección regional lo era en calidad de ministro, y no era ni diputado nacional ni autonómico (sólo la dirección autonómica le metió en la lista, pero dejó de ser diputado cuando fue nombrado ministro), de modo que el exalcalde se quedaba en una tierra de nadie que dificultaba mucho la continuidad de su trayectoria política. La Santander sin mayoría absoluta y en la que está comenzando a aflorar el descontento con los flecos de su gestión que le ha tocado afrontar a su sucesora Gema Igual no parece tampoco buena idea.
EL DIARIO MONTAÑÉS avanzaba ayer en su Web y cuenta hoy, Día de las Instituciones, en su edición impresa la confirmación, por boca del propio De la Serna, lo que es más una consecuencia que una decisión: su reincorporación al sector privado, sin que de momento trasciendan detalles, y que en cualquier caso cuenta con la limitación de no poder tener que ver, durante dos años, con áreas relacionadas con su gestión en Fomento, es decir, temas relacionados con ingeniería, construcción, obra pública, sector aéreo o portuario…
Pese al intento de adscribirlo al sector profesional, lo cierto es que De la Serna lleva dos décadas ocupando cargos públicos, mucho más tiempo del que pasó en la empresa privada, la ingeniería APIA XXI, redactora del PGOU.
Fue director de gabinete de la Consejería de Medio Ambiente con José Luis Gil, desde donde se gestionó el saneamiento de la Bahía y la crisis del Prestige (cuestionada en Cantabria por sus elevados costes y el material que se compró y quedó sin usar), desde donde fue fichado para Santander. Allí sería responsable de una Concejalía de Medio Ambiente que, merced a las competencias en agua o basuras le permite entablar relaciones con el sector privado.
DE LOS GRANDES PROYECTOS AL URBANISMO FRUSTRADO
En el Ayuntamiento quedarán en la memoria dos proyectos que en realidad eran más amplios y con responsabilidades colectivas o más allá del Consistorio: un Mundial de Vela organizado por una Federación deportiva y un Centro Botín promovido por la fundación de un banco sobre suelo que pertenecía al Puerto. De todo lo relacionado con Smart City no se ha producido un efecto ligado de forma visible en el día a día ciudadano.
Cabría la tentación de sumar a la frustrada Capitalidad Europea de la Cultura a la lista de fracasos por no conseguirse, pero lo cierto es que de ahí deviene un proceso que ha generado un movimiento cultural activo y dinámico en Santander. Las fiestas de Santiago cambiaron bajo su mandato: la idea de las casetas (con evidentes signos de agotamiento) consiguió sacar a más gente a la calle.
El alcalde que pactó con dos concejales de Ciudadanos ahora tránsfugas pidió las escolleras y planificó el MetroTus, dos patatas calientes con las que está teniendo que lidiar su sucesora, Gema Igual, a la que también le estalló el derrumbe de Sol 57, ya bajo su responsabilidad pero con implicados que pertenecen al círculo agustino de relaciones de De la Serna. Ni tranvía ni túneles de Norte a Sur: las anunciadas conexiones se quedaron en escaleras mecánicas para subir tramos de cuesta o escalera, y un sector trascendental para la ciudad, el comercial, se resiente de su gestión de la Zonas de Gran Afluencia Turística y las aperturas. .
Pero resulta difícil contar la historia de De la Serna en el Ayuntamiento sin hablar de Amparo, la anciana santanderina que se levantó contra la expropiación de su finca para que construyera una carretera la constructora de un miembro del Partido Popular. La mujer que falleció el mismo día en que se conmemoraba el incendio del 41 recibió criticas por parte del equipo de Gobierno como si fuera un partido de la oposición no fue citada a la Casona hasta bien entrado el conflicto.
Su lucha tuvo un efecto inspirador y unificador en otros barrios afectados por proyectos urbanísticos, como El Pilón, el Prado San Roque o Castilla-Hermida, a cuyos vecinos críticos se refirió despectivamente como “plataformitis” sin observar que estaban marcando un cambio de rumbo que empezó con las asociaciones vecinales afines (el Cueto que sufrió los excesos de la senda costera) y que desembocó en la pérdida de una mayoría absoluta para su partido que parecía tan consustancial a Santander como las dos caras de su escudo.
Su mayor fracaso en una ciudad que pierde población año tras año y en la que el Cabildo de Arriba no afrontó el proceso de regeneración necesario tras el derrumbe que dejó tres víctimas es la anulación del PGOU por el Tribunal Supremo. Es una época y un área, la del urbanismo, de la que se dará buena cuenta en ‘Expulsados’, el libro de EL FARADIO cuya distribución es inminente.
GRANDES ANUNCIOS, POCAS LICITACIONES
De su paso por el Ministerio, que le proporcionó visibilidad nacional y protagonismo autonómico (dos factores que suman mucha en una candidatura autonómica) quedan muchos anuncios, pero lo más concreto y firme (por mucho que se quiera hacer las infraestructuras llevan una tramitación compleja que impide grandes cambios incluso en el ciclo de una legislatura) han sido las adjudicaciones de una vía de acceso al Puerto de Santander (formalmente adjudicada por su sucesor), la adjudicación de la continuidad de la A-67 entre Barreda y Rinconeda, la licitación (cuando se sacan a concurso) de cuatro tramos de alta velocidad en el recorrido por Palencia, y un plan de cercanías ferroviarias presentado a la sociedad cántabra del que se realizaron algunas licitaciones.
Sobre todo quedó la recuperación en el debate público de los proyectos de tren de Alta Velocidad en detrimento del consenso parlamentario (que incluía al PP) sobre la prioridad del tren de Altas Prestaciones que combina pasajeros y mercancías
De lo más concreto fue la rehabilitación de la nave de Gamazo para albergar los fondos artísticos de AENA (la colección ENAIR), adjudicada a un arquitecto; y la convocatoria de un concurso de ideas para el Palacete de Cortiguera, ese edificio con toque mozárabe en la cuesta que sube/baja de Cañadío.
Todo en una etapa que prácticamente estrenó con el rescate de las autovías madrileñas y en la que volvió a mostrar su cara menos dialogante (la que en el pasado habían visto líderes vecinales críticos, los partidos de la oposición y los medios de comunicación), con el conflicto con los estibadores o las manifestaciones por la división urbana que provocaba la alta velocidad en Murcia.
Sin Ayuntamiento, sin un aval electoral, sin escaño, sin Ministerio y sin cargo en partido ni cercanía a los nuevos mandos del PP, De la Serna se convirtió en un militante de base para el cual el acceso a destinos más altos como la candidatura a la Presidencia del Gobierno de Cantabria se antojaba más difícil que nunca, más aún en una época abocada a los pactos. De la Serna nunca estuvo cerca de la política pero sí del poder. Y sin poder no ha querido la política.
Luis Alexis González Pérez
El sabrá lo más sensato, eso debemos respetarlo, ha hecho lo que quizás muchos aspiran hacer, ser alcalde de una capital y ministro, quizás tampoco económicamente lo necesite para su vida personal.