Paco Torre, cántabro universal, uno de los nuestros
||por MANUEL ALEGRÍA||
Aunque ya nos era esperada, la noticia del fallecimiento de Paco no ha dejado de sumirnos en la tristeza por el motivo de su ausencia. Es una de las última cosas que nos hubiera gustado: realizar esta breve reseña para glosar la memoria de Paco Torre Soberón..
Hemos conocido a Paco en algún momento de su singladura. Hombre de convicciones férreas, educado en su juventud en un ambiente tradicional, en una espíritu religioso estricto, allá en uno de los corazones de Cantabria, su Liébana, su Valmeo natal, a través de la Hermandad de Obreros de Acción Católica (HOAC) comenzó a luchar contra la dictadura franquista y dio el paso al cuestionamiento de la sociedad capitalista generadora de desigualdad e injusticia. El socialismo como meta de un movimiento obrero con conciencia de clase le llevó a militar en la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT).
Pero Paco, que según nos decía en tantas ocasiones, partía de “planteamientos un tanto cerrados” fue abriéndose de lo ortodoxo a lo heteróclito, de las certezas inconmovibles a las búsquedas críticas y, así, pudimos conocer a un militante que asumió la autonomía de Cantabria como marco de una lucha popular que se derivaba del principio que tantas veces proclamó de “pensar globalmente y actuar localmente”, que se comprometió por la defensa del medio ambiente ecológico, que apoyó la causa de la objeción de conciencia, que se enfrentó a los conflictos bélicos desde la asunción ética de la lucha por la no violencia y el pacifismo. Paco, que partía de su adscripción al movimiento obrero se incorporó a tantas vías de actuación como pudo para tratar de llevar a cabo ese objetivo de que “otro mundo es posible”.
Y esto se debió a que Paco encarnó fielmente aquel comportamiento que Aristóteles deseaba para los ciudadanos de las polis griegas, el zoon politikon, hombre político, persona preocupada por los asuntos de comunidad. Gran contraste, su búsqueda, su análisis, su compromiso, su ética, respecto a esos cachorros de la extrema derecha, llenos de odio, que actualmente hacen política a golpe de titular periodístico. En su reflexión, en su crítica, dialogó con líneas de pensamiento variadas y aunque él siempre decía “no sé escribir”, llegó a convertirse en uno de los articulistas más prolíficos de Cantabria. Todavía recordamos aquellas llamadas telefónicas que nos hacía para buscar algún dato, alguna referencia o información para sustentar sus opiniones escritas.
En una coyuntura, la actual, con tantas amenazas, dudas y alguna zozobra, el compromiso demostrado por Paco nos lo pone muy difícil a los que nos quedamos. Junto a su esposa, Begoña, y sus hijos, Camilo y el malogrado Pablo, nos ha complacido haber compartido con él muchas inquietudes y encarado diversas iniciativas.
Si una persona vive mientras alguien perpetúe su memoria, al igual que tantos republicanos y republicanas, que yacen anónimamente en las cunetas, y a las que tú siempre honraste, querido Paco, permanecerás vivo en cada uno de nosotras y nosotros y te sentiremos muy cerca, cuando hayamos de volver a gritar “No pasarán”.
Hasta siempre Paco, jasta siempri Pacu, cántabro de convicciones universales.
Ha sido un placer haber compartido nuestra amistad.