«Jamás te rindas»: el relato de la joven que escapó de la manada transfóbica
“A mí me habían dicho que por ser trans me podían insultar y demás, pero no me imaginaba que llegase a esto. He tenido suerte, porque… ¿Qué podía haber pasado si me llegan a alcanzar?”, reflexiona Marsha a toro pasado, después de escapar corriendo de una turba intolerante que la persiguió al grito de “travelo” o “maricón” desde la zona de copas de Torrelavega hasta su casa, el sábado pasado
por la noche.
Los hechos, que ha denunciado a la Policía Nacional, se producen en vísperas del 20-N, que no es muy conocido, pero es el día de la Memoria Trans. Y Marsha no es su nombre real actual, es el nombre de una de las transexuales que inició las protestas en StoneWall que se conmemoran el Día del Orgullo LGBTI.
En conversación con EL FARADIO, Marsha, 18 años, relata que el sábado por la noche se encontraba “de fiesta” en Torrelavega con un grupo de amigos. Cuando algunas de sus amigas tuvieron necesidad de ir al baño, entraron al de una discoteca, y ella se quedó esperando afuera con otra amiga.
De pronto, de un gran grupo de personas, apareció un viejo conocido suyo, al cual no veía desde hace varios años, desde 3º de la E.S.O. Entonces, comenzó a llamarla por su nombre de nacimiento, que ya no usa: una de las mayores ofensas a una persona transexual es llamarla por su ‘deadname’, su nombre al nacer asociado a un género que no es el suyo.
“Gritaba eso para burlarse de mí y para evidenciar a todo el mundo que yo era Trans y hacerlo quedar como si eso fuese malo”. Las burlas continuaron con su vestimenta, con la ropa que llevaba puesta: “básicamente se estaba riendo de mí”.
DE LAS BURLAS A LOS INSULTOS Y EL ACOSO
Y de las risas pasó a los insultos. Ese mismo personaje empieza a meterse con Marsha llamándola “travelo” y “maricón” repetidamente.
Entonces, otro grupo que había allí comenzó a seguir el juego acercándose a Marsha. En ese momento ella ya sentía un miedo a ser agredida o algo peor. “Estaba muy asustada. Creía que me iban a pegar, a quitar la ropa o a hacer algo”.
Tuvo que coger una botella del suelo para que la dejasen en paz y “al ver que más o menos después de eso paraban yo deje la botella en el suelo y me fui con mi amiga”.
Pero a los pocos segundos, cuando se iban de la discoteca, su amiga la avisó: “Tía corre que van a por ti”. Cuando Marsha giró la cabeza y vio a seis chavales persiguiéndola -aunque posteriormente se enteró de que eran veinte los que seguían sus pasos- “corrí todo lo que pude, me escapé del lugar y volví a mi casa”.
Ya en casa sus amigos la llamaron para interesarse por su estado, para ver si todo estaba bien. Ella les dijo que sí: “asustada pero bien”. Sus amigos la contaron que también habían tenido problemas con la turba intolerante porque habían salido a defenderla, pero afortunadamente la cosa no llego a más.
Sus amigos la preguntaron si quería denunciar y ella lo tuvo claro: “Yo decidí que iba a denunciar, porque no iba a quedarme callada después de lo que me había pasado, y no iba a permitir que ellos se fuesen así sin más”.
Ahora, Marsha teme la dificultad para demostrar que estos chavales se metieron con ella, porque la mayoría que la persiguieron e intimidaron rondan los 16 y 17 años, por lo que son menores de edad.
“JAMÁS TE RINDAS”
“Yo lo que he sacado en conclusión a todo lo que me pasó es que no te puedes rendir, que hay que seguir luchando porque al final la esperanza es lo único que queda”, reivindica Marsha, que aconseja a “todo el que sufra una situación similar” que “busque ayuda”. “Donde sea, pero jamás te rindas, porque al final vas a conseguir lo que ellos quieren”, remacha.
La misma conversación refuerza sus convicciones: “Si contar mi experiencia sirve para ayudar a la gente, pues lo haré”.
Y lanza un mensaje al conjunto de la sociedad, en especial “a toda la gente heterosexual”: “Quiero decirle que se ponga en nuestra piel, si a vuestro hijo o hija le quieren meter una paliza por lo que es, ¿cómo os quedáis al enteraros?”
Con estas palabras Marsha quiere denunciar a “la gente se cree con el derecho de pegar a esa persona y agredirla”.
«YO NO ME POSICIONABA POLÍTICAMENTE NI NADA»
Y añade que necesitamos la ley LGBTI que “proteja a las personas de este tipo de agresiones”. ALEGA, a partir de su denuncia, ha vuelto a solicitar que se tramite por urgencia una ley aprobada por el Gobierno de Cantabria en el último tramo de la legislatura y que ahora tiene que ponerse a la cola del atasco legislativo en el Parlamento.
Con poco tiempo de maniobra puesto que en marzo se acaba la legislatura para convocar nuevas elecciones. Si no llega para entonces, la Ley tendrá que esperar, como pronto, al próximo otoño.
“Yo al principio no me posicionaba políticamente ni nada, pero a partir de esto he comenzado a informarme de más de cosas y de leyes”, reconoce Marsha, que enarbola la bandera de la educación: “Si no es desde la educación es muy difícil cambiar la mentalidad de la sociedad”.