«Amigos» del medio ambiente
||por José Manuel González, biólogo marino e Investigador||
Es difícil encontrar hoy en día algún político que no se declare un ferviente amigo del Medio Ambiente e incluso se llame a si mismo sin rubor, ecologista.
El movimiento ecologista ha conseguido tras años de lucha hacer de la defensa de la naturaleza y el territorio una idea hegemónica, como diría el bueno de Errejón y salvo unas pocas excepciones en la derecha más recalcitrante (a los que por otro lado se les agradece la sinceridad) todos los políticos dicen ser defensores del Medio Ambiente (sic). Estos políticos siempre están dispuestos a hacerse una foto en un bosque, plantando un árbol o paseando por una ruta de montaña y aunque sus ropas impostadas muchas veces delatan su falta de costumbre, lo cierto es que consiguen la imagen que buscan, al aparecer como los nuevos paladines de la naturaleza.
No obstante, ahora que se acercan las próximas elecciones municipales y autonómicas conviene ser capaz de diferenciar a amigos de enemigos en esto de la defensa de la naturaleza, algo que no siempre es fácil ante tanto impostor ecologista.
No son amigos del medio ambiente, quienes aprueban leyes a la carta de empresas multinacionales, que desprotegen el suelo de Cantabria ante la actividad extractiva más impactante de todas las desarrolladas por el hombre, la minería. Una desregulación realizada a toda prisa y sin el mínimo rigor necesario para tan importante decisión bajo promesas de grandes inversiones, promesas que ya se reconocen falsas ante la bajada de los precios del Zinc.
No son amigos del Medio Ambiente quienes, tras más de 15 años de retraso, mantienen en el cajón, como ya hicieron en la anterior legislatura PRC-PSOE, el Plan Regional de Ordenación del Territorio (PROT). Un PROT que debería ayudar a proteger los pocos espacios que nos quedan en Cantabria libres de la predación urbanística y que, al no aprobarse, deja nuestro territorio a merced de una nueva burbuja inmobiliaria.
No son amigos del Medio Ambiente quienes habiendo conseguido parar los espigones de la Magdalena dando cumplimiento a un mandato del parlamento cántabro, se reunieron con el exministro Smart para pactar en un despacho un cambio de cromos y retirar el recurso que había conseguido paralizar la obra.
No son amigos del Medio Ambiente quienes estuvieron cerca de prevaricar, desobedeciendo con especial contumacia a las autoridades Medio Ambientales, nacionales y europeas con tal de no obligar a Solvay a cumplir con la legislación.
Y no son amigos del Medio Ambiente quienes tras haber calificado de histórico el acuerdo alcanzado en la mesa del lobo (una mesa que reunía organizaciones ecologistas, ganaderos y cazadores) que incluía sacar al lobo de la lista de especies cinegéticas, dieron marcha atrás ante las presiones de una minoría exaltada, dinamitando un acuerdo que podía haber sacado de una vez por todas al lobo del debate político.
Sacar al lobo de especie cinegética habría permitido que fuera el Gobierno de Cantabria y no los cotos de caza quienes pagaran los daños del lobo, acabando con los retrasos en los pagos a los ganaderos, uno de los grandes problemas sin resolver en la gestión del lobo, incrementando además al mismo tiempo la protección de este animal emblemático.
Por el contrario, y gracias a un reciente acuerdo de PRC, PSOE y Ciudadanos se va a modificar la ley de caza con el objeto de que, aun manteniendo al lobo como especie cinegética, los daños sean abonados por el Gobierno de Cantabria. Es decir, vamos a pasar de proteger al lobo de la actividad cinegética a subvencionar con dinero público que se pueda seguir cazando lobos en Cantabria de manera recreativa. Y esto amigos, es algo que tampoco haría un amigo del Medio Ambiente.