Cantabria participará en el proyecto de construcción del nuevo centro arqueológico de la cueva de Cosquer en Marsella
Cantabria estará representada en el proyecto de construcción del centro de interpretación arqueológica de la cueva de Cosquer, que se va a construir en Marsella (Francia) por parte del Consejo Regional Provence-Alpes-Côte d’Azur, con la ayuda del Ministerio de Cultura francés. Dicho centro se ubicará cerca del famoso MUCEM (Musée des Civilisations de l’Europe et le Méditerranée), inaugurado con motivo de la celebración de la Capitalidad Europea de la Cultura que disfrutó Marsella en 2013.
El núcleo de este proyecto será la realización de un facsímil de dicha cueva situada en el macizo de Les Calanques, un parque natural marítimo-terrestre que se extiende al sur de Marsella y que es una de las cavidades con arte rupestre paleolítico más importantes de Europa. Dicha réplica sigue el modelo de otros equipamientos como los de Lascaux, Chauvet o Altamira. El coste de los trabajos se estima en 20 millones de euros y se prevé su finalización para 2021.
A fin de garantizar la calidad científica del proyecto desde la fase de la licitación, pasando por el diseño y la ejecución del equipamiento, se ha constituido un comité científico al que ha sido invitado a participar Roberto Ontañón Peredo, director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, MUPAC y las Cuevas Prehistóricas de Cantabria. Ontañón aportará la experiencia adquirida en el comité científico de la Caverne du Pont d’Arc (Ardèche), un excelente centro de interpretación que incluye una magnífica reproducción de la conocida cueva de Chauvet.
Descubierta en 1985, la cueva de Cosquer presenta la particularidad de ser una cavidad submarina a la que se accede por un túnel de 175 metros, cuya entrada se abre a 37 metros de profundidad bajo las aguas del Mediterráneo. No era así en el tiempo en que fue decorada, hace entre 28000 y 20000 años, cuando los habitantes de la región la visitaron y dejaron allí la impronta de su pensamiento simbólico a través de centenares de figuras pintadas y grabadas.
Las representaciones incluyen animales terrestres y marinos, un antropomorfo (el ‘hombre herido’), manos en negativo y positivo, motivos geométricos e incontables trazos digitales. Entre los primeros, se cuentan caballos, bisontes, uros, cabras, rebecos, cérvidos, un felino, un antílope saiga y animales indeterminados.
Los animales marinos son muy escasos en el arte paleolítico, pero en esta cueva alcanzan una representación muy importante en el bestiario representado; se han identificado pingüinos, focas, peces y algunos signos que pudieran evocar medusas o pulpos. Las manos son numerosas y, en su mayoría, incompletas, faltando en las representaciones una o más falanges de los dedos, lo que ha sido interpretado de distintas maneras: como mutilación ritual, como resultado de enfermedades o, más probablemente, como un código de comunicación.
En un estado de conservación muy delicado a causa de la subida del nivel del mar, un fenómeno indefectiblemente ligado al calentamiento global del planeta, se están desarrollando diversos estudios orientados al conocimiento de la cueva y su arte parietal, así como a la búsqueda de posibles formas de detener o ralentizar un proceso de deterioro que parece irreversible.