El estado de Altamira es “el mejor de los posibles”
El estado de las cuevas de Altamira es una cuestión que aparece y desaparece de los titulares a lo largo de los años. De hecho, si algo lamentan los investigadores es que la preocupación de la sociedad no se mantenga más estable.
Así lo han trasladado dos de ellos, Luis Quindós y Carlos Sáinz, investigadores de la Universidad de Cantabria que llevan a cabo el seguimiento de las cuevas de Altamira, en una entrevista en el programa Bahía Cultural, que presenta Luis Alberto Salcines en Arco FM.
De hecho, ambos investigadores con amplia trayectoria en este proyecto, lamentan que la falta divulgación de la labor de sus trabajadores impide que la gente conozca el proceso y, por ello, se tomen más en serio las medidas propuestas o se crea que se llevan a cabo por decisiones políticas.
“No hemos percibido grandes presiones en ese sentido porque el turismo en Santillana ha seguido manteniéndose sin las visitas, solo con el atractivo del museo y la Neocueva”, declararon en el programa.
Pero, ¿cuál es el estado actual de las cuevas de Altamira? “Actualmente, las pinturas están en el mejor de los posibles estados”, confirma Sáinz en la conversación. “Sobre todo, teniendo en cuenta que no sabemos cuál era su estado original y teniendo en cuenta las condiciones de conservación y todos los estudios que se llevan allí desde los años 70. Además, hay que tener en cuenta que hay un proceso inexorable de deterioro natural”, matiza.
“LAS PINTURAS IRÁN SUFRIENDO UN DETERIORO LENTO”
“No se debe olvidar que Altamira tiene 20.000 años y es un milagro que se haya conservado la cueva porque las condiciones geológicas y tectónicas, lo lógico es que se hubiese caído ya”, asegura Quindós, que adelanta que “las pinturas irán sufriendo un deterioro lento pero lo que tratamos de que sea lo más mínimo posible”.
Pese a ello, los investigadores han aprovechado para aclarar algunas de las dudas sobre el posible daño que puede hacer la presencia humana en las cuevas. “La labor científica de Altamira no tiene tanto impacto como la gente piensa”, recalca Quindós.
Su equipo, que es responsable de seguimiento ambiental para tratar de minimizar el impacto de conservación de las pinturas, es solo uno de los grupos que trabaja en este entorno. “Hacemos variables físicas con las que medimos la temperatura, humedad, CO2… Y también otros aspectos biológicos o caídas de trozos de pintura y de soporte”.
El equipo de la UC está formado por siete personas además de ellos dos y trabajan de un modo muy preciso y medido. “Tomamos medidas constantemente de manera remoto a modo online. Hay equipos electrónicos dentro y algunos de nosotros accedemos con protocolos muy estrictos cada dos semanas”, cuenta Sáinz.
Ellos dos, que llevan años sin entrar en las cuevas, comentan que el trabajo y la rapidez por ofrecer el mínimo impacto, impiden que disfruten de la manera en que lo han hecho centenares de personas durante años. “Nosotros no nos quedamos a contemplar y disfrutar de las pinturas. De hecho, ni nos da tiempo a ello”.
LA PRESENCIA HUMANA VARÍA LA HUMEDAD Y EL CO2
También hablaron sobre los polémicos cortes de las visitas de turistas y las que se han adecuado a grupos pequeños los viernes.
De hecho, han informado que la presencia humana influye en el incremento de la temperatura “porque nuestro organismo emite radiación” y que, al respirar, “echamos CO2 al aire, con lo que incrementamos los niveles”. “Ambas hacen que se varíe la humedad absoluta de la cueva”.
“En las visitas de los viernes las variaciones son lo más mínimas posibles y la recuperación es muy rápida, en apenas dos o tres horas como mucho”, informan. “Esa es la filosofía: alterar la cueva lo mínimo posible y que la recuperación sea lo más rápida posible”.
Por lo tanto, defienden el uso del sistema que hay ahora mismo implantado. “Es mínima la acción que se está haciendo sobre el ambiente de las pinturas”.
Aunque también afectan circunstancias naturales como las estaciones o las lluvias. “La cueva tiene un comportamiento estacional muy marcado porque la sala principal tiende a estar aislada del resto pero en el verano las concentraciones y parámetros cambian. Tienen una variación que si se hacen valores promedio son bastante constantes”,revela Quindós.
Sin embargo, no es tan directo al afirmar si es cierto que la perforación en las minas de Reocín podrían afectar al estado de las cuevas. “No se puede afirmar tanto, ahora se está estudiando el tema”, ha reconocido.