Los colectivos sociales ganan la ‘batalla’ al odio de la ultraderecha
Desde que el feminismo demostró su fuerza, para sorpresa de muchos, en la celebración del 8 de marzo de 2018, los diferentes colectivos han visto como el apoyo o el ataque a la lucha llenaba el protagonismo del espacio público, dejando en un segundo plano las reivindicaciones sociales que se hacen en la calle.
Del mismo modo pasa con el colectivo LGTBI o el movimiento antifascista, una vez se ha recuperado el mensaje de la Memoria Histórica en los últimos meses de la pasada legislatura.
En las elecciones de este 28 de abril, los colectivos se jugaban mucho. La ultraderecha de Vox les puso en el punto de mira durante toda la campaña, con una posición permisiva de PP y Ciudadanos que, en ocasiones, blanqueaba su discurso de odio.
El mismo día de los comicios electorales destacó, desgraciadamente, un tweet que el partido extremista colocaba en Twitter donde llamaba a la “batalla” directa contra las feministas, los colectivos LGTBI, diversos medios de comunicación que ya ha vetado (sin una reacción clara de apoyo de los demás compañeros), o contra los antifascistas, republicanos o independentistas.
Ellos pusieron el tono bélico a ese día democrático, con su muestra de que peleaban solos contra todos esos colectivos sociales y apropiándose, una vez más, de la bandera de España; queriendo dar a entender que ser español y apoyar la bandera implicaba ir a la guerra contra una buena parte de los colectivos que forman España.
Pero España habló finalmente y el partido ha perdido esta batalla de esa guerra que se ha inventado. Han entrado al Congreso sí, pero con mucha menor representación y apoyo del que esperaban, pese a todo lo que se ha promocionado su discurso estos meses, hasta el punto de que sus rivales los han emulado para tratar de frenar la huida del electorado.
La jornada de la noche del domingo reflejó la importancia de estos colectivos, que forman parte de la España plural que se impuso en las elecciones. Así se vio también en referencias como la camiseta que lució Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno en funciones, cuando el PSOE celebraba en Ferraz los resultados mientras sus votantes les indicaban el camino que quieren a voz en grito.
Y se ha demostrado también con la aparición de ‘Gaysper’, el fantasma con la bandera LGTBI con el que Vox pretendía asustar a sus votantes y que ha sido apropiado por el colectivo como una nueva mascota.
Se podría leer también en clave simbólica lo que ha supuesto el resultado electoral con los que se quedan fuera de las instituciones. El más sonado, el vicesecretario de Organización del PP, Javier Maroto, que no consigue escaño en Álava, ya sea por el apoyo de su partido a una formación que volvía a resucitar la campaña contra matrimonios de homosexuales como el suyo o por su crítica a los acuerdos con Bildu cuando él mismo se apoyó en ellos cuando fue alcalde de Vitoria.
También en Cantabria es destacable que Ana Madrazo queda fuera del Senado, donde discurría como número 2 del Partido Popular. Ella fue la única política cántabra que instaló su rubrica contra el matrimonio entre personas del mismo sexo hace años.
Además, se queda también fuera la senadora del PP de León, Esther Muñoz, que hace unas semanas criticó en el Senado que el Gobierno de España dotara de dinero a la memoria histórica, en lo que ella calificó de “desenterrar huesos” y por lo que no se disculpó ante la ofensa de los familiares de las víctimas.
“HA GANADO EL RESPETO A LOS DERECHOS SOCIALES, LA CONVIVENCIA Y EL DIÁLOGO”
Los ataques a todos estos colectivos se han llevado a cabo con la intención de rentabilizarlos políticamente pero no han conseguido suficientes apoyos. La mayoría de España no ha apoyado ese discurso y así lo celebran, con cautela, los movimientos sociales.
Carmen Martín, coordinadora de ACCAS (la Coordinadora Ciudadana Cántabra Antisida) y miembro de la lista de la Marea Cántabra, cree que ha ganado “la información y el sentido común”, así como “el respeto a los derechos sociales, la convivencia y el diálogo”.
“Hemos rechazado los discursos racistas y xenófobos” ha celebrado, recordando que “estaban amenazados los derechos de las personas LGTBI y otros derechos sociales como la sanidad pública, las rentas mínimas y el desarrollo sostenible”, en referencia a algunos programas electorales.
LOS COLECTIVOS ANIMAN A SEGUIR VIGILANTES Y LUCHANDO
También desde Ijanas, la comisión feminista del Colectivo de Estudiantes, recuerdan los ataques que han sufrido las feministas en los últimos meses y cree que las movilizaciones multitudinarias como el 8 de marzo han sido “las propulsoras del freno a la ultraderecha en estas elecciones”. Así lo considera Sofía Callejo, que también destaca la “sensación agridulce” que le provoca que en Cantabria no se haya dado escaños a la ultraderecha pero que esta “no ha hecho más que quitarse la careta”. Aunque apunta a que ya existían en las instituciones públicas y en los altos manos de poder, cree que la lucha debería seguir en busca de una igualdad real.
Por su parte, la presidenta de ALEGA, Kiara Brambilla, se muestra preocupada porque “el fascismo sin caretas tenga voz y voto en el Congreso”, por lo que cree que habrá que “seguir día a día luchando porque los mensajes de odio y discriminación no pueden verse legitimados”.
En la Comisión 8 de Marzo se han felicitado entre ellas, pese a su pluralidad, tal y como cuenta su portavoz, Ana Bolado. “Nuestra alegría es inmensa por haber parado a quienes pretendían usarnos como cabezas de turco, querer acabar con todos nuestros derechos y sin ningún respeto por nuestras vidas e insultándonos”, señala, aunque apunta a que estarán “vigilantes” para que al nuevo Gobierno “no se le ocurra dar ni un paso atrás en nuestros derechos sino para que se sigan profundizando en ellos”.
MARCAN LOS PUNTOS PRIORITARIOS
Ya desde la campaña, los colectivos han marcado su propia agenda social y política a los partidos políticos. En Cantabria, de cara a las autonómicas y municipales, estamos asistiendo a la elaboración de un programa amplio en diferentes ramas que lidera Cantabria No Se Vende, y también lo han hecho organizaciones ecologistas y la coordinadora de pensionistas a nivel estatal.
Asimismo, el colectivo feminista mandó hace unas semanas un documento a los partidos con 83 propuestas y prioridades, entre las que destacan incluir las agresiones sexuales dentro de la violencia de género, la ilegalización de la prostitución, que los abortos se lleven a cabo en centros públicos, contra los vientres de alquiler, así como reclamaciones de derechos para colectivos concretos como las empleadas domésticas o una mayor cobertura para dependientes.
Desde el movimiento LGTBI, Brambilla también insiste en que “no podemos conformarnos” porque “queda mucho por hacer” y señala como puntos prioritarios derogar la reforma laboral, una ley LGTBI para Cantabria y España, blindar la sanidad pública, crear una nueva ley de educación y eliminar la ley mordaza.
EL FOCO DE LA VIOLENCIA CONTRA LA INMIGRACIÓN: «NUNCA ME HABÍAN INSULTADO POR LLEVAR UNA CAMISERA A FAVOR DE LA INMIGRACIÓN»
Otro de los colectivos que la ultraderecha ha puesto en contra en su “batalla” ha sido el de los inmigrantes, especialmente los de menor nivel adquisitivo.
El discurso se ha encrudecido tanto que desde Pasaje Seguro alertan de que ha aumentado la violencia, no solo contra inmigrantes sino contra quienes les apoyan. “Ataques siempre han existido pero ahora se han puesto feroces”, asegura Emmanuel Gimeno, que resalta que, hasta ahora, “a mí nunca me habían insultado en la calle por llevar una camiseta o manifestarme a favor de la inmigración”.
En su opinión, las políticas que se han realizado desde el Gobierno en los últimos años “favorecen ese odio” y lamenta que “ya no se esconden” aquellos que amenazan la convivencia.
Gimeno destaca que la labor de Pasaje Seguro se centra en dos ejes principales, la denuncia de políticas migratorias, como el tránsito de armas en nuestro puerto, que provoca a su vez guerras que movilizan forzosamente a la población, y la formación. “Queremos demostrar que el inmigrante no es el enemigo, sino una persona”, apunta, y reclama que “la inmigración es necesaria y es causa-efecto de las políticas de la UE y del consumo del día a día”.
En cuanto a los ataques al feminismo, cree que hay que “tumbar las mentiras que se han dicho sobre las mujeres”, por lo que anima a los colectivos a seguir movilizándose “para tratar de que no se nos quite la calle”.