El Instituto de la Juventud alerta de que el ciberacoso sexual es mayor en las mujeres
El caso de la trabajadora de Iveco que se ha suicidado después de que se difundiera masivamente en su trabajo un vídeo sexual antiguo de ella ha vuelto a poner sobre la mesa el ciberacoso que cada vez es más acuciante entre los jóvenes, especialmente las mujeres.
“Es una práctica muy extendida y que cada vez afecta, sobre todo, a las mujeres y a chicas de cada vez menor edad, jóvenes y adolescentes”, lamenta la directora del INJUVE, la santanderina Ruth Carrasco, que recuerda que estas prácticas están tipificadas como delito en el Código Penal.
“Las mujeres es que sufren una doble vertiente porque el machismo social penaliza el libre ejercicio de la sexualidad en las mujeres, por lo que, quien es objetivo de este tipo de delito, se ve sometida a una segunda victimización. La primera, es el dolor por ver vulnerada y expuesta tu intimidad y, después, el juicio público como si la víctima fuese culpable de algo por personas conocidas o desconocidas”, explica Carrasco.
Por este motivo,desde el Instituto de la Juventud han estado trabajando en campañas de prevención de cualquier tipo de ciberviolencia pero, especialmente, contra la ciberviolencia de género. “Este año, coincidiendo con el 28 de enero, Día Europeo de la Privacidad (la protección de datos), se lanzó un campaña junto Pantallas amigas y twitter sobre el «porno vengativo» como una gravísima forma de ciberviolencia de género”, ha informado Carrasco.
Este “porno vengativo” es un término usual que Carrasco reconoce que no le gusta utilizar “porque no creo que lo represente”, ya que “ni es porno ni es venganza, porque no se puede interpretar como una reacción a un desagravio previo”.
En este caso, insiste en que “hay un culpable, que es quien difunde las imágenes, pero hay una serie de cómplices, los voyeristas que no cortan esa rueda”. “Si llega algún tipo de imagen no consentida de la intimidad de alguien hay que cortarlo, hay que denunciarlo y, desde luego, hay que seguir trabajando por un uso responsable de Internet y las redes sociales”. S
obre todo, la directora de INJUVE cree que hay que tener clara una cosa: “que para defender nuestra propia privacidad hay que defender también al de al lado”.
LAS LECTURAS POR EL AUMENTO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Casi la mitad de los denunciados (48,1%) se concentraron en las edades de 30 a 44 años pero los mayores aumentos en el número de denunciados por violencia de género se dieron en el tramo de 18 a 19 años (14,1%) y en el de 25 a 29 años (11,9%). Entre las víctimas, los mayores aumentos de denunciantes han sido de mujeres de rangos de edad de 60 a 64 años (15,1%) y de 18 a 19 años (10,9%).
Algo que, para Ana Bolado, portavoz de la Comisión 8M, tiene dos lecturas. El positivo, es que “si aumentan las denuncias es porque crece la concienciación y el apoyo de esas mujeres”, entre las que enmarca especialmente a aquellas mujeres de más de 60 años “que no han empezado a maltratarlas la semana pasada sino que viven esta violencia y ahora están empezando a identificarla”.
Lo que para Bolado “es peor” es el incremento de denuncias entre los más jóvenes, que cataloga como “un fracaso de la educación en igualdad en este país, que apenas lleva dos generaciones en democracia”.
Por este motivo, reclama que la educación en igualdad se plantee en educación, en el sector sanitario y también en concienciación en Fuerzas del Estado y la Judicatura.
Lo mismo reclama Gema Martínez, profesora y miembro del colectivo Las Gilas y del proyecto Mala Hierba, que cree que “ahora mismo vivimos un retroceso cultural muy fuerte” que afecta especialmente a los chicos más jóvenes”. “Frente a mujeres que cada vez reclaman más sus espacios y derechos, que exigen lo que las corresponde y que manifiestan ganas de vivir libres y seguras, se rearma un machismo profundo y extremo, de hombres que ven amenazados sus privilegios o que simplemente no encuentran cómo encajar en un mundo que constantemente les envía el mensaje de la masculinidad única y dominadora”, lamenta esta maestra, que apunta a que “esta crisis genera violencia”.
Martínez responsabiliza en parte a esta situación a los medios de comunicación, la publicidad, el cine, la música o los deportes, que no dejan de ser “nuestra manera de ver y contar el mundo”. En cuanto a los medios, “en busca del aumento de ventas y entradas, siguen lanzando titulares y enfoques que invisibilizan (cuando no culpan) a las víctimas y crean monstruos en el imaginario colectivo con los que nadie se identifica, que no reconocemos a nuestro alrededor, contribuyendo a normalizar muchas violencias intermedias”.
Pero, sobre todo, Martínez señala a los y las dirigentes políticas que “no se forman, no conocen el problema (sólo los números), no entienden las dinámicas, no saben de qué se habla cuando se habla de «género»… y siguen aireando la guerra de mujeres contra hombres, cambiando de lado a las víctimas, sin escrúpulos”.
Las jóvenes, representadas por el colectivo Mujeres Jóvenes de Cantabria (MUJOCA), ya han alertado de ese aumento de la violencia de género entre los adolescentes, que han percibido en los talleres juveniles que organizan para enseñar a identificarlo. “Se vuelven a sentir identificados con ese “amor” que representan los celos o la dependencia”, lamenta su presidenta Kiara Brambilla.
Desde la comisión femenina del Colectivo de Estudiantes, Ijanas, lamentan que el aumento de concienciación social “no sea suficiente” para atajar este problema, aunque también creen que “parte del incremento de denuncias tiene que ver con el auge del feminismo” y “los mensajes que hemos lanzado para definir e identificar claramente la violencia machista”, expone una de sus miembros, Irene Puente.