Generación Peñicas: “me destrozaron el que tenía que ser el mejor momento de mi vida”
Ya hay una generación de niños que nació bajo la sombra de los desahucios y que no ha conseguido que salga el sol y la sombra se empequeñezca.
Llamémosla María. Tal y como nos cuenta en La Cascada, al lado de la radio, ella y su marido eran autónomos, con su propio negocio ligado al sector que más sufrió el azote de la crisis.
Hasta que hace diez años (porque empieza a hacer diez años de todo esto) empezaron a tener problemas encadenados: la constructora que solía subcontratarles entró en concurso de acreedores, dejó de pagar, y a partir de ahí empezó el periplo de impagos, descubiertos, cortes de suministros, búsqueda de dinero…, que les llevó, sin moverse de su casa, desde lo que era la Caja de Ahorros de toda la vida a una compleja historia de cambios de propiedades y fondos de inversión ilocalizables.
Llamémosla María no tiene muy claras las fechas porque se le entremezclan: la crisis económica, la pérdida de la vivienda … y el nacimiento de su hijo.
“Me quedé embarazada justo en el peor momento de mi vida, o en el mejor, porque si no le hubiera sentido, probablemente estaría muerta, que es lo único que quería. No teníamos absolutamente nada para comer más que lo que nos podían ir trayendo ni dinero para pagar nada. Para que yo, embarazada, pudiera alimentarme, mi marido comía una vez cada dos días. Tampoco nos concedían ayudas porque era imprescindible estar al corriente de pago con la administración. Una de las veces que nos cortaron la luz, hasta que podíamos reunir para pagarla nos turnábamos para tomar una hamburguesa de 1€ y poder enchufar el calientabiberones”, relata.
Su marido, que llegó a irse a otra comunidad en busca de empleo porque aquí no había “absolutamente nada de trabajo” cuando lo acabó consiguiendo el mundo les había cambiado otra vez: entonces el sector ya era precario y los 800 euros “ya no servían de nada” porque no daban para remontar las deudas, y pagar la hipoteca y el resto de gastos.
Así que les empezaron a llegar fechas para la subasta de su vivienda, con hipoteca suscrita con Liberbank, el banco en el que se integra la antigua Caja Cantabria.
“ÉL ERA LO ÚNICO QUE ME ATABA A LA VIDA”
Cada visita de la cartera le generaba una crisis de ansiedad, con un estrés que le obligaba a guardar reposo absoluto, con problemas de salud en el embarazo: “casi pierdo el niño”.
Porque para entonces, María, de lleno en una depresión, “muerta en vida”, se sentía completamente paralizada: “estuve prácticamente un año en que no salía de casa, no subía las persianas, no quería salir, tenía la presión de que no podía pagar las deudas, de que no podía hacer absolutamente nada para salir de ese infierno al que la crisis nos había llevado”.
“Cuando oía el timbre y me llegaban las notificaciones, solamente deseaba la muerte. Por un lado querías morirte; por otro, estabas con la mano en la tripa sintiendo el “dulce aleteo de mariposa” que me decía que estaba vivo, deseando que al bebé no le pasara nada. Él era lo único que me ataba a la vida”, relata, lamentando que “los momentos que tienen que ser los más felices de tu vida, que sabía que no iban a volver, para mí, fueron los más horrorosos, me los destrozaron”.
“Yo sí sé lo que es estando embarazada que llegue la Policía a tu casa como si de un delincuente se tratara, con una notificación del Juzgado y sé lo que es que cuando tienes tu bebé recién nacido en brazos y todavía estás en la cama convaleciente, con el abdomen lleno de grapas, venga tu marido y te diga: ‘Tenemos que pagar algo porque si no, nos echan ya”, recuerda llorando con “rabia y profundo dolor”.
Y compara su situación cuando, por ejemplo, desde el banco le acosaban viniendo a casa casi a diario, dejando tarjetas amenazando por debajo de la puerta, … con los mensajes de protesta que se lanzaron a raíz de la protesta a una visita a la dirigente de C’s Begoña Villacis, embarazada, a las fiestas de Madrid. “La vida de un bebé vale lo mismo, tanto si ostentas un cargo público, eres popular, como si provienes de un barrio marginal. Es algo incuestionable pero parece que realmente no es así”, lamenta.
El niño nació un poco bajo de peso pero sano, un mes antes de la fecha de subasta, que le llegó estando de casi 8 meses. Entre las cosas que a María también se le grabaron a fuego fue ver como, más adelante, mientras intentaban remontar, cuando su hijo, con 3 años, le veía llorar si le daban crisis de ansiedad, “me limpiaba las lágrimas y me daba golpecitos en la espalda para que no llorara”.
“Era imposible, porque Liberbank no quería negociar nada”. Hasta dos veces consiguieron esquivar el desahucio, abonando unas cantidades en lo que se les dijo que iba a paralizar el proceso, lo que fue mentira porque en 2014 fue definitivo y· “consiguieron lo que pretendían”, adjudicándose la vivienda en base a una deuda que tuvo su origen en la cláusula de vencimiento anticipado que con los años acabaría anulada por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
EL DESAHUCIO SILENCIOSO
Y entonces, hace cinco años, empezó la segunda parte de su problema. Llamémosle María lo llama el “desahucio silencioso”, porque cuando firmaron con Liberbank, un alquiler (que no fue social, es decir, proporcional a sus ingresos, una figura legal a la que se recurre en estos casos), les entregaron también la “posesión pacífica” de la vivienda. Y en cuanto vence el período del contrato y las prórrogas que se contemplaban (3 años en total), el propietario “no tiene obligación de renovar”.
En enero del año pasado les llegó una carta que no estaba ni firmada en la que se les informaba de que la vivienda se había transmitido a unos nuevos propietarios, a los que se les subrogaba el contrato: Desarrollos Las Peñicas, una sociedad ligada a Liberbank de la que le costó encontrar información o formas de contactar más allá de un despacho de abogados administradores de “empresas fantasma”. “Estuve durante dos meses noche tras noche buscando quién era el nuevo dueño de mi casa y no encontraba nada más que un domicilio social en la sede de Liberbank”, describe.
Y en marzo recibió ya el burofax de la inmobiliaria que gestiona los inmuebles en el que les informaban de que su contrato vencía el 30 de abril.
De modo que ocho años después de que empezaran con los problemas de la empresa familiar, llamémosle María tiene una nueva fecha marcada en el calendario: el 14 de octubre, marcado para su tercer desahucio de la misma vivienda.
“Han constituido la sociedad para traspasar todos sus activos tóxicos y liberarse un poco de la basura que proviene de las ejecuciones hipotecarias”, denuncia, porque a estas alturas ya asume que “han hecho lo que querían: querían sacarnos, pero sabían que con la ejecución tendrían problemas y pasaron al alquiler”.
“Y se lo pusimos en bandeja, lo pone en el contrato: entregamos la posesión pacífica de la vivienda”, concluye, recalcando que este desahucio se produce pese a estar al corriente de pago (por eso pudieron recurrir ante la Audiencia Provincial) y explicando que no entiende cómo los nuevos propietarios, Desarrollos Las Peñicas prefieren tener el piso vacío mientras se vende a recibir ingresos recurrentes, tenerlo con inquilinos que lo mantengan y paguen puntualmente.
“Pero el único afán que tienen es especular”, advierte, frente a una actitud de las administraciones que renuncian a recursos que tienen frente a la banca, como las sanciones por incumplimiento de la Ley de Consumo, como recientemente constataba el Defensor del pueblo atendiendo quejas de FACUA.
Y, de nuevo, la preocupación por su hijo. “Llego por las noches a casa temblando y rezando que por favor pueda entrar en casa, porque no sé si van a cambiar la cerradura sin orden judicial y de forma ilegal, con toda mi vida dentro, como ya han hecho recientemente con una familia”, lamenta, citando casos en los que esto ha pasado.
Llamémosla María también critica que el discurso público de la vivienda trate de lavar la imagen de los bancos y que “parezcamos ‘okupas’ todos” haciendo ver que “los desahucios son para gente que quieren vivir del cuento”.
“Tantos años trabajando y estamos como cuando teníamos 15 años”, sin nada. Sin vida. Sin saber siquiera si mi hijo podrá llegar a Navidad en el mismo colegio ¿Qué haces cuando tienes la vida totalmente destrozada, te pegas un tiro? Probablemente no sería valiente ni para eso. Este país está montado para los tramposos, para los que defraudan, para los que constituyen fondos buitre y sociedades fantasma. Los autónomos que hemos padecido la crisis estamos enterrados vivos y no nos dejarán volver a salir nunca. Nuestro único delito fue creer que con trabajo y esfuerzo, siendo emprendedores, podríamos aspirar a una vida mejor”. “He estado muerta en vida muchos años pero ya no es así y no me iré de aquí sin luchar hasta las últimas consecuencias porque ya no estoy sola”, clama.
LA OLEADA QUE SE VIENE
La de, llamémosla, María, no es la única historia similar, según viene advirtiendo desde hace meses colectivos como la PAH o STOP DESAHUCIOS, que estiman en un centenar los cántabros que pueden estar afectados. En la anterior oleada de desahucios muchos cántabros firmaron acuerdos similares con Liberbank, que al asumir en su seno a Caja Cantabria, tiene una alta implantación en la comunidad autónoma.
Pero Liberbank ya no es la caja cercana del barrio o pueblo, sino un banco privado más, pendiente de fusiones e inmerso en el tablero financiero global.
Su segundo accionista es Oceanwood, un fondo británico y maltés, promovido por personas ligadas a Goldman Sachs o Lehman Brothers, que realiza operaciones en países del sur de Europa como Grecia o España, que ha tenido intereses en la cadena hotelera NH, Pescanova o la constructora ACS, y que forma parte junto a Liberbank y un tercer fondo de un sociedad a la que se acordó traspasar los activos inmobilarios de la entidad, a la que le contaban como deuda.
De momento, aquellos pisos en los que los afectados por desahucios vivieron de alquiler han acabado en manos de Las Peñicas.
Formalmente, Las Peñicas es una sociedad limitada del sector inmobiliario. Nació en 2017 como sociedad unipersonal, con Liberbank como socio, domicilio social en la sede de la empresa, y tenía como administradores a representantes de varias sociedades ligadas a las cajas o fundaciones que la integraban.
Pronto dejó de ser unipersonal y ya pasaron a formar parte de los accionistas de Las Peñicas dos nuevas sociedades, Candra 2017 y Barendina Limited. Su nuevo domicilio social es Serrano, 41, sede también de más de un centenar de sociedades, bien del sector inmobiliario o de la consultoría.
Entre sus cargos directivos figuran como administradores solidarios dos directivos de Intertrust, una firma especializada en derecho mercantil y gestión de empresas, que cuenta con participación del fondo Blackstone, y que en 2016 tuvo que emitir un comunicado desvinculándose de los Papeles de Panamá.
Siguiendo con la estructura de Las Peñicas, según refleja documentación del registro mercantil, Candra 2017 entró con un 80% de la propiedad.
Candra tiene su sede en la misma Serrano 41 que es domicilio de Las Peñicas y de Intertrust, empresa que es su socia y cuyo personal es quien lo administra formalmente.
Aunque la matriz de Candra es un fondo irlandés, Alfred Issuer Designated Activity Company. Y su gestora es Maples Fiduciary Services, sociedad de servicios financieros de Maples Group, que se dedica a la gestión de fondos, servicios financieros y asesoramiento legal en lugares como las Islas Caimán.
Por su parte, Barendina Limited es una empresa cuyo nombre coincide con el que tenía originalmente Oceanwood, el segundo accionista de Liberbank.
Barendina fue socia de Sanabria, una sociedad dedica a renovables y fotovoltaicas, en la que fue sustituida precisamente por Oceanwood.
Es un fondo que permitió a Oceanwood ampliar su participación en la cadena hotelera NH. Y también se hizo muy fuerte en Pescanova, donde también llegó a alcanzar mucho peso Oceanwood.
Tiene presencia en Luxemburgo y en las Islas Caimán –en una dirección en la que se agolpan hasta 750 domicilios sociales de empresas.
Y en 2018 se incorpora a Las Peñicas como apoderado Altamira Asset Managent (Altamira Inmuebles), una sociedad de gestión de activos inmobiliarios, que fue propiedad en su totalidad del Banco Santander, que sigue conservando un 15%, mientras que el restante fue vendido a un grupo financiero italiano que fue a su vez creado por un fondo estadounidense.