«El alcohol es la enfermedad del autoengaño»
Toni Barceló, cantante mallorquín que ha pasado por Sevilla, San Sebastián y Cantabria, estuvo afincado unos años en una casa de Puente Viesgo, con vistas al monte tan inspiradoras que allí eclosionó Eyeslandic, después de trabar una intensa relación con el mundo de la música cántabra, con Mario de Inocencio (Chico, Musiquea) o Marcos Cao (La Sonrisa de Julia, Billy Boom Band), entre otros.
En su último disco, ‘From home to Home’, reflexionaba sobre el hogar, sobre que no hay viaje más largo que el que acaba en tu propia casa; ahora, de vuelta a Manacor (Mallorca), Toni está haciendo otro viaje, en este caso una introspectiva sobre su adicción que está contando en su blog ‘Cuadern de Bitàcola Alcohòlica’.
“No conozco a nadie que le hayan diagnosticado alcoholismo, es un análisis interior de tu relación con esta sustancia”, nos explica en una entrevista que emitirá este viernes EL FARADIO de ARCO FM (103.2) con motivo del ‘Día sin alcohol’.
También colaboró con Mehnai, en la canción ‘When I’m down’ (literalmente ‘cuando estoy abajo’, o, mejor, ‘cuando estoy de bajón’, una canción suya en la que ella se vio reflejada), del disco ‘Red Dragon’ que hablaba de la lucha de Carmen Bartolomé contra el cáncer de mama; ya entonces, desde bastante antes, Toni sabía mucho de luchar contra una enfermedad. O contra dos, como acaba de descubrir recientemente, para su propio alivio.
A Toni Barceló no le gusta la definición de ‘alcohólico’. En su blog explica que hay muchos rasgos que definen a la persona, y que ese se convierte en toda una categoría que invisibiliza todos los demás rasgos que le definen. Por eso prefiere hablar de personas que tiene una adicción al alcohol, al igual que no se debe hablar de discapacitados, sino de personas con una discapacidad, o personas con capacidades diferentes.
Una persona con una adicción al alcohol tiene una enfermedad con un estigma que compara con, en su día, el SIDA: no sólo lo sufrían las personas homosexuales; por eso, explica desde su propia experiencia y tras el paso por muchas terapias, “es un error identificar que el alcoholismo lo padece gente que vive debajo de un puente”, algo que, irónicamente, atribuye al “gran trabajo” de la publicidad en el “blanqueamiento del alcohol”. Por el contrario, lo que ha visto él es que “hay de todo”, desde gente que ha estado en la calle hasta gente que tiene carreras universitarias, ejecutivos, padres de familia…
De eso va el blog también, de sacar del armario todo un problema de salud pública, frente a la normalización de una sustancia que es así de peligrosa: “está en todas partes” pero es “invisible”.
En su caso, estaba en el bar de su familia donde creció junto a sus primos, viendo a mucha gente beber “y no precisamente de una manera responsable”; o en el mueble-bar de su padre, que abrió con un amigo de clase, un día lectivo cualquiera a mediodía, con 11 años, para confundir el Bailey’s con el Lacao (la marca de batido de chocolate de Mallorca). Fue su primera vez.
En estos años se ha auto analizado mucho, en su blog ha escrito incluso una cronología. Sabe que hay muchos tipos de bebedores. En su caso “un bebedor solitario”. “Cuando estoy en grupo no consumo, pero cuando estoy solo es mi momento de vulnerabilidad”.
“Pase lo que pase tienes que acordarte de que tienes esa enfermedad porque, si no, te olvidas, le das la espalda y no sabes por dónde te va a atacar”. Leyendo, hablando o en terapia, considera clave “estar en contacto siempre con el discurso de la aceptación” y “no olvidarte de tu condición”, porque el alcoholismo es una enfermedad crónica: “Imagina lo que te puede pasar si te diagnostican una leucemia crónica y no acudes a las revisiones: olvidar que tienes una enfermedad crónica va en tu contra”.
LA SALIDA DEL ANONIMATO
Como hay “muchos prejuicios” alrededor del alcoholismo y la persona alcohólica, hay algunos tipos de tratamientos en los que “el anonimato es la norma”, lo que “te puede empujar a llevarlo en secreto”.
Entre los 25 y los 30 estuvo completamente abstemio en un tratamiento anónimo, y le sirvió. Pero, como argumenta, si la esclerosis es la enfermedad de las mil caras, el alcoholismo es “la enfermedad del autoengaño”. “Yo siempre lo explico de esta manera: esta enfermedad va mutando y como te coja despistado vuelves a caer y no puedes hacer mucho más”.
Ahora lo cuenta en su blog, pero el paso previo en la salida del anonimato fue contarlo en el círculo más íntimo, algo “liberador”, porque “en un momento de debilidad sabes a quién recurrir y sabes que no te van a juzgar”.
“En una de mis recaídas recurrí a este tratamiento que en el pasado me había funcionado tan bien, pero llegué a la conclusión de que yo con el anonimato no iba a ninguna parte. Necesitaba una red de apoyo. Empecé a hablarlo con mi círculo cercano, a hacerlo público. La sorpresa que me llevo es que hay mucha gente sensibilizada y te das cuenta de que, como tú, ha habido un montón de gente que lo llevaba en secreto y decide hacerlo público cuando tú lo expresas en público. Sin darte cuenta tienes una red de apoyo muy grande”, explica.
Contarlo en su cuaderno de bitácora ha sido una “apertura absolutamente terapéutica”. “Me ha servido, me está sirviendo y creo que es una herramienta que voy a conservar. Desde la antigüedad clásica se sabe que la literatura, la palabra, tiene un poder terapéutico, catártico. Dedicarme un rato a pensar qué me pasa, qué puedo hacer para mejorar. A ser honesto y comunicarme con mi círculo cercano. Me ayuda a vencer esa pared de miedo”.
TIENE DISTIMIA Y PATOLOGÍA DUAL: EL DIAGNÓSTICO, UN “ALIVIO”
Recientemente le han diagnosticado distimia, que es un estado depresivo crónico, “leve pero persistente”. Así que ahora lo que tiene, tiene nombre: una «patología dual”, un diagnóstico que ha recibido con “alivio”, porque “hasta ahora sentía el dolor vital, era mi forma de expresar mi malestar hacia la vida”.
Así que tiene una depresión crónica, leve pero persistente, y una adicción al alcohol, por lo que “entramos en la mística de qué fue antes, ¿el huevo o la gallina?¿Qué es antes, el acoholismo que me provoca la distimia o la distimia que alimenta el alcoholismo?”
Porque el alcohol es un depresor del sistema nervioso central, pero también ha bebido para compensar ese “dolor vital”, así que no sabe qué fue antes, pero se dan las dos cosas a la vez.
Investigando ha descubierto que hay especialistas en el tratamiento de la patología dual, que es lo que ahora está “explorando”.
EL OTRO POLO: LA ANSIEDAD
“El que mira al pasado de forma negativa tiende a la depresión y el que mira al futuro de forma negativa tiende a la ansiedad. Entonces yo me encuentro entre esos dos polos”, comenta en el último de sus post en el blog, en el que se centra en la ansiedad que sufre, en su caso “anticipatoria”.
“Pienso que todo va a ir mal, que me van a echar del trabajo, que a no sé quién le van a diagnosticar una enfermedad terminal”, todo un “torrente” de pensamientos negativos, que “te descontrolan y recurres al alcohol como sedante”.
Y cuando mira de forma negativa al pasado (depresión), le pasa que, por su carácter, cuando revisa las experiencias que he tenido, como el haber vivido en Cantabria, País Vasco o Sevilla, en lugar de decir “qué guay”, piensa que “eso ya no va a volver”
Se ha preguntado muchas veces por los motivos que le llevan a consumir alcohol, y en un auto análisis “muy profundo”, en un “ejercicio de honestidad”, y ahora puede concluir que “mirar al pasado y al futuro de forma insana a mí me llevan a consumir”.
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