12 años del último derrumbe mortal en el Cabildo de Arriba
Este domingo, 8 de diciembre, se cumplen 12 años del último derrumbe mortal en el Cabildo de Arriba, el barrio más antiguo de Santander, que sobrevivió al incendio del 41 y a la piqueta de la nueva ciudad franquista, pero sucumbe poco a poco ante los procesos de presión urbanística y especulación inmobiliaria, entre insuficientes actuaciones públicas para evitar la gentrificación.
En 2007 el Día de la Inmaculada caía en sábado. Por la tarde se desplomó el número 14 de la calle Cuesta del Hospital, que conecta norte-sur el Ayuntamiento de Santander con la calle Alta (muy cerca del Parlamento de Cantabria). Perdieron la vida tres personas: Gumersinda Colmenero, su hijo, Jesus Manuel Gómez Colmenero, y un amigo de la familia, Raúl Teodoro Monzón.
Pronto corrió el bulo (había antes de las redes sociales) malintencionado de que, desoyendo a las autoridades, habían quedado para ver el partido de fútbol que, por entonces, se emitía en abierto los sábados por la noche; estaban recogiendo sus pertenencias, tras el desalojo del Ayuntamiento, que había facilitado un hostal para los vecinos en la zona de San Fernando.
Habían pasado unas hora desde que la hija de Gumersinda, Lucía, había registrado en el Ayuntamiento el último escrito en el que daba la voz de alarma por la situación del inmueble, que se vino abajo por las obras mayores en el solar contiguo, el número 12, con una licencia de obra menor (una década después volvió a pasar en Sol 57)
El juicio se resolvió en 2013, seis años y medio después del derrumbe mortal, con indemnización económica de 400.000 euros para los herederos y acuerdos para la rebaja de la condena al ingeniero, de 4 a 2 años de cárcel (con lo que no ingresaría) y la eliminación de esa petición para el constructor, que libró con el pago de una multa de 1.500 euros.
Previamente, el Ayuntamiento contemporizó la que fue la primera y gran crisis del exalcalde, Íñigo de la Serna. Creó una Comisión Mixta con presencia de partidos, instituciones y vecinos, que resultó ineficaz para tramitar ayudas a la rehabilitación. Y controló la indignación de los vecinos con una oficina de atención en el barrio que gestionó la pareja de la presidenta de la asociación de vecinos, Yolanda Fernández.
Las víctimas del urbanismo, después de años de lucha, en algún momento tuvieron que pasar página y seguir adelante con sus vidas, en un proceso del que denunciaron la falta de empatía y de atención psicológica por parte de las instituciones.
Y eso que el domingo 9 de diciembre de 2007, cuando los equipos de bomberos y protección civil buscaban un tercer cadáver entre los escombros de la calle Cuesta del Hospital, llegaron a estar por allí el alcalde de la ciudad, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla -con su consejero de Vivienda, hoy diputado en el Congreso, José María Mazón- y el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que estaba de visita por un acto de partido en Santander.
El derrumbe mortal del Cabildo de Arriba es una fecha señalada en la trágica historia de Santander, marcada por la negligencia de los poderes públicos y la injusticia social. Un rap, de un amigo, recuerda a Paco, hermano e hijo de dos de las víctimas, y superviviente de la tragedia.
SOBRE LOS ESCOMBROS
Sobre los escombros de El Cabildo se proyectó una rápida intervención municipal en dos sentidos, censar el estado de conservación de todas las viviendas y acometer un proyecto de renovación urbana que acaparó mucha atención mediática pero que se limitó a asfaltar y mejorar aceras y alcantarillado en un barrio que había estado literalmente abandonado, al otro lado de la plaza del Ayuntamiento.
La rehabilitación de las viviendas deterioradas se estancó, sin embargo, entre múltiples figuras urbanísticas que se ponían a disposición del Ayuntamiento desde las administraciones con competencias, Gobierno central y autonómico, pero que no terminaron de cuajar: fueron los ARI, ARU, PERI, ARCU…
La solución integral al Cabildo de Arriba fue largamente vinculada a la aprobación de un nuevo Plan General de Ordenación Urbana, que llegó en 2012 aunque duró sólo hasta su anulación por el Tribunal Supremo en noviembre de 2016. Entre esas dos fechas tampoco progresó el barrio.
La última iniciativa pública es la remodelación de un parque, sobre la calle Fernández de Isla y junto a la Audiencia Provincial de Cantabria (porque en el barrio están todos los poderes del Estado), una actuación de mejora de la accesibilidad: está proyectado un ascensor desde el pie del túnel del Pasaje de Peña – Alfonso Peña Boeuf, ministro de Obras Públicas durante la dictadura, como contamos en Expulsados. Santander, la transición urbanística pendiente-.
La remodelación del parque Juan José Ruano está siendo cuestionada también por la desaparición de cuatro chopos.
Hoy hay menos vecinos históricos – muchos se han ido marchando- y más solares listos para la recalificación y para premiar a la presión urbanística y el mobbing inmobiliario. La principal inmobiliaria que lleva décadas actuando en el barrio, ANJOCA, proyecta la construcción de un hotel.
La asociación de vecinos, directamente, se ha disuelto, y sobre el urbanismo el siguiente reto es un proceso de participación que se ha anunciado para el mes de febrero, previo a la redacción de un nuevo Plan General de Ordenación Urbana. No será fácil hacer justicia en El Cabildo de Arriba