Presupuestos sin sobresaltos ni alianzas con fuerzas ajenas al Gobierno. Socialistas y regionalistas han recuperado la normalidad de su primera etapa de Gobierno, frente a una legislatura anterior en los que para sacar las cuentas públicas recurrieron a los votos de Podemos, Ciudadanos o tránsfugas.

El precio de la estabilidad ha sido la poca capacidad de cesión frente a las sugerencias de los partidos de oposición (PP, Ciudadanos y los diputados del Grupo Mixto), quienes han criticado el “rodillo” de socialistas y regionalistas al no aceptarles ninguna propuesta para unos presupuestos plagados de “mentiras” y deuda (PP) y que “no hay por donde cogerlos” (Ciudadanos), mientras que desde el Grupo Mixto Vox ha elevado el tono hasta hablar de una “dictadura” de los socios de gobierno.

Desde los grupos de gobierno han achacado ese rechaza a que las enmiendas no aportaban nada, y han acusado a los partidos de la oposición de “trabajar poco” o no aportar ninguna propuesta “seria”.

En cuanto a las cuentas, ascienden a 2.886 millones de euros, con una subida de un 1,2 por ciento, y una reforma fiscal que incluye medidas para luchar contra la despoblación rural, en la Ley de Acompañamiento –que regulariza los sobresueldos en el ICAF–, muy criticada por Ciudadanos por medidas como la supresión de controles externos en las empresas públicas.

El debate en torno a las cuentas se ha visto jalonado por las referencias al nuevo Gobierno central –aún por cerrarse—o la sucesión de expedientes de regulación temporal que se vienen presentando en industrias cántabras.

Así, si la oposición cree que son unas cuentas que no ayudarán a superar esta coyuntura, socialistas y regionalistas defienden que ponen a las personas en el centro, luchan contra la precariedad y podrán encarrilar el cambio de modelo productivo en Cantabria.