Odio, mentiras y fascismo
Se dice, quizá con demasiada frecuencia, que el uso excesivo de determinados adjetivos termina por devaluarlos. ¿Pero qué pasa cuando esos adjetivos se quedan cortos para describir la realidad que abordan? ¿Qué pasa cuando la banalización, la codicia, y la crueldad propagan el odio y alimentan el racismo y la desigualdad? ¿Realmente abusamos de términos como fascismo y fascistas? ¿O realmente la crueldad y agresividad de los fascistas anestesia las palabras de la misma manera que pretende anestesiar las conciencias?
¿Hay alguna exageración en considerar como promotoras de delitos de odio y como racistas, las campañas en contra de las niñas y niños migrantes que residen, muchas veces malviven, en España? Niños y niñas migrantes solos y sin familia, a los que denominamos MENAS (menores no acompañados) y así se fomenta la banalización de su existencia, y el menosprecio de las causas que los han traído hasta nosotros.
¿Cómo valorar, cómo calificar el hecho de la granada arrojada contra el centro de menores de Hortaleza, en Madrid, a comienzos de diciembre? Acción precedida de una campaña de criminalización sin precedentes, lo que ya es decir, contra las niñas y niños migrantes por parte de Vox y grupos afines, en medios de comunicación y en redes sociales. ¿No tiene este acto un claro sesgo terrorista? ¿No sigue la secuencia de deshumanización de un colectivo, de señalamiento y amenaza, de persecución callejera, no acaba con la agresión violenta y terrorista? ¿No es similar a la práctica terrorista de ETA? ¿No fue esa la secuencia que siguieron los nazis en Alemania?
Estos hechos se producen en un contexto en el que el gobierno de Madrid, y el gobierno de España reducen los recursos para atender a los menores en acogida sean de Getafe o de Senegal, provocando hacinamiento y desatención.
En un contexto en que el gobierno de España condena a centenares de demandantes de asilo a vivir ilegalmente, y/o a dormir a la intemperie para conseguir un papel para una cita que les permita iniciar los trámites para acceder a la condición legal de refugiados.
¿Se ha puesto en contra el gobierno de España de las leyes internacionales que regulan el asilo y refugio, como Vox? No, faltaría más, solo reduce de manera dramática los recursos y funcionarios para atender el servicio. ¿No suponen esos actos de las instituciones, entre otros muchos, la pasarela, el blanqueo de quienes criminalizan, insultan y agreden?
Si escuchamos con atención y con asco el audio siguiente…
una camarera atendiendo una llamada en el restaurante donde trabaja, en dicha llamada reclamaban que se le devolviese el dinero de un pedido, la compi le quiere informar de que está llamando al local equivocado ya que hay más restaurantes de la misma marca. #bastaya #Denuncia pic.twitter.com/3Xg905drKK
— Soy Camarero (@soycamarero) December 15, 2019
… escucharemos algo más que a un energúmeno racista insultando muy gravemente a una trabajadora. Escuchamos el odio del que se nutre el fascismo, y sentimos su normalización.
¿De dónde sale ese odio? En parte importante de la propuesta fascista que ejemplifica Vox, el narcisismo exacerbado y machista, el cultivo de la identidad basada en la superioridad y el abuso sobre quien se percibe como más débil. Pero ese odio se extiende porque los empresarios, las instituciones, y la Unión Europea (UE) practican una política migratoria que busca mano de obra barata y sin derechos, con menos derechos todavía que los que se pierden por los recortes y la austeridad.
El objetivo es el de que se extienda la desconfianza y el odio entre los de abajo, y un procedimiento para conseguirlo es el fomento de las identidades nacionalistas xenófobas y excluyentes. Las cuales dan como resultado la elección como enemigo de los que te crees que tienen que estar por debajo, nunca de los responsables de la explotación y de la crisis, nunca de los propietarios de los bancos, de las inmobiliarias, de las eléctricas, etc.
Ese camino se ha practicado ya en los años 30 del siglo pasado con el resultado conocido. Ese camino se empieza a recorrer hoy aquí y los nuevos fascistas lo están siguiendo. Para los empresarios y casi todos los gobiernos de la UE eso será solo un daño colateral, no para las personas migrantes y para la mayoría de la gente.
La cuestión que nos debemos plantear ante esta escalada de odio y complicidades, de la que solo hemos entresacado algunos ejemplos recientes y sangrantes, es si es resistible.
¿Debemos pensar que el menosprecio y la agresión a los más débiles es la tendencia general de una sociedad como la nuestra, como nos quieren hacer creer? ¿Debemos aceptar que mentiras idiotas e indignas se conviertan en tópicos que justifiquen la explotación y la crueldad?
O mejor utilizaremos nuestra propia cabeza para darnos cuenta de que somos los hijos y nietos de las personas migrantes españolas que reconstruyeron las ciudades europeas tras la Segunda Guerra Mundial, que cuidaron a ancianos y criaturas en sociedades a las que ahora nos parecemos, que fueron obligados a vivir en barracones, y que fueron llamados vagos y maleantes mientras doblaban las horas para mandar dinero a casa.
Mejor utilicemos la cabeza para reconocernos como madres, tíos y hermanas de los jóvenes que se han tenido que ir estos años de estafa a la que llaman crisis.
¿Quién les ha echado del país? ¿las personas migrantes? ¿o las personas ricas que han multiplicado su patrimonio mientras la pobreza y los desahucios se extendían por España? ¿son las personas migrantes las responsables del rescate de 60.000 millones de euros a los bancos que estos no quieren devolver?
A pesar del ruido xenófobo y racista, a pesar de las mentiras y groserías de los fascistas a pie y a caballo, a pesar de la cobardía cómplice de instituciones y partidos políticos presuntamente democráticos, hay una ciudadanía que resiste aplicando valores democráticos y solidarios.
Gente que acoge a niños y niñas migrantes, que apoya a quienes duermen al raso delante de una oficina para que le den número, gente que corta los chistes racistas en las barras de bar y en los grupos de wasap. Gente que se organiza para acompañar a los centros de salud a las personas migrantes sin papeles, gente que sale a la calle a defender a nuestras niñas y niños migrantes frente a las agresiones de los fascistas. Gente solidaria que sostiene a las ONGs que salvan vidas en el mar porque los estados de la UE no lo quieren hacer, y por eso han muerto ahogadas 1300 personas migrantes en el Mediterráneo en 2019, y sin la presencia de los barcos de esas ONGs hubieran sido muchas más. Eso es resistir, crear una red de iniciativas solidarias múltiples, levantar una oleada de palabras de verdad contra las mentiras, los bulos y los insultos.
Para contribuir a levantar esa oleada de palabras contra el muro de odio, Pasaje Seguro se concentrará el lunes 23 distribuyendo tarjetas que denuncian algunas de las mentiras e insultos más frecuentes contra las personas migrantes.
Al hacerlo pretendemos denunciar y resistir con la palabra, pretendemos hablar con nuestros conciudadanos de las agresiones que reciben algunas personas tan ciudadanas como nosotros. Pretendemos llegar entre todas a la conclusión de que hay un solo mundo y una sola humanidad, de que nadie es más que nadie.