Queridos reyes magos (Navidades desahuciadas)
Carta de las plataformas antidesahucios PAH SANTANDER y STOP DESAHUCIOS
“Este año quiero pediros un hogar de verdad y tranquilo”. Así empezaba la carta a Sus Majestades el hijo pequeño de Carolina, una de las muchas familias cántabras denunciadas por LIBERBANK, entidad rescatada con nuestro dinero y que se esconde tras los distintos fondos buitre que están provocando desahucios en cascada en Cantabria.
A Carolina, autónoma, la crisis le golpeó de lleno. Acabó con su vida estable, los planes de futuro para sus hijos y le arrastró a un agujero del que ocho años más tarde todavía no ha conseguido salir.
Perdió su vivienda como consecuencia de una ejecución hipotecaria y dos años después, en 2.013, encontrándose la casa cerrada y ante la desesperación de no saber dónde ir volvió a entrar con sus propias llaves. GLOBAL BERBICE, fondo ligado a LIBERBANK, le ha denunciado por delito leve de usurpación y está a la espera de Sentencia firme y fecha de desahucio. Lucha día tras día por ponerle una sonrisa e iluminar la Navidad de sus hijos pero hay demasiado sufrimiento detrás.
“Es Navidad, desconecta y disfruta” se repite una y otra vez pero al segundo siguiente vuelve a aparecer el dolor “¿Cómo voy a intentar estar feliz si no sé qué va a ser de nosotros? ¿Dónde acabaremos?” En estas fechas mis hijos no piensan en juguetes, solo en tener un hogar y yo en cómo voy a explicarles otra vez que se aproxima el momento y que como nos llaman ocupas nadie va a hacer nada por nosotros. Pienso que ojalá esta vez los Reyes Magos hagan desaparecer de su mente todo lo pasado y cambie lo que está por pasar para regalarles por fin un hogar donde quepa un poquito de felicidad”
María, también autónoma, cada noche cuando apaga las luces del árbol siente que no tiene fuerzas para seguir, que es el momento de rendirse y abandonar la batalla en la que parece estar escrito el final. Pero a la mañana siguiente, cuando despierta a su hijo y él le pregunta “¡Mami! ¿Hoy volvemos a ver las luces de Navidad y a subir al carrusel?” le invade la rabia y piensa que esta vez no van a dejarse ganar. “Otra vez, no. Ya toca volver a ser feliz”.
Ella tenía una pequeña empresa a la que la crisis y los impagos de los contratistas le destrozaron. Perdió la vivienda en una ejecución hipotecaria pero consiguieron que LIBERBANK se la alquilara.
El fondo buitre DESARROLLOS LAS PEÑICAS, del que la entidad también es socia, aun estando al corriente de pago y pudiendo generarles ingresos recurrentes, solo por un mero afán especulativo, decide no renovar el contrato de arrendamiento y presentar demanda de desahucio. Entre lágrimas recuerda lo que año tras año se repite: “veo sus ojos brillantes gritando “¡¡Baltasar!!, cierro los míos, me escondo bajo la bufanda y empiezo a llorar. Su padre y yo lo único que hicimos fue trabajar. No es justo. Me encantaría poder estar feliz disfrutando del momento, sonreír como el resto de padres, abrazarle y participar de su felicidad pero solo puedo llorar”
Ángel es un ‘privilegiado’. «Cuando me comparo con el resto de afectados de la plataforma veo que hay gente que está mucho peor que yo», piensa para sí mismo. La entidad que le prestó el dinero para comprar la casa donde vivió durante años con sus dos hijos y su pareja aún no le ha demandado. La grave situación económica destruyó su relación y acabó en separación. Actualmente, él reside en el inmueble con uno de sus hijos. Pero se le acaban las fuerzas.
Ángel es camionero y nunca le faltó el trabajo. Tuvo varios negocios y todos funcionaron hasta el estallido de la maldita crisis. A veces, cuando las cosas van mal siempre pueden ir peor. A principios de la década anterior se le juntó todo. Tuvo serios problemas económicos provocados por los impagos que le dejaron varios clientes, después vino la separación y una enfermedad que limita su actividad diaria. «Si sólo me pagaran la mitad de la mitad del dinero que me deben se arreglaría todo», dice, lleno de rabia.
Hace pocos años consiguió una carencia con el banco que le prestó el dinero. Ahora termina esa carencia pero Caixabank se niega a renovarla. Hay incertidumbre. no sabe cómo explicar a su hijo que quizás tengan que abandonar la vivienda. No sabe cómo decirle que no puede pagar las cuotas de la hipoteca, que lo perdió todo, hasta las ganas de vivir. No sabe cómo explicar a su hijo la ansiedad y la depresión que sufre estas fiestas. “Ya no me quedan ni lágrimas”
Lilian se desanima con facilidad. Son muchas horas de desesperación. Muchos días pensando cómo solucionar el problema. A veces piensa en dejarlo todo. No espera nada de nadie. Ni de las instituciones públicas, ni de políticos, ni de jueces, ni de, por supuesto, los abogados de oficio que le tocan en esa lotería de la justicia gratuita. Ni siquiera de la propia plataforma. Entonces, ve sonreír a su nieto de tres años y de nuevo vuelven las ganas de vivir, de enfrentarse al monstruo.
Lilian convive con su nuera y su pequeño. Todos viven de su trabajo limpiando pisos. Hace unos meses dejó de pagar las cuotas de alquiler de la vivienda donde reside y le vino la demanda por impago. Todo fue muy rápido al principio y después muy lento, gracias a las suspensiones conseguidas por la plataforma. Es una agonía lenta. Lilian alquiló la casa inicialmente con un particular; el cual padeció una ejecución hipotecaria, perdiendo la casa y pasando el inmueble a LIBERBANK, que realmente se esconde detrás del actual propietario, el fondo buitre DESARROLLOS LAS PEÑICAS.
En la Oficina de Emergencia Habitacional le han dicho que no cumple los requisitos, al igual que Carolina. A duras penas puede preparar los regalos de Reyes para su nieto. No se va de su mente que quizás mañana los tenga que volver a empaquetar pero esta vez para abandonar su hogar o igual le cambian la cerradura sin siquiera poder recoger aunque solo sean sus fotos, sus recuerdos de cuando tenían una vida estable, de cuando llegaron a este País con la ilusión de trabajar por salir adelante. “Es lo único que me queda, mis recuerdos”. Quizás sufra otro ataque de asma. Pero lo peor es la angustia …
Rabia, ansiedad, desesperación, impotencia miedo, vergüenza son la mezcla de sentimientos que se repiten en estas familias devastadas por el dolor y a las que la crisis también les robó hasta la Navidad.
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