La putrefacción del capitalismo fosilista
Corsino Vela procede de una familia obrera. Tras acabar sus estudios superiores alternó periodos de paro con empleos en la industria y diversos trabajos ocasionales.
Comenzó su actividad política al inicio de la década de los setenta. Tras participar en el proceso de reconstrucción de CNT siguió vinculado a organizaciones de base de trabajadores y a colectivos del ámbito libertario, además de participar activamente en el movimiento contra las Olimpiadas del 92 y colaborar en diversas publicaciones militantes como Etcétera, La Estiba, No’92, A/parte, Ekintza Zuzena o Diagonal.
Durante veinte años fue redactor autónomo para una editorial de revistas técnicas. Nunca ha pertenecido a ningún partido político o sindicato.
Tras publicar obras como La sociedad implosiva (Ed. Muturreko, 2015) la editorial Traficantes de sueños editó su Capitalismo terminal, libro en el que analiza de forma muy exhaustiva la deriva actual del capitalismo; sus análisis son de gran ayuda para entender las nuevas formas de producción y explotación a las que deben recurrir, a día de hoy, los amos del mundo para elevar las tasas de rentabilidad.
Este viernes 31 de enero a las 20:00 contaremos con la presencia del autor para presentar el libro, hablarnos de las contradicciones y vulnerabilidades del capitalismo presente y debatir con los asistentes. Será en la Librería la Libre de Santander.
-Vicente Gutiérrez Escudero: El libro que presentas el viernes podría considerarse una ampliación de tu anterior libro ‘La sociedad implosiva’, ¿qué agrega al análisis del capitalismo actual este libro?
-Corsino Vela: En líneas generales, ‘La sociedad implosiva’ sale al paso de las interpretaciones del capitalismo y de la crisis como algo circunstancial y meramente fenomenológico, como crisis financiera, bancaria, etc., para llamar la atención acerca de la naturaleza intrínsecamente contradictoria de la acumulación de capital, de los límites históricos de la lógica interna que rige el desarrollo capitalista o, si se prefiere, de la reproducción de la sociedad humana bajo condiciones capitalistas. En este sentido, la crisis iniciada en 2007 ya no puede interpretarse simplemente como un episodio de crisis cíclica, como se hacía hasta ahora. Es, en cierto modo, un abordamiento fundamentalmente conceptual, aunque no meramente abstracto.
En Capitalismo terminal he intentado ilustrar con referencias concretas de la actividad económica y de la reproducción social, en general, algunos de los rasgos de la implosión de la sociedad capitalista.
Para ello, el libro distingue las tres fases de la acumulación de capital: producción, circulación y realización (mercado) y en cada una de ella señala los límites internos que se manifiestan como limitaciones objetivas de las medidas adoptadas por la clase dominante para enfrentar la realidad de la crisis.
Al mismo tiempo, se ponen de relieve las vulnerabilidades o puntos débiles del nuevo orden productivo surgido de la reestructuración de las tres décadas finales del siglo XX sobre los que incidir en un sentido anticapitalista. Es decir, Capitalismo terminal es más explícito y añade precisiones a la hora de fundamentar la crítica de la sociedad capitalista en crisis sobre la práctica concreta de la conflictividad social.
–VGE: En el libro explicas muy bien cómo a lo largo de las últimas décadas los diferentes ciclos productivos del capitalismo han ido chocando con sus límites objetivos para su lógica de acumulación, ante lo cual el propio sistema ha ido proponiendo diferentes soluciones temporales, a saber, innovación tecnológica, deslocalización de empresas, externalización de servicios… ¿en la crisis del ciclo productivo actual cuáles crees que serán las medidas que la élite adoptará para seguir produciendo más plusvalía y asegurar la acumulación de capital, en un contexto claro descenso energético?
–CV: Sustancialmente, las medidas que adopta la clase dominante ante cualquier situación de crisis de acumulación de capital (que no de dinero, pues no es lo mismo capital que dinero, como se expone en el libro) son siempre las mismas, aunque adecuadas en cada circunstancia histórica.
Son las contratendencias a la caída tendencial de la tasa de beneficio de que hablaba Marx: sobreexplotación de la fuerza de trabajo, desarrollo tecnológico, expansión de los mercados y de la explotación de nuevos territorios.
En fin, ya lo estamos comprobando en el empobrecimiento de la población proletarizada, la sobreexplotación del trabajo, el expolio de tierras y recursos, el desarrollo tecnológico, las guerras por recursos energéticos y minerales, etc.
Pero lo novedoso es que cada vez se hace más evidente que tales medidas son insuficientes, incluso en términos estrictamente económicos, para reiniciar un eventual relanzamiento de la actividad, del empleo, del consumo etc., lo cual aunque fuera posible, chocaría con los límites claramente perceptibles de la biosfera.
Desde luego, la disponibilidad de energía barata sería un factor -una de las contratendencias- para una eventual superación capitalista de la crisis, pero el agotamiento de los recursos energéticos es una realidad que no da pie al optimismo capitalista. Por otro lado, las guerras por el control del reparto de los recursos disponibles, como las de Oriente Próximo, son solo eso, la pugna por un recurso escaso, pero no la solución a la escasez.
VGE: En tu libro abordas la cuestión energética, la crisis energética y de materiales, pero lo haces muy por encima, ¿cómo crees que está influyendo eso en la putrefacción del capitalismo termo-industrial?, ¿qué nos puedes decir al respecto?
CV: Efectivamente, entre los temas abordados, el de la crisis energética no ocupa demasiado espacio pero se debe solamente a que es una cuestión tratada por diversos autores (Ramón Fdez-Durán, Taibo, Lodeiro, por ejemplo) con mucha más profundidad y solvencia de lo que yo pudiera hacer.
Sin duda la cuestión energética es una de las claves del modelo de producción y civilización capitalista, no en vano el capitalismo se define como una sociedad industrial y su fase ascendente coincide con la máquina de vapor. La perspectiva del agotamiento del gas y del petróleo no hace sino acelerar la dinámica implosiva que apura los límites del modo de vida de la sociedad industrial.
VGE: Nadie tiene la bola de cristal pero ¿te atreverías a lanzar un vaticinio sobre lo que sucederá en las próximas décadas en relación con esta fase final del capitalismo actual?
CV: Uno de los ejes argumentales de Capitalismo terminal a propósito de la política y de las alternativas consiste precisamente en no establecer programas ni pronósticos que, por bien intencionados y fundados que parezcan no dejan de ser opiniones y como tales intercambiables.
A partir del análisis de la realidad en que se desenvuelve nuestra existencia, de las contradicciones, paradojas y conflictos solo es posible establecer tendencias posibles cuya verificación probable es una vía abierta que dependerá de la respuesta social a la evolución del capital.
En este sentido, la tendencia de la dominación capitalista apunta hacia una prolongación de lo que ya estamos viviendo: exclusión y criminalización de la población no integrable en el cada vez más reducido régimen asalariado estable, autoritarismo (totalitarismo democrático), exterminio de la población expoliada de otros países y continentes.
Es decir, seguiremos la senda que ha venido marcando la clase dominante en el capitalismo ascendente donde la burguesía industrial ha tenido la iniciativa estratégica sobre el movimiento obrero sindical, a no ser que se inviertan los términos y sea la población proletarizada quien adopte una perspectiva estratégica de acción práctica, y no meramente reactiva, sobre el proceso de reproducción social. Los únicos indicadores relevantes en este sentido son los que pueden aportar los conflictos que se producen, es decir, la naturaleza y las formas que adopten las movilizaciones y luchas sociales que se extienden por todo el planeta y en qué medida expresan comunidad de lucha antagonista frente a la comunidad del mercado capitalista.
VGE: ¿A medida que el sistema capitalista se vaya descomponiendo/colapsando/desmantelando crees que vendrán otros sistemas similares a sustituirle? ¿Qué opinas del ecofascismo? ¿crees que irá cogiendo cada vez más fuerza esta posible vía de escape?
CV: Me remito a lo dicho anteriormente en cuanto a la imposibilidad de pronosticar nada, más allá de percibir rasgos de explotación/sumisión y depredación que, engendrados en la sociedad capitalista, se prolongan en nuevas formas de dominación no basadas en la relación capitalista; al fin y al cabo, el sistema capitalista es un fenómeno en la historia de la humanidad y como tal sujeto a la limitación en el tiempo.
Que pueda ser sustituido por una especie de ecofascismo… no sé… quizás ya lo estemos experimentando en las expresiones del fascismo cotidiano, en la fascistización de la sociedad (culto a la fuerza y la potencia, al cuerpo, a la competencia, al liderazgo y al gregarismo de masas, etc. ).
Como decía, mi atención se centra más en desentrañar desde la realidad presente y sus conflictos las posibles tendencias antagonistas cuyo eventual desarrollo permitan superar la sociedad del capital, sus determinaciones y su proyección futura. En fin, no sé si lo que se anuncia es alguna forma ecofascismo o quiza de tecnofascismo como parece sugerir el transhumanismo.
VGE: ¿Tienes algún nuevo proyecto editorial entre manos?
CV: Tengo notas acerca de algunas de las cuestiones que han ido saliendo aquí, pero todo está muy verde.