“La xenofobia y el racismo se adueñan de espacios que hasta hoy eran libres”

Familia y colectivos memorialistas lamentan que el superviviente al campo de exterminio nazi de Mauthausen falleciera como apátrida, sin reconocimiento de la nacionalidad española
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El homenaje de ayer en Laredo a Lázaro Nates, el vecino de la villa pejina que sobrevivió al campo de exterminio nazi de Mauthausen, celebrado en el que hubiera sido su 97 cumpleaños –falleció hace un mes–, se convirtió en un mensaje de preocupación por el auge de los discursos de odio, intolerancia y racismo, y también en una reivindicación de la necesidad de hacer memoria para evitarlos.

En su intervención en el acto, Charo Losa, alcaldesa de su Laredo natal, del que huyó con su familia ante el miedo a represalías políticas tras la entrada de los nacionales dada la militancia de su padre en UGT, advirtió de que “vivimos tiempos complejos y difíciles, la xenofobia, el racismo y la intolerancia con el beneplácito de unos y la mirada esquiva de otros se adueñan de los espacios que hasta hoy eran libres”.

“Nuestra sociedad democrática no puede ni debe permitirlo”, aseveró, mientras que la familia lamenta que Lázaro falleció como un apátrida y José Luis Pajares, del colectivo de memoria de Laredo dice que ‘Lázaro ha muerto siendo francés porque no tiene reconocida la nacionalidad española”, un objetivo que esta organización se ha marcado para los tres deportados que aún quedan vivos, de forma que se pueda así “superar una injusticia de hace años»

Además, la alcaldesa de Laredo manifestó que “la sociedad aún tiene una deuda pendiente con aquellos que padecieron la sinrazón del fascismo y que esperan que se dignifique su memoria”. “Con su sufrimiento, ellos fueron los precursores de esta Europa en la que vivimos y que ahora otros pretenden cuestionar”, añadió.

En la misma línea, el vicepresidente cántabro, Pablo Zuloaga, de cuya Consejería de Cultura dependen las competencias en materia de memoria histórica, ha abogado por “recuperar” la memoria de aquellos que fueron “silenciados por la historia”, objetivo que pretende conseguir la Ley que se aprobará a lo largo de este 2020.

José Luis Pajares, presidente del Colectivo Memoria de Laredo, agradeció a los allegados de las víctimas su presencia en el evento, haciendo hincapié en que era “la primera vez que todos los familiares de los deportados laredanos son convocados a un acto de estas características”. José Luis Pajares ha destacado que “era de justicia que todos ellos participaran en el homenaje a nuestro último superviviente ya que es, a su vez, un reconocimiento a todos sus familiares”.

HOMENAJE

Además de las intervenciones de la alcaldesa, Rosario Losa, de la portavoz de la asociación Amicale Mauthausen, del presidente del Colectivo Memoria de Laredo, José Luis Pajares y de los familiares de Lázaro Nates, se ha proyectado un documental que repasa la vida de este deportado y ha actuado el coro juvenil “Aila”.

Este homenaje, que se ha celebrado en la Casa de Cultura de Laredo, ha estado organizado por el ayuntamiento de dicha villa y el Colectivo Memoria de Laredo, en colaboración con el Gobierno de Cantabria.

El evento ha contado con la presencia del presidente del Parlamento de Cantabria, Joaquín Gómez, el ya ex delegado del Gobierno, Eduardo Echevarría –en el que fue su último acto protocolario–; las directoras generales de Memoria Histórica, Zoraida Hijosa, de Juventud, Irene Lanuza, del director general de la Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte, Jorge Gutiérrez, y del director de Administración Local, Pedro García Carmona.

El patrón mayor de la Cofradía de Pescadores San Martín, César Nates, y otras autoridades locales y regionales también han participado del acto. Tras el acto institucional, se ha realizado una ofrenda floral en el Memorial de los Deportados Laredanos.

LÁZARO, EL CARÁCTER JOVIAL COMO ARMA

Lázaro Nates, también conocido como Pepe, nació en Laredo el 11 de febrero de 1923.

Fue deportado a Mauthausen el 24 de agosto de 1940, con el número de prisionero 3.832 y tan sólo 17 años.

Lázaro Nates, en su casa en París (Foto: Deportados.es)

Junto a otros españoles, entre ellos su paisano Ramiro Santisteban, fallecido en febrero del pasado año, fundó la Federación Española de Deportados e Internados Políticos Víctimas del Fascismo, que dirigió durante algunos períodos.

Nates escribió varios artículos sobre la vida en Mauthausen. Siempre aseguró que su carácter jovial lo mantuvo con vida a pesar del dramatismo de los hechos que rodearon su día a día.

Vivió en París, donde desarrolló una afición por pintar, cuadros luminosos y coloridos. Con 14 años abandonó junto a toda su familia Laredo, donde su padre, militante de la UGT, tuvo una actuación destacada, ante la inminente entrada del bando de los nacionales

La familia se desplazó entonces a Cataluña, donde viven hasta que deben pasar a Francia. Allí son separados del padre, que acabaría en Inglaterra huyendo de los alemanes y desde donde fue deportado a Marruecos y de ahí a Argelia, donde fue forzado al trabajo en las vías ferroviarias y donde falleció al poco tiempo de ser liberado, a consecuencia de las secuelas de ese trabajo. Su padre no está reconocido como víctima de la deportación.

Lázaro Nates

Lázaro, con el resto de su familia, salvo su hermano mayor, estuvieron como refugiados en el Castillo de Lormont, y a la entrada de los alemanes fueron trasladados a Angulema, donde se embarcaron junto a otros españoles en el llamado convoy de los 927. Tras recorrer media Francia llegaron a Mauthausen, donde ante el estupor de su madre u hermanos, llegó con sólo 17 años.

Sobrevivió al campo y al ser liberado, se trasladó a París, donde fijó su residencia y donde falleció recientemente.
Fundó, junto a otros españoles, entre ellos el laredano Ramiro Santisteban, fallecido en febrero de 2019, la Federación Española de Deportados e Internados Políticos Víctimas del Fascismo, que dirige durante algunos periodos.

Visitante asiduo de Laredo, cuando las circunstancias y la salud se lo han permitido, permaneció varios años internado en una residencia cerca de París.

MAUTHAUSEN, LA BUROCRACIA DEL EXTERMINIO

Según detalla el Memorial Mauthausen, los primeros presos llegaron a este campo, situado en Austria, el 8 de agosto de 1938, cinco meses después del “Anschluss” de Austria al III Reich,

Los presos fueron empleados en los primeros momentos en la construcción del campo y trabajaron para empresa propiedad de la SS “Deutsche Erd- und Steinwerke GmbH.” en la producción de materiales para las obras monumentales y de prestigio de la Alemania nacionalsocialista.

Mauthausen/Gusen fue clasificado en su momento como el único campo de la “Categoría III”. Esto conllevaba las condiciones de detención más severas entre los campos de concentración nacionalsocialistas. En ese tiempo, la mortalidad fue una de las más altas entre los campos de concentración del III Reich.

A partir de 1942/43, como en todos los campos de concentración, los presos fueron empleados de forma creciente en el trabajo para los fines de la industria bélica. Como resultado se crearon numerosos subcampos y creció fuertemente el número de presos. A finales de 1942 Mauthausen, Gusen y un pequeño número de subcampos contaban con 14.000 presos; en marzo de 1945 había en Mauthausen y en sus subcampos más de 84.000.

Desde la segunda mitad del año 1944 llegaron a Mauthausen transportes de evacuación con miles de presos, sobre todo desde los campos de concentración del este.

Además, en la primavera de 1945 se cerraron los subcampos situados al este de Mauthausen, así como los campos de trabajo forzoso existentes para los judíos húngaros y los presos fueron conducidos hacia Mauthausen en auténticas marchas de la muerte. Esto llevó en Mauthausen y Gusen, así como en los subcampos todavía existentes de Ebensee, Steyr y Gunskirchen a una absoluta superpoblación. El hambre y las enfermedades trajeron una vertiginosa alza de la mortalidad.

Entre los deportados a Mauthausen, la mayoría procedía de Polonia, seguidos por los ciudadanos soviéticos y los húngaros. Además, en Mauthausen también fueron presos grandes grupos de alemanes y austriacos, franceses, italianos, yugoslavos y españoles. En conjunto, la dirección de la SS registró a hombres, mujeres y niños de más de 40 naciones. Los presos judíos llegaron en su mayoría de Polonia y Hungría a partir de mayo de 1944; sus posibilidades de sobrevivir fueron las más bajas.

En conjunto, entre la apertura del campo en agosto de 1938 y la liberación en mayo de 1945, unas 190.000 personas fueron deportadas a Mauthausen.

Miles de presos fueron muertos a golpes, abatidos a tiros, asesinados mediante inyecciones o llevados a perecer por congelación. Al menos 10.200 presos del campo de concentración fueron asesinados mediante gas letal en la cámara de gas del campo central, en el campo de Gusen, en el centro de ejecución del castillo de Hartheim o bien en un vehículo adaptado para ello que realizaba el trayecto entre Mauthausen y Gusen.

La mayoría de los presos murió como consecuencia de su explotación como mano de obra, llevada a cabo sin ningún escrúpulo y acompañada de malos tratos, así como unas raciones alimentarias insuficientes, una vestimenta deficiente y la carencia de atención médica. En total perdieron la vida al menos 90.000 presos en Mauthausen, Gusen y sus subcampos, cerca de la mitad de ellos en los últimos cuatro meses que precedieron a la liberación.

Los presos del campo fueron la fuente de trabajo esclavo con la cual se construían las factorías o bien fueron empleados directamente en la producción, principalmente para las firmas Steyr-Daimler-Puch, Reichswerke Hermann Göring y para empresas fabricantes de aviones Heinkel-Werke y Messerschmitt.

En la primavera de 1949 tuvo lugar la inauguración del Memorial con el nombre de “Monumento Público de Mauthausen”.

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