El Oceanográfico participa en un hallazgo sobre la amenaza del cambio climático a los corales en el Atlántico
El cambio climático amenaza a los corales, también en el océano profundo, según un reciente trabajo publicado por un equipo internacional de científicos con importante participación del Instituto Español de Oceanografía, y en concreto del investigador cántabro José Manuel González Irusta, desde el Centro Oceanográfico de Santander.
El trabajo, publicado en la revista Global Change Biology, ha sido desarrollado en el marco de los proyectos de investigación del programa H2020 de financiación europea ATLAS y SponGES, según una nota del Ministerio de Ciencia e Innovación.
Según los autores del trabajo, al ritmo actual de cambio climático alrededor del 50% de los arrecifes de coral de aguas profundas del Atlántico norte está en riesgo, mientras que los hábitats de importantes especies comerciales de peces podrían desplazarse hasta 1000 km hacia el norte.
Estas predicciones podrían tener importantes consecuencias negativas en el sector pesquero y en las comunidades que dependen de estas especies.
El estudio ha empleado novedosas proyecciones climáticas presentes y futuras de las condiciones ambientales del atlántico profundo, así como la más completa recopilación de la distribución de las especies modeladas para, por primera vez, delimitar cuáles serán en el futuro las zonas de pérdida de hábitat, las zonas de migración (nueva ocupación) y las zonas refugio (hábitats óptimos que no sufren cambios en el futuro).
Como explican, el océano juega un papel crucial en la regulación del cambio global gracias a su capacidad para absorber y almacenar calor y dióxido de carbono. No obstante, esta capacidad no es infinita y su sobrecarga tiene consecuencias para la salud del océano, incluyendo el incremento de la temperatura del agua, la acidificación del océano o el descenso en la disponibilidad de alimento que alcanza el fondo.
Todos estos efectos ponen en riesgo los servicios ecosistémicos que presta el océano como demuestra este nuevo trabajo que incorpora estos efectos para calcular la distribución de los corales de aguas frías y los hábitats profundos empleando proyecciones realizadas aplicando escenarios futuros desarrollados en base al actual ritmo de emisiones.
EN EL PEOR DE LOS ESCENARIOS
Para el doctor Telmo Morato, del instituto IMAR de la Universidad de las Azores y líder del trabajo, las proyecciones de los modelos «fueron claras», con «un descenso significativo en el hábitat de los corales de aguas frías y un marcado desplazamiento hacia latitudes septentrionales para las especies de peces de profundidad».
Esto se añade a las «crecientes evidencias científicas que demuestran que el cambio climático tiene efectos también sobre el océano profundo». «Estamos comenzando a comprender a las criaturas y comunidades que viven en las profundidades oceánicas. Si no tomamos medidas drásticas para reducir nuestra huella de carbono, podríamos perder para siempre estos ecosistemas antes incluso de desvelar sus secretos”, comenta.
El trabajo se centra en las escleractinias y los octocorales, indicadores de ecosistemas marinos vulnerables, y en especies de peces profundas con valor comercial en diferentes regiones del atlántico. Los octocorales están, a la vista de los resultados, especialmente amenazados, puesto que los modelos predicen reducciones de hábitat que podrían provocar su extinción en extensas zonas del atlántico.
El trabajo también predice limitadas zonas refugio para los corales de aguas frías, resaltando la necesidad de considerar el cambio climático en la gestión del medio marino.
Según González Irusta, investigador del Oceanográfico de Santander y responsable de desarrollar los modelos de distribución durante su estancia postdoctoral en el centro IMAR de la Universidad de las Azores, explica que los octocorales y las escleractinias, son organismos de esqueleto calcáreo y están expuestos a un “efecto acordeón”.
«Por un lado, el incremento de la temperatura del agua empuja a estas especies de aguas frías a zonas más profundas. Por otro lado, la acidificación de los océanos, que afecta en mayor medida a las aguas profundas que a las superficiales – y de especial relevancia para las especies calcáreas como los corales y las gorgonias- empuja en la dirección contraria, hacia aguas someras», añade.
«Todo ello estrecha su hábitat potencial, a lo que además se añade el efecto sinérgico de la disminución de alimento en aguas profundas», por lo que «el efecto combinado de estos impactos explica los resultados obtenidos”.
Según aclaran los investigadores, estos resultados se basan en el peor escenario climático posible, que es el derivado de no tomar medidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Por ello, consideran que este trabajo debe servir para enfatizar la necesidad de entender mejor como el cambio climático afecta a la vida en nuestros océanos y resaltar la importancia de preservar las zonas refugio.
Desde el proyecto ATLAS esperan que sus predicciones sean adoptadas en futuras medidas de gestión y conservación a nivel global, especialmente en aquellas relacionadas con los ecosistemas marinos vulnerables, con el fin último de contribuir al «enorme desafío» que supone mitigar los efectos del cambio climático, incluyendo los más dramáticos, como los proyectados en este trabajo.