El COVID-19 es «muy oculto», tiene una «larga incubación» y hay «mucha población que pudiera estar asintomática»
El Gobierno de España empezará esta semana a hacer test rápidos, siguiendo la recomendación, hace unos días, de la Organización Mundial de la Salud. «Test, test, test», como último consejo para frenar el avance de esta pandemia que ha puesto en jaque a la economía mundial. Y todo a la espera de una vacuna que, según ha anunciado China, ya ha superado allí los ensayos clínicos.
La experta en vacunas del IDIVAL (Instituto de Investigación Marqués de Valdecilla), Carmen Álvarez, nos ayuda a conocer mejor al enemigo del momento. La también profesora asociada en UNIR, se dedica a la investigación frente a enfermedades infecciosas, fundamentalmente bacterias, como listeriosis y tuberculosis, pero está muy en contacto con la comunidad científica que, desde diciembre, se ha «puesto inmediatamente las pilas» a partir de la epidemia en Wuhan (China).
Pero los virus mutan (para sobrevivir), y así lo ha hecho el COVID 19, primero en Italia y después en España. Como contaba esta semana El Confidencial, ya tenemos el genoma del Coronavirus español, pero todavía no conocemos su «virulencia».
«Es muy habitual en este tipo de virus, los Coronavirus tienen una alta capacidad de mutación. Y es lógico, porque lo que quieren es vivir – fuera de nuestro organismo no pueden. Mutar e infectar es su objetivo vital», explica esta científica en una entrevista en EL FARADIO de ARCO FM (103.2).
Pero los científicos están a la espera de conocer los datos que se están recogiendo, porque «cuando muta no siempre lo hace en sus genes de virulencia». A veces, son mutaciones que le vienen bien al virus o que le pueden venir bien en el futuro. «Esa parte aún no se tiene, se está recogiendo. En poco tiempo sabremos si tiene que ver con la virulencia», apunta, y añade que «esperemos que no tenga que ver con la virulencia», que es «lo que nosotros no queremos».
Aunque el Covid 19 es nuevo, no es el primer coronavirus. La comunidad internacional ya se enfrentó al SARS o al MERS, además de otros cuatro coronavirus previamente. «Lo que sí se ha observado es que hay mucha población que pudiera estar asintomática, debido a la particularidad del virus de una larga incubación para mostrar los síntomas».
Es decir, es un virus muy «oculto», porque tiene la capacidad de contagiarse cuando la persona infectada no presenta síntomas. Y la fase de incubación es larga, así que la probabilidad de contagio es mayor.
Por eso la OMS ha recomendado hacer test masivos. Y la pregunta es, ¿por qué no los estamos haciendo ya? La respuesta que nos da Álvarez es que «no es un test barato», además de que los servicios sanitarios están en algunas comunidades autónomas «muy desbordados». Además, hacer test masivos significaría que los laboratorios sólo se dediquen a test de coronavirus, y «se tienen que dedicar a más cosas».
En este sentido, esta científica destaca una iniciativa del Colegio Oficial de Biólogos, para intentar que biólogos moleculares, «gente que sabe cómo hacer esto», intenten hacer «un test de diagnóstico a gran escala en las universidades», de forma que pudieran ayudar también a los sanitarios. «Es una buena idea, partiendo de los científicos, que es ayudar a que podamos hacer más test en general».
LA VACUNA SOMOS TODOS
Como, por su particularidad, este coronavirus es bastante invisible, Carmen Álvarez defiende que el confinamiento, «aunque no nos gusta a nadie», es «una de las buenas medidas», porque «va a restringir la cantidad de personas asintomáticas que están infectando a grupos de alto riesgo, ancianos, personas con condiciones físicas de inmunidad baja, personas que no lo saben pero pueden tener una inmunidad baja o enfermedades respiratorias de otro tipo que serían susceptibles».
Tal y como expone, «confinados nos lo contagiaremos en nuestro pequeñito grupo, y poco a poco las vacunas seremos todos. Queremos ser la vacuna. Como no tenemos una vacuna frente al coronavirus, intentamos crear esas pequeñas situaciones de inmunidad de grupo natural, que se va a crear en nuestra pequeña casa con nuestra pequeña familia, y muchas de ellas lograrán que todas estas personas asintomáticas al final desarrollemos una buena inmunidad de grupo».
En ese sentido, empatiza con el discurso de la «disciplina social». «Tenemos que aprender de los que han empezado a tener éxito», como China o Corea del Sur, a la hora de aplanar la famosa curva.
ESPERANZAS EN LA LUZ ULTRAVIOLETA
Otra esperanza no confirmada de la comunidad científica es que la llegada de la primavera y el verano, el buen tiempo, pueda ayudar a que remita la pandemia. Pero hay muchas variables: «No sabemos si es un virus estacional, como la gripe, o si viene para quedarse, o si lo logramos combatir y desaparece como el famoso SARS, que es al que se parece porque también es un coronavirus, y de repente surge en una zona y desaparece luego porque se logra una inmunidad total contra el virus y no logra infectar más»
«Lo que deseamos los científicos», confiesa, es que «con la llegada del buen tiempo, que implica más luz ultravioleta, bajaría su virulencia, y lograríamos combatirlo con más facilidad»; que con más luz, sol y calor «pueda desaparecer o pierda virulencia, y entonces es factible que lo venzamos».
Aunque todavía falta evidencia científica. «No conocíamos nada de este enemigo hasta que surgió en Wuhan, pero los científicos nos ponemos las pilas inmediatamente: se secuencia; se mira si el virus va cambiando o no; modelos animales para ver lo que pasa, cómo infecta; se buscan proteínas; qué necesita para infectar…»
«Esperamos que con la luz y calor, baja la virulencia y estamos todos confinados para cuando llegue el calorcito, y además hemos desarrollado una pequeña inmunidad, lograremos estar más fuertes contra el coronavirus».