Valorar lo que tenemos

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Los días que nos ha tocado vivir parece que han hecho aflorar los mejores sentimientos de las personas que nos rodean y, sobre todo, valorar el trabajo que desempeñan otros gremios. Si bien, da la sensación que, como dice el refranero español, “nos acordamos de Santa Bárbara solo cuando truena”.

Durante esto aciagos días, toda la sociedad se ha dado cuenta de la gran labor que realizan las personas que trabajan en el ámbito sanitario, desde médicos a enfermeras, desde personal de limpieza a personal de administración y de mantenimiento. Todos ellos son un equipo compacto y organizado que está haciendo todo lo posible, en unas condiciones de mucha presión, para ayudarnos a todos nosotros en la lucha contra el coronavirus. Sin embargo, esta sociedad, que cada día aplaude su labor, permanecía dormida mientras las mareas blancas salían a la calle a denunciar todos aquellos recortes que se estaban produciendo en la sanidad pública. De aquellos lodos, provienen muchos de estos problemas que hoy, los profesionales de la salud, aún denuncian.

También conviene recordar otra de las mareas, la marea verde o de las personas que luchaban en defensa de la educación pública. Hemos de valorar que la mayoría de los profesionales sanitarios se han formado en la educación pública; desde las etapas de la educación infantil y primaria, pasando por la educación secundaria y el bachiller hasta llegar a la Universidad, lugar en que se acaban formando todos esos profesionales. Por ello, no se nos debiera olvidar la importante labor que desempeñan las instituciones educativas, entre ellas la Universidad de Cantabria como formadora de personas e investigadores, y también los hospitales de nuestra región que acaban puliendo esos diamantes en bruto con los cuales hoy contamos. En este contexto, entra a formar parte también la marea roja, en contra de los recortes en la Ciencia. La Universidad de Cantabria, al igual que otros organismos de investigación del Estado español, han visto reducidos en los últimos años los recursos dedicados a investigación científica, lo cual implica una pérdida de competitividad respecto a otros países y un retraso en los posibles avances científicos.

Hoy habría que gritar más que nunca uno de los lemas de esas mareas: “Sin educación no hay ciencia; sin ciencia no hay sanidad; sin educación, ciencia y sanidad no hay servicios sociales”. Y aquí entra otra de las mareas, la marea naranja, que luchaba contra el recorte en servicios sociales. Recortes en residencias, en ayudas a la dependencia, en ayudas sociales, etc. son también otro de los “virus” que habría que desterrar de nuestra sociedad.

Ahora nos damos cuenta de lo importantes que son todos estos servicios; siempre se da más valor a las cosas cuando se carece de ellas. Por todo ello, no sólo debemos valorar los servicios cuando estamos en una situación límite como la actual, sino que tenemos que tener un poco de memoria histórica. Pero también, hemos de ver un futuro esperanzador y exigir que esos pilares de nuestro estado de bienestar, sigan fuertes y en pie. Esa es nuestra labor, de toda la sociedad, que ha de exigir a sus representantes más inversiones, y ningún recorte, en sanidad, educación, ciencia y servicios sociales.

Después de esta pandemia, de la que saldremos, ¡algo deberíamos haber aprendido!

*Jaime Bonachea Pico es profesor titular de la Universidad de Cantabria

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