Cantabria participa en un estudio internacional para determinar el impacto del coronavirus en la salud mental de los profesionales sanitarios
Cantabria está entre las comunidades autónomas con menos impacto del COVID-19 con un riesgo de contagio intermedio y, además, tiene un sistema público de salud mental comunitario muy avanzado.
Estos son los motivos fundamentales por los que nuestra región ha sido invitada a participar en el primer estudio internacional para evaluar el impacto de la pandemia en la salud mental de los profesionales sanitarios, ya que cuatro de cada 10 trabajadores de centros asistenciales tienen ansiedad o depresión y 7 de cada 10 refiere algún tipo de malestar.
El estudio, que parte de la Universidad de Chile, pretende conocer de primera mano la experiencia de los profesionales, y sus resultados orientarán la toma de decisiones para reducir los efectos colaterales de la pandemia a medio y largo plazo. Para ello, se tratará de realizar el estudio al mayor número de personas posibles y en el menor plazo de tiempo. Ya se han sumado 20 países de los cinco continentes.
En Cantabria, estará coordinado por la Dirección General de Salud Pública y los servicios de Psiquiatría y las unidades de Salud Mental del Servicio Cántabro de Salud. De hecho, estas unidades, junto al Servicio de Drogodependencias de la Consejería de Sanidad, en respuesta a la situación provocada por el COVID-19, han intensificado en las últimas semanas sus actuaciones con protocolos específicos para pacientes, familiares y sanitarios.
El fin último es asegurar garantizar la atención en situaciones de crisis y duelo, potenciar el seguimiento y apoyo a las personas que padecen trastorno mental y no pueden acudir a centros sanitarios, intensificando el contacto telemático.
El estudio consistirá en una encuesta, diseñada por investigadores de las Universidades de Chile (Santiago de Chile) y Columbia (Nueva York), para estudiar el impacto de la pandemia en la salud mental del personal empleado en los dispositivos de salud.
Algunas de las áreas que explora la encuesta son los síntomas de ansiedad, depresión y estrés; aspectos más concretos de esta pandemia, como la preocupación por el contagio, la formación y la disponibilidad de equipos de protección; o factores de protección, como la resiliencia o el apoyo social, entre otros. Se establecerá de nuevo contacto con los participantes a 3, 6 y 12 meses, para medir la evolución de todas las variables con una encuesta de similares características.
La premura en estudio proviene de experiencias previas con otros síndromes como el SARS, el MERS o el EBOLA, que impusieron la necesidad de tener un plan de intervención sensible para amortiguar su impacto en la salud mental. Además, en esta ocasión, los datos procedentes de China son preocupantes, ya que alrededor de un 40% de los profesionales de los centros sanitarios expuestos a COVID-19 presentaban síntomas de ansiedad y depresión, un 30% refieren insomnio, y más del 70% dicen sufrir algún tipo de malestar emocional.