Tontos y relojes
Aunque hace semanas que El Faradio acoge mis opiniones, esta columna pertenece a otro conjunto, el de mi blog personal y esta es la entrada 500 en ese blog. 500 exposiciones públicas con errores y aciertos, supongo. Y con una de mis últimas lecturas “El muchacho de los ojos grises”, de Gilles Perrault, que me ha llevado ochenta años atrás, a aquellos campos franceses que eran arrasados por la fuerza militar nazi. La guerra relámpago en su mayor exhibición. Ya no eran países pequeños y débiles militarmente. Ahora era nada menos que Francia la que no podía contener la avalancha.
Y esta entrada, con número tan redondo, me hace elegir. Dunkerque o el Covid19? Churchill o Abascal? Lord Halifax o Casado? También me podía haber dado por reseñar otras lecturas recientes. Los diarios de Héctor Abad Faciolince de los que dijo que se había decidido a publicarlos por falta de inspiración para más ficción… Podía ser una broma, o no. Recordando que aquí el más tonto hace relojes, no me libro de decir que no es lo mejor que he leído del colombiano. Y no quiero engrosar la lista de relojeros.
Me enferma ver cómo ilustres profesionales son ninguneados a diario y no por el cuñao, que no terminó EGB. Se trata de comunicadoras/es con cientos de miles de televidentes. La profesión es amplia, no sé si tienen título ni de qué… Han pillado, se han enriquecido, han pasado de la crónica más o menos rosa a politiquear… y se han creído, ellos mismos, que su opinión valía más que la de los expertos. No de fútbol o de política, incluso de Historia, que de eso aquí sabe todo el mundo. La novedad de la temporada son opiniones sobre biología o farmacopea. Ni en lugares con campeones de prensa escrita amarillenta, como Alemania o Gran Bretaña, sus relojeros televisivos han llegado a tanto. Brasil o EE.UU tienen variedades más cercanas.
Si a escala nacional el esperpento diario de millonarios de la comunicación es lo que es, en la escala local el fenómeno roza el infierno. Da igual que el protagonista se incluya en la izquierda virginal, la que nunca hará nada porque no se va a manchar con nada y a los que autoridades en ciencia política les parecen intelectualmente muy limitados… Piensan que el gobierno ha gestionado fatal la pandemia, pero ojo, no confundir con las críticas de la derecha… lo de la izquierda de la izquierda es distinto. Faltaría más.
En la otra banda del terreno de juego, escucho a apolíticos de ayer que se han diplomado en virología y que de un cierto abstencionismo, en salto sin red, ya son expertos en pactos y elecciones anticipadas… Y el propio gobierno, que ayuda lo que puede a descolocar a propios y extraños. Ya he definido como porno las sesiones de los miércoles en el Congreso, desde hace semanas; la última ensayó con tríos variados. La orgía tiene que estar al caer. Pero es muy difícil que un ciudadano normal consiga enterarse de lo que debaten y votan sus señorías y, así, puede que alguno haya unido su vehículo modesto a la cabalgata de BMWs y Porsches de ayer. Sobre, digamos, la estética de Bildu, no me va a ganar nadie, tampoco me gusta, pero es que el acuerdo con los radicales vascos supone cosas para las administraciones locales muy parecidas a las que el PP ha pedido, en Madrid, en Murcia y en Santander.
Descubrir ahora que las cuatro provincias forales tienen una fiscalidad propia, distinta y ventajosa, me lleva a aquella Casablanca en la que el capitán de Vichy descubría que se jugaba en Rick’s. En el interior del gobierno, las diferencias entre las dos partes, o tres o cuatro, de la coalición, podrían ser perfectamente normales. Desde antes de que los alemanes embolsaran Dunkerque, aquí no habíamos tenido gobierno de coalición. No podemos saber mucho del asunto, incluso en el país de los relojeros espabilados. Pero el amago de órdago del vicepresidente Iglesias también se relaciona con el vértigo de la izquierda autodenominada “transformadora”. Lo que viene, ya falta menos para el final de la bajada viral, va a ser tan duro que la tentación de tirarse en marcha es muy fuerte. Se transforma con el BOE. Si se renuncia al BOE volvemos a la izquierda virginal.
Y final. Con relación a la derogación de la reforma laboral el texto de la “Coalición progresista, un nuevo acuerdo para España”, de diciembre, encabeza su punto 1.3 con dos frases: “Derogaremos la reforma laboral. Recuperaremos los derechos laborales arrebatados por la reforma laboral de 2012”. No veo la palabra íntegra o completa. Si por algo parecido se desmembra un gobierno, que alguien recuerde lo que le ocurrió a Churchill en las siguientes elecciones al triunfo sobre Alemania. Cuando todavía no se había rendido Japón, con medio millón de británicos muertos en la guerra, los electores le dieron el gobierno a la leal oposición del tiempo de guerra. Aquí, retirando el leal, ¿hay dudas sobre lo que ocurriría en unas nuevas elecciones, en otras? Y con la tercera fase, y sus encuentros, a la vista.