‘’Ha sido ver como de golpe se te cae el mundo encima’’
La vida de Ana no era fácil ya, con sus padres dependientes en grado 2 y grado 3. Para ella, como para tantos, los equilibrios en su vida laboral y familiar eran lo habitual.
Para esta vecina de Piélagos, el Estado de Alarma supuso tener que mudarse de domicilio para poder prestar todos los servicios necesarios que requerían sus padres, trasladándose a su casa, una acción que además tuvo que realizar de manera apresurada sin poder llevarse más que lo necesario para unos días.
A pesar de que el sector al que se dedica Ana la permitía seguir trabajando en el estado de alarma, le h ha sido ‘’imposible conciliar la vida laboral con la personal’’ teniendo que dejar el trabajo para poder dedicarse al cuidado día y noche de dos personas dependientes de grado 2 y 3, con las dificultades que conllevan los cuidados especiales llevados por una sola persona.
Mentalmente, nos comenta la propia Ana, esto “me ha desestabilizado muchísimo, ha sido ver como de golpe se te cae el mundo encima, tanto a nivel emocional como físico’’.
Al hablar de sus padres Ana reconoce que, aunque una de las personas tiene una dependencia del 100% dándole los cuidados básicos de comida, aseo, ropa y las atenciones diarias de cualquier persona en su rutina, ha podido llevarlo de mejor manera.
Pero la otra parte que, explica, vivió una “situación muy dura”’ al no haberse adaptado bien a los cambios en su rutina, cambiando totalmente el carácter de la persona dependiente y llegando incluso a desorientarse de tal manera que ‘’no sabe si tiene que desayunar, comer o cenar cuando se le sienta en la mesa’’, una situación que viene provocada por el cierre de los ‘’centros de día’’ donde habitualmente pasaba gran parte de su rutina, y de las ayudas externas que acudían al domicilio y que con el estado de alarma han dejado de realizarse de la misma manera.
Durante estos meses ha echado en falta una llamada o una ayuda psicológica, ‘’aunque sea por teléfono’’ para la gente que está con pacientes de este tipo y comparten situaciones similares, puesto que tanto para ella como para sus padres ha sido un cambio muy drástico que les ha afectado de lleno.
Realmente, Ana lamenta que “no he tenido conciliación de ningún tipo, no he tenido tiempo ni para mí misma, estoy desde por la mañana hasta por la noche sin parar”, en una situación que califica de ‘’agobiante y agotadora’’.
Aunque la protagonista de esta historia entiende que esta crisis sanitaria ha sido muy dura, y que todos nos hemos visto afectados en menor o mayor medida, nos expresa que la hubiera gustado que alguien se pudiera haber trasladado a su casa un par de horas para poder volver a su domicilio y según nos cuenta, ‘’despejarme un poco y coger aire para afrontar otro día’’, añadiendo que ‘’hay gente que ha tenido situaciones muy complejas que nadie puede saber y entender hasta que realmente lo vive’’.
Respecto a su situación laboral, no ha podido acogerse a ninguna ayuda, puesto que su sector ha seguido trabajando, teniendo igualmente que ‘’pagar religiosamente mi cuota de autónomos mensual que son casi 300 euros’’.
A las dificultades que ha vivido Ana se le suma el cambio de pasar de ser una mujer independiente económicamente a depender del sueldo de su marido que tuvo que ampliar su jornada de trabajo para poder cubrir la ausencia del puesto de su mujer, una situación que la hace más vulnerable y por la que se siente en algún caso impotente al no poder abarcar a todo.