Sáhara Occidental: Zemla, el principio del fin
Estaba integrada en el Movimiento de Vanguardia para la Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro, fundado a finales de los 60 del siglo pasado, y que fue precedente del Frente Polisario, fundado el 10 de mayo de 1973, bajo el liderazgo de El Uali Mustafa Sayed.
Fueron un puñado de veinteañeros saharauis los que organizaron el Movimiento, recelosos de las intenciones de España, respecto de la puesta en marcha del proceso de descolonización del territorio, exigido por la ONU, tras la incorporación de España a ese organismo, tan inútil como estúpido.
Que la Metrópoli travistiera el Sahara Occidental en provincia española, la número 53, reforzó la sospecha de que entre los planes de España no figuraba la descolonización del Sahara Occidental.
Los fundadores del Movimiento confiaron el liderazgo a Mohamed Sidi Brahim Basir, Basiri, saharaui original de Tantan, de más edad y mejor formación -había estudiado periodismo en El Cairo y Damasco-, y expulsado de Marruecos, donde trabajaba en un periódico, en el que publicó un artículo contrario a la pretendida marroquinidad del Sahara.
La dirección del Movimiento, que había sensibilizado y concienciado, persona a persona, a 4.000 saharauis acerca de su causa, hizo llegar al Gobernador General del Sahara la reivindicación de que España se comprometiera con la independencia del Sahara, estableciendo por un periodo de tiempo a determinar una autonomía tutelada, tiempo en el que los saharauis serían capacitados para hacerse cargo, con las mejores garantías, de la administración de su país, como pasos previos a la celebración del referéndum de autodeterminación, prescrito en la legislación internacional.
Al igual que Marruecos impide sistemáticamente la celebración del referéndum, sin derecho alguno al que acogerse, entonces España tampoco mostró la menor disposición a facilitar la independencia del Sahara, a la que la ONU instaba.
La diferencia estriba en que ahora los saharauis rechazan la autonomía que propone Marruecos, bajo su soberanía -no hay lazo alguno que les una-, mientras que a principios de los 70 fueron los saharauis los que solicitaron de España, después de casi 100 de presencia colonial. Marruecos no tiene, nunca ha tenido, ningún derecho de soberanía sobre el Sahara, más allá de los que, al margen de la ley, le permite la Comunidad internacional. Por su parte, España tuvo, y sigue teniendo, todas las obligaciones con el pueblo saharaui, como potencia administradora que, de iure, sigue siendo. Marruecos fuerza los derechos; España incumple las obligaciones.
Quince días después de la entrega del documento reivindicativo, el 17 de junio de 1970, se celebró una fiesta en Zemla (El Aaiún), organizada por las autoridades españolas con la asistencia de los jefes de tribu (chiuj), únicos firmantes de las papeletas del referéndum que falseó la realidad del Sahara Occidental, disfrazándola de provincia española, adornando a los saharauis con DNIs, Libros de Familia, contratos de trabajo, a modo de complementos.
En Zemla se conmemoraba un aniversario de esa farsa. En las inmediaciones del lugar de reunión se encontraban integrantes del Movimiento de Vanguardia. El Delegado gubernativo solicitó hablar con algún responsable. Le transmitieron que se remitían al documento cursado, y que no acudirían a un encuentro personal antes de recibir una respuesta por escrito. Se retiró el Delegado, pero regresó: el gobierno español daría más tarde respuesta a sus reivindicaciones, pero que en aquel momento tenía el gusto de invitarles a formar parte de la celebración, a lo que el representante del Movimiento renovó su negativa.
Más tarde fueron alguno de los jefes de tribu quienes acudieron, por si les fuera más fácil persuadirles, con toda probabilidad inducidos por los españoles. Los dirigentes del Movimiento impidieron que se dirigieran a la población.
Los chiuj regresaron en los coches que les habían traído. Los sustituyeron cuatro vehículos de la Policía Territorial en orden de combate, al mando de un comandante. Los saharauis ser abalanzaron contra los coches lanzando piedras. Una de las piedras acertó en la cara del comandante, quien de inmediato disparó con su pistola. Mató a un saharaui e hirió a otro. Ante la imposibilidad de contener la avalancha, la policía optó por retirarse. Eran necesarias más fuerzas. U otras. Enseguida hicieron acto de presencia efectivos del Tercio Juan de Austria de la Legión, emplazado en El Aaiún.
En el enfrentamiento no se sabe cuántos murieron, y muchos resultaron heridos, en tanto los domicilios eran allanados, registrados y destrozados. Fueron detenidos los responsables del Movimiento, y más integrantes para ser interrogados en busca del resto de dirigentes rebeldes. Incluido Basiri, fueron detenidos los dirigentes, y deportados, sin juicio previo, dispersados por las distintas ciudades y destacamentos del territorio, por un periodo de 10 años. Al año y medio se les levantó el castigo, a quienes tres años más tarde fundarían el Frente Polisario. Menos a Basiri, desparecido forzado hasta hoy, el primer desaparecido, al que siguieron decenas, después de la invasión y ocupación por parte de las hordas marroquíes a finales de octubre de 1975.
Tras los acontecimientos de Zemla, España patrocinó el Partido de Unificación Saharaui -PUNS, en la provincia -la 53- de un Estado en el que estaban prohibidos los partidos, con el fin de contrarrestar las ofensivas del Movimiento de Vanguardia, pero le salió mal la fechoría: tal movimiento se revolvió contra los intereses colonialistas españoles; en mayo de 1973 se fundó el Frente Polisario, que mantuvo frecuentes enfrentamientos con las fuerzas coloniales; en 1974 España inicia la elaboración de un censo, supuestamente con vistas al referéndum, pero ya era demasiado tarde; en mayo de 1975, próxima la muerte de Franco, todo se precipitó, hasta que el gobierno de España firmó unos acuerdos, inexistentes -nunca se publicaron oficialmente-, por los que cedía el Sahara Occidental, con sus gentes y sus recursos a Marruecos y Mauritania, que entre tanto invadían el territorio por el norte y por el sur, respectivamente, al tiempo que el príncipe Juan Carlos, autoinvestido con poderes de Jefe de Estado, vendió a los saharauis en su propia tierra el 2 de noviembre, a cambio de un reinado apoyado en la traición: éxodo trágico de una parte del pueblo saharaui; 16 años de guerra; alto el fuego (1991); refugio en Tinduf (Argelia); estado de terror, en la ciudades ocupadas. 44 años, día a día…
Los acontecimientos de Zemla constituyeron el principio de un final, que aún no ha llegado, el único legal, con el que la historia hará justicia al pueblo saharaui: la celebración del referéndum de autodeterminación, por el que los saharauis decidan libremente cómo quieren estar en el mundo.