“La mejora de la salud mundial pasa por mirar al cambio climático»
La relación de la salud con el medio ambiente es algo que se conoce desde hace ya mucho tiempo. El último ejemplo y aviso, según señala la ONGD Medicus Mundi, ha sido la inexorable aparición de la Covid-19, que ha golpeado por su escala y rapidez de contagio. Así, creen que este hecho parece confirmar que las enfermedades infecciosas están emergiendo a una velocidad cada vez mayor, y la mayoría causadas por patógenos que saltan desde los animales.
Medicus Mundi, que forma parte de la ‘Coordinadora Cántabra de ONGD’, considera que “está acreditado que entre las causas de esta pandemia se encuentra el cambio del uso de la tierra con la temida deforestación, la agricultura y la ganadería intensiva”.
“Estos factores provocan la pérdida de la biodiversidad, y acercan a la gente a una mayor interacción con la vida salvaje. Este último coronavirus nos hace ver como nunca que los animales pueden servir de huésped intermedio en la trasmisión de patógenos hacia los humanos” explica la organización.
El hecho constatable de que se empobrezcan, simplifique y destruyan ecosistemas cuya función es amortiguar el binomio frío/calor y protegernos de la zoonosis, entre otras funciones, para la ONG es un motivo de seria preocupación. Pero la vinculación entre cambio climático y salud “todavía no ha calado ni en la población ni en sus gobernantes como debiera. Prueba de ello es que, por ejemplo, en plena pandemia el gobierno de Brasil quiere relajar las leyes para permitir la explotación tanto ganadera como extractiva en áreas protegidas de la Amazonia, que alberga entre un 15% y un 20% de la biodiversidad del planeta” mencionan.
En la Tierra siempre ha habido cambios en el clima. En los últimos 650.000 años ha habido 6 ciclos glaciales, el último hace 7.000 años. El cambio climático actual supone un calentamiento global del planeta debido a la emisión de gases de efecto invernadero, que provocan una retención del calor en las capas inferiores de la atmósfera.
No obstante, lo que diferencia al cambio climático actual de los anteriores son dos elementos. “El primero es la demostración de que es la acción humana lo que causa este cambio climático, aumentando la contaminación y asumiendo un consumismo poco responsable. Por lo tanto, podemos actuar contra ello, cambiando conductas y comportamientos” indican, y añaden que “el segundo aspecto destacable es la intensidad y rapidez con la que se está induciendo este cambio”.
La OMS asume que los problemas medio ambientales conocidos provocan 13 millones de muertos al año. Y estima que entre 2030 y 2050 el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales cada año, debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico.
Durante la ‘COP25’, antes de la llegada del coronavirus, “todos nuestros esfuerzos estaban dedicados a corregir la intervención humana en la naturaleza y a respetar su función protectora, que frenara el avance de enfermedades. Estábamos volcados en reducir la polución, que a nadie se la escapa que funciona como una autopista para virus y patógenos” destaca la organización.
Pero tras esta crisis sanitaria creen que “tendremos que resetearnos y hacer frente de nuevo a todos aquellos aspectos que afectan al medio ambiente, incluyendo algunos nuevos como es el incremento masivo de residuos sanitarios, mascarillas, guantes y demás materiales desechables, y su eliminación (ya se están encontrando mascarillas en el mar Mediterráneo) y reciclaje en un futuro inmediato”.
Otra de las consecuencias de esta crisis, al menos en el corto plazo, sostienen que es “el incremento del uso del coche privado por el miedo al contagio, lo que derivará en aumento de CO2 y de la contaminación atmosférica”.
Hacen mención aparte sobre lo que podemos considerar “el mayor problema” para la sostenibilidad del medioambiente, que es “el modelo consumista que impera en todo el planeta”. Este modelo conlleva, por ejemplo, “el incumplimiento de las tasas de contaminación en las ciudades y el incremento de los vertidos ilegales contaminantes, el abuso del plástico (sólo se recicla a nivel mundial el 9%, según Greenpeace) o la obsolescencia programada, que es una forma de asegurar un mayor consumo y es legal en todos los países, sin tener en cuenta los efectos que tienen para el clima” lamenta Medicus Mundi.
Pero no todos son malas noticias. España, ante la emergencia climática, ha aprobado el pasado 20 de mayo el proyecto de Ley de cambio climático y fija por ley sus objetivos nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a 2030 en un 20% respecto a los niveles de 1990. Con ello, España se alinea con la Unión Europea (UE) y sus objetivos para ese año. Igualmente responde al Acuerdo de París, que establece que los países deben aumentar su ambición en materia de reducción de emisiones en 2020.
“La mejora de la salud mundial pasa por mirar al cambio climático. Pero no solamente desde una perspectiva local o nacional. Hace falta un mayor compromiso global con políticas coherentes que no fomenten el consumismo y la contaminación, ya que sin este trabajo a nivel global es casi imposible que se pueda conseguir detener este monstruo que hemos creado” reitera la ONG.
Y concluyen haciendo una recomendación a la OMS, ya que consideran que hoy más que nunca debería plantearse, si no se revierte la situación, “declarar el cambio climático una emergencia mundial de salud pública, teniendo en cuenta que algunas de las últimas epidemias (COVID-19, ébola, Zika) lo fueron cuando las consecuencias de este cambio climático afectan a millones de personas”.