«Manolo refleja una historia y una generación española»
El pasado viernes 10 de julio Eduardo Romero nos presenta la autobiografía de Manuel Martínez en la Librería Dlibros de Torrelavega, propiciando un debate posterior sobre el papel de las mujeres en las familias, en la sociedad, en las cárceles, en la COPEL (Coordinadora de presos españoles en lucha)…La discriminación y represión carcelaria aun a día de hoy, las luchas y activismos por un mundo más justo y humano, menos institucionalizado y más afectuoso.
Santiago Alba dice que Manuel es un personaje excepcional con una vida trepidante en la que el rebelde primitivo y el militante anarquista se suceden como el gusano y la mariposa en una crisálida.
Lejos de querer ser etiquetado, esta es la historia de un hombre que de bebé era rechoncho y guapetón como cualquier otro. La privación del calor familiar humano le hace ir de bote en bote, de institución en institución: reformatorio, psiquiátrico, internado, seminario, cárcel, hospital. Las probó todas y de todas bebió amarguras y vivió aventuras y desventuras.
Condenado por la Ley de vagos y maleantes sobrevivió a torturas para instaurar el miedo, motines, huelgas de hambre, atracos, autolesiones colectivas, aventuras épicas, drogas, incendios, agresiones, protestas, que desembocan en anécdotas tiernas y humildes de apoyo mutuo, colectas entre presos, estudio e investigación, activismo político, sed de cambio social que al salir de la cárcel le invitaba a seguir pensando y apoyando a tantos otros que quedaban dentro.
Conoció a Rosa y vivió una luna de miel y tranquilidad en Brasil y tuvo dos churumbeles, realzando la cotidianeidad y los valores familiares tan añorados en su propia infancia marcada por la pobreza, la enfermedad y el alejamiento de quien más quería.
Pese a la crudeza de historias esperpénticas, duras, traumáticas y dolorosas, recuerda solo alguna con lágrimas en los ojos, como cuando fue ingresado en un psiquiátrico y su madre no le fue a ver: él no lo sabía, pero las visitas estaban prohibidas; ahí sintió el infierno de la soledad y el desamparo más que nunca.
Historia tierna y solidaria que vislumbra en cada capítulo y cada palabra una vida hecha de retazos de realidad, su realidad y la de tantos otros que como él se rebelaba contra el sistema de injusticia y opresión, buscando resquicios de ternura, compañerismo, calidez humana, apoyo y amor. Su historia refleja a toda una generación de una España Salvaje que transitaba de una dictadura a una seudodemocracia donde quedaba mucha lucha para recuperar la dignidad y la libertad.
Eduardo recupera en la presentación de este libro una tradición que es la de la narración colectiva y en clave de humor nos lee algún fragmento que nos deja con la miel en la boca, con ganas de leer el libro.
Muchos Manolos por distintos motivos terminan con sus huesos en las cárceles, motivos políticos suelen ser todos, causas estructurales como la pobreza, el desempleo, el enganche a las drogas, la violencia y la delincuencia como formas de mostrar rebeldía social ante una sociedad que hace aguas, masifica, institucionaliza, aborrega y dificulta el desarrollo personal, familiar, social y económico.
En tiempos de pandemia la situación de las cárceles es preocupante; en algunas hay motines que ni tan siquiera se reflejan en los medios, son ratoneras de las que es difícil escapar del contagio, muchas organizaciones piden un canal informativo permanente sobre la evolución de los contagios, aumentar el material de protección, la aplicación del tercer grado sin cárcel para aquellos presos que tengan enfermedades graves, mayores de 70 años, mujeres embarazadas o con hijos en periodo de lactancia o dispongan del segundo grado y presenten buena conducta.
También piden libertad vigilada para los presos preventivos por delitos que no son considerados graves. De esta manera, aumentaría el espacio en prisión, lo que haría posible mayores medidas de distanciamiento.
Michelle Bachelet, la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ha instado a los gobiernos de los distintos países a reducir la población reclusa y sacar de prisión a los presos «más vulnerables».
Pocos son los que se codean con la chusma, la Asociación Nueva Vida en Cantabria dispone de proyectos de alojamiento a ex reclusos y de intervención social y psicológica en las cárceles, con programas dirigidos a agresores en los cuales se realiza prevención y tratamiento a cualquier persona con dificultad de control de sus impulsos violentos.
El confinamiento humano y animal a través de centros institucionales y granjas de producción masiva son responsables de los contagios de virus, bacterias y enfermedades. Los animales son territoriales y es necesario el espacio personal como el aire para respirar.
Es necesario ponernos en la piel de los reclusos, de esa población olvidada y estigmatizada que no solo existe sino que merece condiciones dignas de salubridad, espacio vital y condiciones que promuevan la salud. Pensar en términos de salud comunitaria es imprescindible por el simple hecho de vivir en comunidad, todos estamos en el mismo barco y la solidaridad es vital para nuestra supervivencia.