La Feria del Libro Viejo de Santander, confirmada ahora como una excepción tras la cancelación las de Madrid, prevista para septiembre, Logroño o Granada, y la dificultad en la organización de otras como Barcelona o Salamanca, que penden de un hilo, clausura este domingo 23 una edición marcada por la Covid19 que, a pesar de todo, ha superado las expectativas de la mayoría de los participantes.

Alastair Carmichael, de Carmichael Alonso Libros, que abandona este año la dirección de la cita santanderina, consideró que “teniendo en cuenta las circunstancias y el hecho de que ha sido la segunda feria seguida en el mismo sitio, el resultado podía haber sido mucho peor. En conclusión la nota es positiva”.

En la misma línea se manifestó Paco Roales, presidente de la Asociación de la Feria del Libro Viejo de Santander, quien tomará las riendas de la próxima edición: “No ha sido la feria de mi vida pero el balance es positivo. Hemos tenido buen tiempo, buen público y una asistencia fluida”.

Los libreros que han participado por primera vez en esta edición afirmaron estar, en términos generales, satisfechos con las ventas. “Yo estoy muy contenta”, aseguró Patricia Camiño, de la Librería Litoral de Barcelona. “La sensación es positiva en este año que estamos viviendo.

Además se han anulado ferias en todas partes. En Barcelona parece que se va a hacer pero con unas medidas de seguridad que van a ser catastróficas para la venta. Estoy casi sorprendida de que hayamos tenido público todos los días y más o menos hemos trabajado”.

No obstante, Camiño coincidió con otros libreros al matizar que ha notado “un bajón considerable a partir de la segunda semana que en otras ferias no había visto. Durante la primera quincena de agosto quizá el turismo es más gastador y este año la feria se ha retrasado una semana. También ha empeorado la situación respecto a la Covid19. El calor extremo y las tormentas puede que hayan afectado, así como el hecho de que fuéramos detrás
de la del libro nuevo, lo que igual ha provocado una saturación”.

Para Albert Obradors, de la Llibrería Antiquària Casals, también de Barcelona, “la organización y la ubicación” del evento merecen “un 10” pero “las circunstancias no han sido las mejores para hacer una buena feria. Esperaba un poco más. En mi caso, el libro de atrás, de temática, libro antiguo de mitad del siglo XIX, que no es de tablero, ha fallado un poco”.

Ana Fortes, de la Librería Anticuaria Mundus Libri de Salamanca, subrayó esta idea: “Ha habido un cambio en el tipo de cliente. El libro antiguo sale peor, quizá el cliente clásico no se ha animado este año pero el libro más nuevo se ha vendido bien porque el público es más joven. En general la gente está comprando más libro moderno”.

En cualquier caso, Fortes concluyó que “veníamos todos con una expectativa extraña y aunque quizá la feria ha resultado un poco más floja en términos generales, no ha sido nada disparatado teniendo en cuenta la situación”.

Antonio Lorenzo, de la librería El Asilo del Libro (Valencia), un experto en ferias, incluyendo la de la capital cántabra, le puso cifra al descenso de ventas en su caso: “Ha habido una caída en  torno al 20% pero conforme están las cosas en otras partes, muy bien. Yo he estado ya en Vigo y ahora, en La Coruña. Está todo muy venido abajo y aquí se ha mantenido más o menos”.

Más optimista fue el balance de Pedro Juan Mengual, de la también valenciana Al Tossal: “Toda España está en Santander estos días, por aquí ha habido barbaridad de valencianos y murcianos. Viendo cómo está lo demás ha salido bastante bien. De hecho, ojalá pudiéramos estar una semana más. A algunos les parecerá una locura pero viendo los meses que vienen, que no va a haber ferias, esta nos ha salvado. Madrid, Logroño y Granada se han suspendido, Barcelona y Salamanca están en cuestión. Los libreros nos vamos a tener que dedicar a la
venta en internet pero eso deja un beneficio marginal solo para cubrir gastos básicos”, consideró.

Por su parte, Jorge Borrás, de la Librería Utopía de Madrid, aseguró estar “más contento” que nunca porque ha vendido “lo mismo que el año pasado”. La Feria del Libro Viejo de Santander “es el único sitio donde he podido vender. No ha habido Rastro, no hay feria en Madrid, no voy a poder ir a Barcelona porque estoy cansado pero además igual también la suspenden. Y esta va a terminar y todo ha salido bien. Pase lo que pase, la feria ya se ha hecho”.

“El balance es bueno, sin engañar. Yo tenía mucho miedo de que la cerraran, de que la gente no se acercara”, explicó Gerarda Porrúa, de la Librería de Lance (Bilbao). “Teniendo en cuenta la que está cayendo en todas partes, haber podido celebrar la Feria del Libro Viejo de Santander y que haya venido gente ya es un éxito. Yo no pido más. Podía haber ido mejor, sí. Y también peor. Con solo estar, que no hayamos tenido que cerrar, que haya venido gente, haya
tocado los libros y haya comprado algo, con un canto en los dientes”, aseguró. “Además creo que fue un acierto no establecer un perímetro vallado. Eso nos ha salvado”, matizó.

Javier Garisoain, de Libros con Historia (Urroz, Navarra); José Manuel Suárez, de Cajón de Sastre (Ponferrada) y Luciano Martínez, de la Librería Querubín (Valencia), todos ellos noveles en la Feria del Libro Viejo de Santander, manifestaron su intención de repetir el año que viene.

“Pensaba cubrir gastos y salir del paso y la sensación es que a pesar de los inconvenientes se mantiene el interés. Si me invitan volveré”, avanzó Garisoain. Por otra parte, “el calor extremo” y las “tormentas” pueden haber afectado, junto a la Covid19, a la afluencia de público, añadieron Luciano Martínez y José Manuel Suárez, quienes en cualquier caso aseguraron “haber salvado” el día.