El proyecto humanitario que apoya Santander en Mali continúa tras el golpe de Estado
Son días de cambios para la población del país africano de Mali tras el golpe de Estado del pasado martes, pero las integrantes del proyecto humanitario que ha apoyado en 2019 el Ayuntamiento de Santander en la nación maliense aseguran que no ven en peligro su trabajo. Se trata de una misión de la Congregación Franciscana financiada por la ONG medicusmundi, miembro de la Coordinadora Cántabra de ONGDs, que a su vez recibe inversión pública de varios ayuntamientos asturianos y del santanderino, aunque este año aún no se ha aprobado los proyectos de ayudas a estas actividades.
Estas religiosas llevan 15 años trabajando en este Estado de África Occidental con el apoyo de la oenegé española, gracias a la cual llevan a cabo proyectos de desarrollo focalizados en la mujer. Formación profesional, reparto de alimentos… El más ambicioso de estos planes busca luchar contra las causas de la mortalidad infantil y materna y ha cerrado este sábado su cuarta edición.
«Muchos pueblos han pasado de tener una mortalidad infantil del 50 % a una del 10 o del 15 %», cuenta a EL FARADIO Janeth Aguirre, una integrante del proyecto con sede en Koulikoro, una ciudad a unos 60 kilómetros de la capital maliense de Bamako.
Las acciones de esta misión franciscana para reducir los números de muertos en los primeros años de vida son sencillas: van a los pueblos y dan jornadas de formación sobre cómo cuidarse y llevar a cabo el embarazo -y los primeros años de vida del bebé- de forma exitosa. También les enseña a mejorar su dieta y, sobre todo, les reiteran la importancia de acudir a profesionales médicos.
«Solo llevar esta información a los pueblos salva vidas», asegura Aguirre. Además, dan trabajo a profesionales locales, según cuenta a este medio: «Intentamos que el personal sanitario vea que su trabajo no es solo una forma de ganarse la vida, sino que también sirve para tejer redes de solidaridad y mejorar la calidad de vida de la gente».
Golpe de Estado y condena internacional
Hambre. Pobreza. Paro. Estas son algunos de los motivos por las que la población estaba harta y por los que el golpe se llevó a cabo rápidamente y con bastante apoyo popular. El autoproclamado Comité Nacional de Salvación ha prometido una «transición política civil» hacia unas elecciones «libres y democráticas».
El país se encontraba sumido en protestas desde abril, cuando un posible fraude en elecciones legislativas encendió la llama de unas manifestaciones masivas, en cuya represión murieron al menos 14 personas, según admitió el Gobierno.
Fueron militares de rangos medios -solo había un general entre los cabecillas- los que coordinaron la toma de las calles de Bamako, el arresto del Ejecutivo y de los jefes del Estado Mayor. El cambio de Gobierno fue mayoritariamente pacífico por el apoyo de la gente, pero la ONG Amnistía Internacional pide investigar unas posibles cuatro muertes durante estos eventos.
La condena internacional al golpe armado ha sido unánime: la Unión Africana y la Europea, la ONU o Estados Unidos han reprobado rápidamente esta forma de cambio de régimen. También se han puesto en marcha medidas concretas; la Comunidad Económica de Estados de África Occidental ya ha apartado a Mali de su órgano de toma de decisiones.
«La situación es dura, pero hemos tocado fondo»
Mali, donde la cultura de cambio de Gobierno mediante golpe de Estado está muy arraigada, arrastra problemas estructurales desde su independencia de Francia en 1959. Esta secesión, además, no ha sido completa: la nación maliense depende financieramente de Francia y de donaciones externas para sufragar el gasto de la Administración.
El fracaso del Estado es tal que solo llega a controlar un tercio del territorio que de iure gestiona, con milicias y grupos terroristas en los dos tercios restantes.
Es precisamente por los grupos armados que este país es de interés para potencias extranjeras, principalmente Europa. Actualmente, la Unión Europea mantiene una misión de entrenamiento en la que participan unos 300 soldados españoles con el fin de formar a la milicia maliense para luchar contra el terrorismo.
Además, la inversión del Viejo Continente también tiene como fin que el Estado maliense, que dedica el 21 % de su gasto público a seguridad -priorizándola frente a sectores clave como Sanidad o Educación-, controle los flujos migratorios que atraviesan su territorio en busca del sueño europeo.
Mientras, Aguirre nos cuenta que Mali está atravesando una situación muy dura. «Un golpe de Estado nunca es positivo», asegura, pero también admite que «se necesitaba un cambio y en el corazón de la población hay esperanza». «Ahora toca construir un país mejor», sentencia.