Piden que el Proyecto Pereda se realice sin “taponar” la calle ocupando el Arco del Santander
En un fin de semana en el que proyectos como Artecturas –este domingo– reivindicaban la fusión entre arquitectura, ciudad y actividad, con iniciativas culturales en el Pasaje Zorrilla, una manifestación reclamaba en Santander que el proyecto de museo en la sede central del Banco Santander con la colección de arte de la entidad puede convivir con el espacio sin necesidad de eliminar vistas o luz al ocupar el característico Arco del Paseo Pereda.
Al lema de ‘Museo SÍ, calle TAMBIÉN’, convocaban la Federación de Vecinos Ciudad de Santander y Cantabria, la FEC, la asociación Pombo-Cañadío y la asociación de vecinos Río de la Pila, San Antón y Los Aguayos, con la presencia del PSOE de Santander, único partido que ha asistido y que tiene entre sus concejales a Javier González de Riancho, un descendiente –bisnieto- del autor del proyecto, y que incluso se escribió con Ana Botín para hablar sobre el proyecto.
Su reivindicación parte directamente de la premia de que el proyecto de museo “es una gran noticia para la ciudad”, para al que supondrá un “incuestionable beneficio” y un “importante atractivo” por el equipamiento cultural que atraerá. Por tanto, no rehúyen la “unánime alabanza” ni el “apoyo ciudadano”, y ensalzan la “generosidad y el “admirable gesto” del Banco con la ciudad.
Es decir, no rechazan su instalación, no era una manifestación contra el proyecto, igual que los críticos con el Centro Botín centraban su crítica en la ubicación y no en el proyecto.
Pero recuerdan que la actuación trasciende la de una obra privada, pues el edificio del Banco Santander es “un verdadero icono de la ciudad” y además forma parte del Conjunto Histórico Artístico del Paseo Pereda-Castelar.
Así, advierten de que el proyecto de David Chipperfield pretende “salirse” de los límites del edificio, “ocupar” el espacio de la calle bajo el arco y “cerrar visualmente” la calle, además de “bloquear completamente” la vista hacia la Bahía desde el interior, perjudicando además a los barrios interiores, los que no dan al paseo central.
Lo que matizan es que sus beneficios no pueden ser “disculpa” para que “las cosas se hagan de cualquier manera” y “a costa de perjudicar a muchos otros”. Y recalcan que “el nuevo Museo tiene que convivir con el lugar en el que se inserta”.
Por eso reclaman alternativas que permitirían que el edificio tenga el uso sin tener que ocupar la calle. De hecho ellos mismos han encargado un proyecto alternativo, que proporciona una fórmula “razonable y funcional” que mejora la movilidad y las zonas comunes. Admiten que “no es la única solución posible” ni “en absoluto la que ha de realizarse”, sino la “prueba evidente” de que hay alternativas que conjuguen las distintas necesidades.