Los vecinos de Pombo, Cañadío y el Ensanche se muestran contrarios a que las terrazas ‘tomen’ la calle
La Asociación de Vecinos de Pombo, Cañadío y el Ensanche, ante los planes que anuncian el Ayuntamiento de Santander y la Asociación Empresarial de Hostelería de Cantabria (AEHC) acerca de “medidas de ocupación del espacio público» para establecer una «nueva rutina» con la apertura de «zonas de consumo al aire libre», ha querido expresar su opinión a través de un comunicado.
En primer lugar, hacen referencia a la pandemia y su propagación como un motivo de peso para no animar a que haya más personas que se reúnan en las terrazas de estos establecimientos. Por un lado, porque va en contra del espíritu del Estado de Alarma recién aprobado, que trata de que los ciudadanos permanezcan en casa todo el tiempo posible.
La Asociación cree que las terrazas son lugares donde puede resultar más sencillo el contagio, porque se suele estar son la mascarilla puesta, durante mucho tiempo, y también se suele hablar más alto, sobre todo si hay tráfico motorizado pasando junto a ellas, y eso «contribuye a multiplicar la expulsión de aerosoles y las gotículas», dicen. Por tanto, sería una decisión contraria a la salud pública.
Pero en el comunicado se alude también a una cuestión de movilidad de los vecinos de esas zonas. Exponen que «Santander, a diferencia de otras ciudades, ni suprimió tráfico ni peatonalizó nuevas calles. Al contrario, destinó espacio público que antes era peatonal a ampliar las terrazas de hostelería». Y ahora plantean extenderlas con aún más espacio, en lugar de pensar en los peatones, algo que dicen sí ha sucedido en otras ciudades.
Si se amplía el espacio de las terrazas, incluso incorporando cosas como carpas y puestos en la calle, sin suprimir espacio para el tráfico rodado, eso reducirá el espacio que se tiene para, simplemente, pasear. «¿Podremos salir del portal siquiera?», se preguntan.
Por eso piden que, en lugar de estudiar una posible ampliación de zonas de consumo al aire libre, deberían de estudiar con los vecinos posibles medidas «de reducción de contaminación ambiental y acústica». Pero siguen esperando a que el Ayuntamiento les consulte sobre esos asuntos, y añaden que quizá esos contactos no se produzcan «porque otras veces ya nos hemos opuesto».
Consideran que si el objetivo del Ayuntamiento es facilitar el consumo, también «podrían expandirlo a otras zonas de la ciudad hasta ahora más tranquilas y ayunas de este tipo de actividades», ya que en el Ensanche dicen que llevan «años saturados».
También se refiere el comunicado a la intención que podría haber de invertir en estufas, para que el frío no sea un adversario de las terrazas, pero desde la Asociación afirman que, «si son de gas, liberan CO2. En varias ciudades europeas y alguna española ya las han prohibido o van a hacerlo. El cambio climático nos debe impulsar a avanzar no a retroceder».
Aportan un dato para reforzar la poca necesidad de darle más cancha a la hostelería en su barrio, y es que «el Ensanche de Santander cuenta con un bar por cada 26 habitantes (la media española es de uno cada 186,6). Hace años que está saturado de negocios hosteleros y ruido ambiental». Si eso aumenta, creen que sería ir en contra de las normas que se establecen desde Europa.
La Asociación propone también que los espacios de la vía pública puedan ser utilizados «para que los alumnos y profesores de los centros escolares próximos puedan desarrollar las tareas docentes en espacios abiertos, como recomiendan los científicos». Creen que eso sería preocuparse por un sector aún más vulnerable que la hostelería y darle más facilidades, tanto a los alumnos como a los profesores.
Por todo ello se oponen a las intenciones del Consistorio, y exigen que no sólo se tomen medidas para beneficiar «a los hosteleros, sino también a los peatones y a los vecinos». Y sobre todo en los tiempos que corren.