“Nadie puede alegrarse de mandar a sus hijos a la guerra si no está en una situación desesperada”

Concentración en Santander de apoyo al pueblo saharaui
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Huele a castañas en la Plaza Porticada, en uno de esos viejos trenes que siempre está ahí. Y ese es el único indicador que transmite normalidad, de otoño-invierno en el centro. El resto, mascarillas, distancia, saludarse con el codo o sin acercarse mucho, y mirar de reojo al reloj para que esto no dure más allá de las diez.

Y no sería la primera vez que en plena Porticada o en aledaños –frente a Correos, por ejemplo—viéramos banderas saharauis o a miembros de su comunidad, al hilo del programa Vacaciones en Paz, por el cual niños saharauis que viven en los campamentos pasan unos meses con familias de acogida cántabras, que son, pues, también sus familias.

Pero muchas cosas han cambiado desde hace dos veranos. Ya este fue extraño: desconfinados y desescalados, pero sin la presencia aquí de los niños, y con la preocupación por el impacto del COVID-19 en unos territorios en los que está todo por hacer,

Hasta eso suena lejano ahora, hasta la semana pasada parece ya otra época: fue cuando al hilo de varias protestas en el campamento de El Guerguerat, zona liberada, irrumpió el Ejército marroquí, en lo que ha supuesto una violación del alto el fuego que regía con el Frente Polisario, representante de Marruecos.

Un centenar de personas acudían a la concentración de apoyo al pueblo saharaui, convocados por Alouda Cantabria, Cantabria por el Sáhara -miembro de la Coordinadora Cántabra de ONGDs–, Liga de Estudiantes saharauis, Comunidad de Saharauis y la Delegación del Frente Polisario.

Estos mismos colectivos, más otros como la Asociación de Inmigrantes Saharauis en Cantabria, ‘Miyek’, el Rincón Cubano Granma o Asamblea Ciudadana por Torrelavega (ACPT), han convocado otra movilización para este miércoles en la Plaza Mayor de la capital del Besaya, a las 19:30 horas.

A la concentración han acudido, además, representantes de organizaciones como Amnistía Internacional, Interpueblos, La Vorágine, STEC, la Asamblea de Mujeres, así como de Izquierda Unida y Cantabristas, entre otros colectivos.

El ambiente allí es de guerra, con población de los campamentos alistándose, algunos de ellos, los propios niños participantes en la anterior edición del programa Vacaciones en Paz, en Cantabria, como relata Gabriel Herrería, de Cantabria por el Sáhara, una de las organizadoras del programa, miembro de la Coordinadora Cántabra de ONGDs.

Tal y como describía, el ambiente en los campamentos es de “fiesta”, y “cuando un pueblo es llamado a la guerra y responde con alegría y júbilo, es que algo está muy mal”.

“Nadie puede alegrarse de mandar a sus hijos a la guerra, si no está en una situación desesperada”, explicaba, a la vez que pedía el apoyo no sólo de la comunidad internacional o Naciones Unidos, sino del Gobierno español, tanta de la rama socialista como de Unidas Podemos.

“No creemos que la mejor vía sea la bélica, pero nos han llevado a ello”, lamentaba desde la Liga de Estudiantes Saharauis Alamu Abdu Mohamed, quien describía el ambiente en los campamentos como “más animados que nunca” y “con la cabeza bien alta”.

“Lo que queremos es volver a nuestra tierra”, tras décadas “de falsas promesas” y “oídos sordos” por parte de la comunidad internacional, que les han llevado a depender de la ayuda internacional para sobrevivir en el desierto, mientras Marruecos usa sus recursos naturales.

Desde el Observatorio Cántabro de los Derechos Humanos en el Sáhara Occidental, un grupo de abogados especializado en derecho internacional, Rosa Fernández advertía de los incumplimientos legales por parte de Marruecos en la violación del alto el fuego.

Y llamaba la atención también sobre el aumento de la represión en el Sáhara Occidental, los territorios ocupados, con detenciones y asaltos a domicilios de activistas o periodistas.

Desde Alouda Cantabria, otra de las asociaciones organizadoras de Vacaciones en Paz, su presidenta Natalia Correa reclamaba una solución política, una respuesta “contundente” que evite la guerra antes de que “la cosa se ponga más fea”, porque, advertía, “habrá muertos”.

Nada es como era ya: no hay paz ni vacaciones. Es el otoño de guerra en el desierto.

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