Niños que se van de vacaciones y de mayores vuelven para una guerra

Charlamos con dos personas que acogieron niños con el programa 'Vacaciones en paz' y que ahora siguen en contacto con ellos para saber lo que sucede ahora que se ha roto el alto el fuego entre el Sáhara Occidental y Marruecos
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Hay sueños que no se pueden enterrar. La aspiración de lograr algo que admite y explica el derecho internacional aún se mantiene. El pueblo saharaui quiere recuperar el territorio que le pertenece y que Marruecos sigue ocupando. Ya son 45 años esperando una solución, pero la esperanza no ha desaparecido.

Begoña Campillo pertenece a la asociación Cantabria por el Sáhara, que gestiona el programa ‘Vacaciones en paz’ en la comunidad y que forma parte de la Coordinadora Cántabra de ONGD. Y en 2005 ya empezó a acoger (ella y su familia) a una niña, pudo hacerlo cinco años seguidos, y después empezó a acoger a su sobrina. Es decir, estableció un fuerte vínculo con una familia concreta saharaui, como le cuenta en una conversación a EL FARADIO.

Ahora, Marian, la primera niña de acogida que tuvo, estudia Ciencias Económicas en Zaragoza, donde vive con la hermana de Begoña. Ambas colaboran para que esa niña, ahora ya una joven mujer, pueda seguir cursando sus estudios en España.

Lo malo es que ahora, más que nunca, Marian tiene la mente lejos, en la tierra donde vive su familia. Sus hermanos y sus cuñados ahora están en los campos de refugiados preparándose para participar en la guerra declarada por el Frente Polisario, una vez que consideran que Marruecos ha vulnerado el alto el fuego decretado en 1991.

De hecho, le tocaba hacer un examen este lunes, y no pudo concentrarse en hacerlo. Esta nueva situación la tiene muy preocupada, y los sentimientos pueden llegar a ser hasta de desesperación. Además, este último verano no pudo viajar a casa para ver a su familia. Si todos los años supone complicaciones poder llegar hasta los campamentos, en Tinduf (Argelia), este año de pandemia resulta mucho más complicado.

Begoña opina que ahora la juventud del pueblo saharaui sí ve las cosas con menos optimismo, porque el tiempo sigue pasando y siguen sin recuperar lo que les pertenece. Lo denomina como «amargura», porque ven que «no hay salida». Y ahora se abre un momento de incertidumbre, porque es difícil predecir si este paso dado ahora va a abrir una etapa de mayor sufrimiento.

Este martes por la tarde se han convocado concentraciones en Santander (Plaza Porticada) y el miércoles en Torrelavega (Plaza Mayor) a las 19:30 para apoyar la causa del pueblo saharaui en un momento tan delicado como este.

Aris Rosino es otra persona de Cantabria que hace ya mucho tiempo tomó la decisión de acoger a un niño saharaui, junto a su pareja, a finales de la pasada década. El programa ‘Vacaciones en paz’ da la oportunidad de que esos niños puedan pasar un verano sin sufrir los rigores del calor del desierto, puedan aprender cosas nuevas y relacionarse con otra cultura, e incluso pueden aprovechar para ir al médico y así vigilar su estado de salud.

Ahora, Aris nos cuenta, en una entrevista a EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM, cómo está habiendo muchas personas, desde España y desde otros países europeos, que se están marchando de vuelta a casa para poder ayudar a defender a su pueblo y luchar por conseguir esa vieja aspiración de tener un referéndum de autodeterminación que les otorga la propia ONU. No importa la estabilidad que hayan podido conseguir viviendo en Europa. Ahora acuden, «voluntariamente», sostiene Aris, para hacer un rápido servicio militar y poder participar en los combates.

Él se mantiene en contacto con aquel chaval que venía a Cantabria en verano y que ahora se prepara también para luchar por su pueblo. Siempre cabe la posibilidad de que ocurra algo así, teniendo en cuenta cómo es la relación entre Marruecos y el pueblo saharaui. Aris dice que ellos siempre han tenido la idea de acabar volviendo a su tierra para reclamar lo que es suyo.

Tanto Begoña como Aris han visitado en algunas ocasiones los campamentos de refugiados, y subrayan la dignidad con la que viven y que reivindican los saharauis. Aris nos llega a decir que hay ayuda que no quieren aceptar, porque sería como reconocer que no se van a mover de los campamentos, y que se conforman con la situación actual. Y se siguen negando a ello.

Este cántabro nos habla también del doble sentimiento que se despierta ahora entre ellos. La tristeza de tener que alistarse en el ejército, pero la alegría de ver que sus reivindicaciones vuelven a ponerse de actualidad y eso puede acercarles al objetivo de regresar a su tierra, la que ahora no pueden disfrutar.

La esperanza que sí han perdido un poco tanto Begoña como Aris es la de que un Gobierno español pueda tomar un papel protagonista en resolver este asunto. La legalidad respalda al pueblo saharaui, pero no hay voluntad de echar una mano, sino que sucede lo contrario, y parecen situarse junto a Marruecos, sin querer molestarle, dado que el país vecino juega sus armas en temas tan trascendentales como el control de la inmigración ilegal o en el asunto de la pesca, cosas de vital importancia para España.

Los sucesivos gobiernos españoles no han llegado a tomar una postura consecuente con lo que la legalidad internacional dice, y eso ayuda a que las cosas no cambien y el sufrimiento por el lado del Sáhara Occidental se mantenga. Un sufrimiento que ahora aquellos niños que venían de vacaciones tratan de cambiar por esperanza e ilusión para recuperar lo que llevan toda la vida esperando.

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