«No debemos pedir perdón por contar nuestra historia»
Ya han pasado 45 años, pero el ambiente de la dictadura parece que se revive hoy de manera más palpable que antes. Los mensajes de odio se están haciendo peligrosamente habituales. Y también las mentiras sobre el pasado de España y, más concretamente sobre el periodo que abarca la II República, la Guerra Civil y la dictadura de Francisco Franco.
Nuestros tertulianos coinciden en decir que la memoria sobre todos aquellos años no está respetando fielmente la verdad, y hay cosas que quedan deliberadamente ocultas. Se trata de Carolina Hernáiz, de la Librería La Vorágine, que organiza hoy una mesa redonda para hablar sobre los escombros del franquismo, Carlos Hernández, periodista que ha publicado libros ligados a este tema, como el de ‘Los campos de concentración del franquismo’, y Marisol González, que es delegada de la asociación Archivo, Guerra y Exilio en Cantabria, y viuda del guerrillero cántabro Jesús de Cos.
Hernández habla de una «tergiversación histórica muy profesional» para tratar de hacer creer que la verdad es distinta a la real, pero son mensajes que calan en parte de la sociedad. «Entre que se ponen a contestar los historiadores, los de verdad», y se desmiente lo que se dice desde los medios de comunicación, el mensaje ya ha llegado, por televisión, a través de las redes sociales o por un simple mensaje que entre en tu teléfono móvil.
Por eso se pone en un lugar fundamental a la Educación, para tratar de que la sociedad conozca en profundidad la historia y no haya confusiones interesadas. Nuestros tertulianos denuncian que se ha intentado pasar por encima de ese tramo de la historia, de manera que el conocimiento es menos rico y es más sencillo blanquear la dictadura franquista.
Es importante el punto de vista de las víctimas de toda esa época, pero Hernández resalta que cada vez quedan menos de ellas vivas, y de ese modo cuesta más conocer una verdad que necesita reconocimiento a través de leyes como la de Memoria Democrática. Y a ese desconocimiento y blanqueamiento del franquismo, según este periodista, contribuyó también la izquierda en España, y no sólo la que gobernó, con Felipe González al frente, ya que no hizo los esfuerzos necesarios para que la sociedad en su conjunto tuviera más presente lo sucedido durante todo ese tiempo. Y compara lo ocurrido aquí con lo que pasó en Alemania o Italia, donde sí hubo un ejercicio de reconstrucción de la verdad que se plasmó en los libros de historia y en la educación, para que hubiera límites más claros que no pudieran sobrepasarse, ni siquiera por partidos de extrema derecha.
Hernáiz pone en valor lo que las víctimas tienen que contar, porque es también historia, y «no debemos pedir perdón por contar nuestra historia», recalca. Se refería a esa actitud, también reflejada en la izquierda española, de no resaltar ciertas cosas, como para tratar de «no molestar a los vencedores».
Avanzar en la memoria democrática no deja de ser un modo de que los ciudadanos sepan que hay cosas ocurrieron y que nunca debieron pasar y, aún más importante, que puedan tener claro que no se deben repetir. En un momento donde un partido concreto refleja argumentos y actitudes que recuerdan a las de esa oscura etapa de la historia, y vemos cosas parecidas en movimientos políticos de otros países, puede ser necesario hacer mayores esfuerzos para corregir informaciones o argumentos basados en falsedades.
«45 años después debemos seguir reivindicando cosas que debieran estar solucionadas hace muchísimo tiempo», y se refería también al lastre que supone tener esa historia terrible detrás. Y apuntaba también a las formaciones de izquierda por los pactos de la Transición, «pactos de silencio que se convirtieron en pactos de olvido». Por todo ello, denuncia el «déficit democrático» que aún tenemos en España.
Esa conversación de hoy en La Vorágine incorpora la visión desde Argentina, donde se abrió una causa judicial hace ya una década para esclarecer los crímenes de la dictadura. Hernáiz se lamenta de que algo así no se pueda proponer en nuestro propio país, incidiendo en la falta de respeto que se palpa respecto a esas víctimas que sufrieron de manera particularmente cruel la represión de aquellos tiempos.