Pronto hará un mes desde que Raquel envió una carta al Gobierno Regional pidiendo que revisaran la situación de su establecimiento y permitiesen abrir el interior, con reducción de aforo, para poder dar de comer a los transportistas, que son sus principales clientes.

La historia la contó EL FARADIO el pasado 21 de noviembre y después numerosos medios, tanto regionales como nacionales, se han hecho eco de la noticia, algo que a Raquel le ha cogido por sorpresa, ya que ella nunca llamó a ningún periodista, sino que se dirigió directamente al gobierno para intentar encontrar una solución.

A grandes rasgos, lo que sucede es que mientras con las normas sanitarias se permite servir en el interior a las estaciones de servicio para que puedan dar una asistencia correcta  a los transportistas que están en carretera, Raquel, como el resto de establecimientos hosteleros, solo puede trabajar en la terraza.

La peculiaridad es que el establecimiento que esta mujer tiene está en Penagos, enfrente de la mayor plataforma logística de Cantabria y es en su campa donde cada día cientos de camiones esperan su turno para entrar a cargar o descargar: «es muy triste que, con el frío que hace y con la cantidad de horas que meten en la carretera, tengan que comer mojándose en la terraza. No es una gasolinera ni está dentro de una empresa, supuestos en los que si podría abrir con un tercio de ocupación,  pero la función del bar  es dar servicio a los transportistas, que obligatoriamente tienen que aparcar en esta campa a la espera de que les den acceso a la plataforma «, aseguraba entonces Raquel.

La solución provisional llegó de un transportista y cliente habitual, que ofreció la caja de un camión para montar un improvisado comedor. Desde entonces, allí comen cada día 40 o 50 transportistas.

ESPERANDO UNA SOLUCIÓN

Una iniciativa ingeniosa de la que se han hecho eco los medios, pero Raquel lamenta que la historia se haya quedado ahí. «Yo no busco publicidad, Yo no he llamado a ningún periodista. Yo lo que quiero es una solución. Quiero que desde el gobierno alguien me diga que puedo abrir el interior del establecimiento con reducción de aforo para ofrecer un lugar donde esta gente pueda descansar y comer algo en condiciones. Envié la carta al gobierno, he contactado con políticos a través de facebook, porque no sé cómo hacerlo si no y la única respuesta que he  recibido  es  un correo diciendo que trasladan mi petición a la Dirección General de Salud Pública. Nada Más. Ese e-mail está fechado el 17 de noviembre y el remolque sigue ahí».

También una diputada del PRC con la que contactó a través de una red social se ha comprometido a mover su petición «de momento lo que ha hecho es felicitarme por la iniciativa. Eso está bien, no digo que no,  pero yo no busco palmaditas en la espalda. Voy a darle un tiempo, porque el jueves es cuando me dijo que lo iba a mover. Confío en que sirva para algo».

Estos días el tiempo está feo de verdad en Cantabria y dos camareras se encargan de llevar los platos hasta la caja. Una lleva las bandejas y otra el paraguas, para que la comida no llegue hecha una sopa. «Es un poco locura pero nos vamos arreglando. Aquí somos siete mujeres trabajando juntas desde hace un montón de años y hacemos lo que sea para atender a nuestros clientes».

Raquel confía en conseguir una solución. Nos cuenta que también ha llamado por teléfono a Salud Pública y donde se le ha ocurrido, «pero claro, yo entiendo que el que coge el teléfono no puede solucionar nada, ellos se remiten a la normativa, pero es que ya no se qué más hacer para que me hagan caso».

Así que, de momento, el comedor sigue montado en la caja del camión. «Otros clientes ya me han dicho que, si hace falta, también aparcan aquí sus cajas para montar mesas. Espero que no sea necesario», concluye Raquel.