Cáritas Santander promueve que esta Navidad las donaciones para alimentación se hagan mediante aportaciones económicas
Cáritas Diocesana de Santander hace un llamamiento especial, en plena temporada navideña, para que los cántabros que quieran mostrar su solidaridad con aquellas personas que no tienen garantizado el derecho a la
alimentación lo hagan preferentemente a través de donaciones económicas, en lugar de la tradicional donación de alimentos en especie en recogidas masivas.
Ante el trágico aumento del número de personas que no pueden permitirse cubrir sus necesidades básicas de forma independiente, Cáritas Santander quiere fomentar su innovador sistema de donaciones a través de tarjetas monedero. Los fondos que la entidad recaude en las parroquias adscritas a la campaña “Esta Navidad #DonaDiferente” irán destinados al mantenimiento de las más de 150 tarjetas que actualmente se encuentran en uso en Cantabria, así como la puesta en marcha de nuevas tarjetas y, puntualmente, la posibilidad de apoyo en forma de dinero en efectivo o transferencias bancarias.
Las donaciones económicas podrán hacerse en las correspondientes parroquias, bien en metálico o preferiblemente mediante transferencia bancaria o Bizum, con los datos proporcionados en cada una de ellas a través de los carteles pertenecientes a la campaña que da comienzo hoy.
Para quienes lo prefieran, Cáritas Diocesana de Santander facilita también sus datos particulares de cuenta y Bizum en su página web (www.caritas.es/Santander/campanas/esta-navidad-dona-diferente) y cuenta de
Facebook (www.facebook.com/CaritasSantander).
La organización de acción social de la Iglesia entiende la alimentación como un derecho desde la perspectiva de la dignidad y la autonomía de las personas.
Por ello, considera que este derecho fundamental no se cubre plenamente si a la recepción de alimentos se le elimina la capacidad de elección de los mismos -según necesidades sanitarias, gusto o
tradición cultural-, la responsabilidad de gestionar los recursos económicos para adquirirlos y la libertad de decidir dónde y a quién comprarlos.
Las familias que se sirven en la actualidad de estas tarjetas, que Cáritas recarga bajo demanda y de forma controlada, tienen la capacidad de adquirir productos de alimentación e higiene adecuados a sus necesidades en cada momento.
Lo hacen de una forma que, como los propios receptores afirman, les ayuda a seguir sintiéndose autónomos, a no caer en la exclusión social y a evitar el estigma que acompaña en algunas ocasiones a aquellas personas forzadas a hacer largas colas en la calle a la espera de recibir alimento de una entidad caritativa.
LA MEJOR RESPUESTA
La pandemia ha demostrado algo que en Cáritas vienen anunciando hace años: lo sencillo que es que las miles de personas que viven al filo de la exclusión en nuestra región caigan de pronto en riesgo y pasen dificultades para cubrir sus necesidades básicas.
El trabajo precario, el desempleo, la insuficiente protección social, el difícil acceso a la vivienda y la fragilidad humana, relacionada con enfermedades crónicas o redes sociales inestables, son las causas fundamentales que llevan a las personas a pedir apoyo.
Las tarjetas monedero de Cáritas se plantean como una forma de respuesta que respete la dignidad de la persona que las utiliza y le empuje a no perder sus hábitos y responsabilidades como ciudadano. Que le haga confiar en que atraviesa una situación de la que se puede salir, no una condena a la pobreza y la dependencia.
Cáritas Santander apuesta hoy, y apostará siempre, por un modelo de atención a las personas que facilite sentirse tratadas como adultas, con capacidad para decidir, y autónomas.
Con su manera de acompañar, de estar, tratan de cuidar al máximo que vivir un momento difícil, o estar en una situación de vulnerabilidad y/o exclusión, no sea más traumático de lo necesario.
A estos puntos más sociales a favor de la donación económica, frente a la tradicional donación en especie, hay que añadir argumentos como el de evitar el despilfarro alimenticio, habitual cuando las personas reciben lotes estándar sin atender a perfiles particulares, así como la promoción del comercio de proximidad habitual de cada vecino, en lugar de las grandes recogidas de alimentos únicamente desde determinados centros comerciales o supermercados.
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